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Dura derrota para premier japonés

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Bloomberg

Tokio - El primer ministro japonés Shinzo Abe, que sufrió hoy una severa derrota electoral, es el abanderado de un Japón sin complejos en el plano internacional, pero también se le acusa de descuidar las preocupaciones de sus compatriotas.

Hace diez meses, Abe, de 52 años, heredero de una ilustre dinastía de políticos conservadores, fue triunfalmente elegido, convirtiéndose en el primer ministro más joven de la posguerra en Japón. También es el primero en no haber conocido la Segunda Guerra Mundial.

Desde entonces su popularidad ha caído del 80% al 30% y hoy llevó a su Partido Liberal Demócrata (PLD) a una contundente derrota en las elecciones senatoriales, cosechando los peores resultados de la historia de la formación.

Sin embargo, Abe declinó dimitir.

"Abe tiene intereses que no están necesariamente en la misma onda del electorado, ya que lo que le importa son las cuestiones ideológicas, sin tener en cuenta las preocupaciones cotidianas de los japoneses", explica el politólogo Ikuo Kabashima.

Dotado de "un sentimiento de orgullo nacional muy acentuado", Abe se dio como misión sacar a Japón del sistema de la posguerra. Por ello ha abogado desde su juventud por la revisión de la Constitución pacifista del país, promulgada durante la ocupación estadounidense (1945-52).

"Shinzo Abe piensa que es esencial para un responsable político poseer convicciones fuertes y defenderlas", un valor heredado de su abuelo, el ex primer ministro Nobusuke Kishi (1957-60), recalca Kabashima.

Abe siente una gran admiración por ese abuelo que fue encarcelado por los estadounidenses, acusado de ser un criminal de guerra (pero jamás juzgado).

Para el analista Jeffrey Kingston, "Shinzo Abe es un ideólogo puro que no ha logrado convencer a los japoneses de que las reformas emprendidas eran por su bien".

Contrariamente a su extrovertido predecesor, el populista Junichiro Koizumi (2001-06), Abe, llamado "el príncipe de los halcones" por su firme posición conservadora, ha resultado un "comunicador mediocre", juzga Kingston.

No obstante, Abe sucedió a Koizumi en medio de los mejores augurios al lograr un rápido éxito diplomático con China e imponiendo sus reformas en Educación y Defensa.

Sin embargo, desde finales de 2006 los escándalos que salpicaron su entorno comenzaron a empañar su brillo y a hacer caer su popularidad.

Esos casos se transformaron en una "serie negra": del suicidio de un ministro acusado de corrupción al enorme escándalo de las pensiones.

"Honesto" y "leal en la amistad", según sus partidarios, Abe ha salido invariablemente en defensa de sus colaboradores incriminados, una actitud que revela, según Kingston, "una falta de instinto político".

"Esta actitud no podía atraerle los favores de la opinión. Habría tenido que desembarazarse de la gente perjudicial para aparecer como un reformista y no como un político de la vieja escuela", estimó.

Abe carece además de "una base política sólida", lo que le obliga a buscar compromisos y carece de experiencia, ya que sólo ocupó un puesto ministerial antes de acceder al máximo cargo del gobierno.

Shinzo Abe nació el 21 de septiembre de 1954 en Nagata (sur). Estudió ciencias políticas en Japón y Estados Unidos.

Se inició en política en 1982 como secretario particular de su padre, Shintaro Abe, en esa época ministro de Relaciones Exteriores.

A la muerte de su padre heredó su bastión electoral en la prefectura de Yamaguchi (sur de Japón), donde fue elegido diputado en 1993.

De 2000 a 2003 fue subsecretario general del gobierno de Yoshiro Mori y luego del de Koizumi, quien lo propulsó al cargo de secretario del PLD.

Irónicamente, a mediados de 2004, Abe renunció para asumir el revés del PLD durante las elecciones al Senado.

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