Nubarrones

En el continente proliferan gobiernos con perfiles de peligroso autoritarismo. Tres de ellos integran el Mercosur. Un perfil marcado a fuego es el de Venezuela con las aspiraciones cesaristas de Chávez y sus planes para perpetuarse en el poder por un tercio de siglo. Denunciarlo, dejó de ser noticia hace tiempo. No muy lejos le sigue una dependiente y edulcorada Argentina -con favores recibidos aún sin pagar- y un Kirchner que gana popularidad gobernando a pechazos contra la prensa, la Iglesia, el empresariado y las Fuerzas Armadas. A mayor distancia, pero emitiendo señales muy preocupantes, estamos nosotros. Brasil se ha caracterizado más por la corrupción del gobierno de Lula que por sus desmanes. Paraguay todavía está por definirse. Evo Morales en Bolivia se siente más cómodo entregado al hoy todo poderoso del trópico y también como alumno de Fidel. Lo dijimos una vez y lo reiteramos, sólo Colombia y Chile dan garantías de gobiernos en la plenitud democrática.

El caso Kirchner lo tenemos muy cerca y ha expandido ejemplos de ataque a la prensa que no le es adicta hacia esta parte del río. Sabemos de las vicisitudes por las que atraviesan algunos medios de opinión y periodistas argentinos, objeto de permanentes agresiones verbales y de amenazas por su pecado de criticar al gobierno. Las amenazas de muerte por ahora no han pasado de eso, pero la molestia que provoca el comentario adverso al santacruceño y su entorno, se nota en el manejo de la distribución de la publicidad oficial.

Es curioso y hasta sugestivo que tanto nuestro Presidente como altas autoridades argentinas coincidieran casi simultáneamente hace ya un tiempo, en individualizar los medios de prensa opositores y poco menos que conminándolos a que confiesen su condición de tales, como si los uruguayos no supiéramos -más allá de esporádicas sorpresas que podemos llevarnos- quién es quién entre nosotros.

A los medios opositores al gobierno, Vázquez los mencionó uno por uno -por supuesto que incluyéndonos- con la misma soberbia del ex dictador Gregorio Alvarez señalando con el dedo a los periodistas que quisieron pedirle declaraciones en un reciente homenaje a un compañero de armas fallecido. Entre esos medios estaba "Búsqueda", uno de cuyos principales periodistas está atravesando una particular situación con el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) el cual citó a él y a su esposa a declarar por haberse recibido una denuncia anónima contra ellos, por dar malos tratos a uno de sus hijos.

El colega, en su editorial del 5 de octubre, calificó la situación como kafkiana. A nuestro entender, el adjetivo que cabe es más pesado, pero vamos a economizarlo. Lo curioso del caso no es el carácter anónimo de la denuncia -al fin y al cabo la garantía que puede tener razonablemente un denunciante de buena fe- sino que la misma se concretó por teléfono, al día siguiente que el semanario publicó un documento emanado del Presidente del INAU a quien el editorial mencionado descalificó por su alto nivel dogmático y sus rasgos totalitarios. La coincidencia llama la atención. Pero sorprenden mucho más todavía, las contradicciones dentro de INAU, sobre si la llamada se registró o no. INAU no conoce la identidad del denunciante, ni la seriedad de la denuncia, pero alcanza con ella para iniciar un procedimiento que implica la declaración de los padres, del menor, y la intervención de sicólogos dependientes del Estado. Ello por cuanto la presunción de inocencia no juega para los denunciados, quienes tienen que probarla. De no hacerlo, la denuncia se daría por cierta.

Esto es gravísimo y trasciende al mundo. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en su reciente Asamblea General en la ciudad de Méjico, denunció un retroceso de la libertad de prensa en el Uruguay por casos como los comentados, además de fallos de la Suprema Corte de Justicia, inquietantes.

Vamos por mal camino, corremos el riesgo de enchastrar nuestra historia mancillando las tradiciones que con orgullo nos han distinguido siempre, y lo peor es que en nuestro alrededor, con las salvedades que hemos hecho, las tendencias restrictivas a la libertad de expresión van aumentando en severidad.

Manteniéndonos en alerta, vaya nuestra solidaridad al colega por lo desagradable e insólito del trance que le afecta.

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