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"La extrema izquierda y la extrema derecha son cómplices de Fucvam"

| El negocio de Umissa con Venezuela por US$ 150 millones para proveer a ese país de casas prefabricadas para sectores de bajos ingresos, tuvo la mala suerte de cristalizar cuando el gobierno uruguayo estrechaba relaciones con Hugo Chávez, lo que levantó las criticas de la oposición. Para colmo, un oscuro lobbista, Guido Antonini, acompañó una delegación que visitó la fábrica poco antes de saltar al estrellato como presunta prueba caminante y con valija de coimas chavistas. Y tiene, además, un enemigo empresarial -Fucvam- que se arropa de organización social pero que hace su juego en los negocios y en las pugnas internas en la izquierda.

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ALEJANDRO NOGUEIRA

-¿Cómo obtuvo el contrato para vender 12.000 viviendas en kits a Venezuela por más de US$ 150 millones?

-Con paciencia y trabajo. En 2002 el Estado uruguayo entró en quiebra y el Ministerio de Vivienda dejó de pagarme las obras que estaba ejecutando. Mi fábrica prácticamente cerró. Entonces salí a vender afuera. Venezuela tenía planes de emergencia y nuestro sistema es muy competitivo: barato, fácil de montar, resistente a sismos y vientos y con costo de mantenimiento cero. Cuando firmamos el contrato, en marzo de 2006, habíamos pasado muchas pruebas, etapa tras etapa, durante dos años y medio. Ayudó el hecho de que Uruguay comenzara a comprar petróleo a Venezuela y que, como contrapartida, Venezuela incrementara sus compras en Uruguay. Cuando en Caracas empezaron a revisar las ofertas uruguayas, la nuestra estaba entre otras. Ofrecíamos un buen producto, un buen precio y experiencia.

-Se ha hablado de tráfico de influencias o corrupción en varios contratos con Venezuela. Los negocios de Umissa han caído en el mismo saco. ¿Qué dice al respecto?

-Que lo prueben o se callen. Pero no hacen ni una cosa ni la otra, porque quieren crear sospechas y enchastrar. Alguna gente confunde acusación con prueba, o difamación e injuria con actividad política. Pero no ofende quien quiere sino quien puede. Nuestros acusadores no tienen autoridad moral.

-¿Por qué tantos cuestionamientos a Umissa?

-El principal adversario han sido algunas personas de Fucvam, no todas. Esto no comenzó ahora sino en 1992, cuando comencé a producir viviendas en Uruguay. Nuestro sistema no les sirve. Es de nuestra propiedad y el precio siempre fue público. Es totalmente transparente. Nosotros hacemos viviendas; ellos política. Y no le pagan al Banco Hipotecario. Son militantes políticos profesionales que tratan de ubicarse a la izquierda del gobierno. Los que nos enchastran son impunes, porque no tienen prestigio ni la responsabilidad de cuidar muchos puestos de trabajo. Los jueces temen meterse en ese tipo de causas, en última instancia, lo que busca esta gente es difusión. Cuentan con la complicidad de la extrema izquierda y la extrema derecha, que se unen para poner al gobierno bajo sospecha. Encima nos cayó también una lucha política interna que nos es ajena. Fucvam trató de hacer negocios en Venezuela e incluso pidió préstamos por decenas de millones de dólares. Tal vez fracasó porque nadie le da crédito a quien no paga.

-La oposición también ha inquirido sobre los negocios de Umissa…

-Algunos opositores. La Lista 15, por ejemplo, dijo en un comunicado que, por lo que habían leído en la prensa, las cuentas no le cerraban. Les faltaban US$ 25 millones. Multiplicaron la cantidad de casas por el precio unitario, pero se olvidaron de sumar los fletes -miles y miles de contenedores-, el costo de los depósitos en Venezuela y muchos otros factores. ¡No nos llamaron a preguntar! Un sector que fue gobierno saca cuentas por lo que lee en algunos diarios. Es penoso. En realidad, hay una campaña electoral prematura. Y también pesa el tradicional sentido de la envidia. ¿Cómo es posible que un empresario mediano, más bien chico, se descuelgue de pronto con este contrato? Eso parece que en este país es imperdonable.

-¿Se siente afectado por la exposición a los medios?

-Ya no. He aprendido sobre los medios, sus prejuicios y sus diferencias. La paradoja es que han logrado llamar la atención sobre nuestras viviendas. Cada vez viene más gente interesada en ellas.

-En su fábrica trabajan hermanos o hijos de algunos diputados del MPP.

-Sí, y no tienen "altos cargos ejecutivos", como dijo alguien. En otros países los hijos de diputados suelen trabajar para el Estado, en cargos gerenciales, y ni siquiera van a la oficina. Aquí son peones, medio oficiales o cosas por el estilo. ¿Es ilegítimo? Son buenos operarios, porque si no, ya habrían sido despedidos. Pero la enorme mayoría del personal de Umissa somos hijos de ilustres desconocidos. Algunos llevan conmigo 14 años. Creamos una empresa con más de 320 empleados directos -que opera en tres países- en muy pocos meses. Un empleado trajo a otro, un amigo a otro. Hasta tenemos a un hijo de un ex diputado de la Unión Cívica. Hay blancos, colorados e independientes. Empleamos a muchos ex presidiarios: del Partido Comunista, de los tupamaros, y más todavía, ex presos por delitos comunes como hurto o lesiones. No es para avergonzarse; al contrario, nos llena de orgullo. Damos oportunidades y no discriminamos.

-¿Tiene otros negocios?

-Algunos. También hemos recibido pedidos del mercado interno. Pero primero debemos cumplir con Venezuela donde, después de varios retrasos, se inicia el armado de viviendas en serie. Los 320 integrantes de Umissa no tememos a ningún desafío. Tarde o temprano se nos aceptará como una empresa innovadora, que abrió un nuevo rubro de exportación para Uruguay.

Asbesto, amianto, plástico

-Se ha dicho que las viviendas en kits que vende Umissa fueron prohibidas durante el gobierno de Luis A. Lacalle, que tienen componentes tóxicos o que son de plástico. ¿Qué dice de estas críticas?

-Jamás fueron prohibidas. Nunca dejé de instalarlas en el mercado interno. Hay casas nuestras por todo el país. Lo que se prohibió fue el fibrocemento con asbesto o amianto a sus fabricantes, no a nosotros. Uruguay está lleno de techos de fibrocemento con asbesto, en Montevideo y el interior. Pero no son tóxicos, porque el asbesto ya está encapsulado en el cemento. Lo que es peligroso es su inhalación mientras se fabrica. Ahora se utiliza fibra de celulosa. Hay muchos mitos sobre este tema. Cualquier esquina de la ciudad está llena de pequeñas partículas de asbesto que la gente aspira, pues se utiliza en los frenos de los automóviles. Usted corre más riesgos en 18 y Ejido que bajo un viejo techo de fibrocemento con asbesto. Las viviendas Umissa tampoco son de plástico, salvo las llaves de luz o tableros, como en cualquier hogar. Si mañana se prohíbe el plástico, que sería absurdo, utilizaríamos otro componente.

Umissa y Guido Antonini

Guido Antonini Wilson, el hombre que pretendió ingresar a Argentina con un maletín con US$ 800.000 ha generado ríos de tinta en el Río de la Plata y la oposición ha buscado relacionarlo al gobierno y especialmente a los negocios entre Ancap y Pdvsa.

Como Antonini estuvo en Umissa integrando la delegación del gobernador del estado venezolano de Cogedes, Jhonny Llanes Ranjel y la entonces embajadora de Venezuela en Uruguay, Lourdes Urbaneja, se lo vinculó a Umissa y hasta se dijo que era uno de sus accionistas.

"Es otra de las tantas mentiras que se han dicho. Y las repiten, porque apuestan a que siempre algo queda", reflexiona Lagrenade.

El empresario confirma que el año pasado Antonini visitó la planta de la empresa con la delegación venezolana. "Se planteó una eventual compra de viviendas que al fin no prosperó", señaló el empresario. "Hemos recibido muchas personas y continuaremos recibiéndolas", agregó.

Antonini reside en Miami y tiene una orden de captura internacional tras un pedido de la Justicia argentina para que declare en el caso de la valija.

PERFIL

Nombre: Alejandro Lagrenade

Nació en: Barcelona.

Edad: 44

Estado Civil: Casado con una uruguaya, cuatro hijos.

EMPRESARIO

Director de Unión Metalúrgica Industrial del Sur SA (UMISSA). Nació en Barcelona, vivió en varios países y se instaló en Uruguay en 1992. Lo define como elección de patria. Comenzó a fabricar casas en una pequeña fábrica e instaló 2.000 viviendas prefabricadas destinadas muchas a núcleos evolutivos del Ministerio de Vivienda o a residencias de lujo. Se han construido escuelas y hasta hoteles con el sistema.

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