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Grosnile espera una sorpresa de "JR"

| "Carrasco no te habla, pero con él las cosas están claras; si hacés una macana, sos boleta"

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SILVIA PEREZ

La mañana del día en que la selección uruguaya enfrentaba a México en Chicago, el teléfono sonó en lo de Ana, la madre de Carlos Grosnile. Era la esposa de Daniel, su hijo mayor, para decirle que en el ómnibus que la llevaba a su trabajo, había escuchado en la radio que Carlos iba a ser el capitán frente a México. Ana creyó que se trataba de un error, sin embargo, esa noche la televisión le trajo la imagen de su hijo de 20 años, que en su debut con la selección mayor, llevaba el brazalete de capitán. La mujer creyó desmayarse.

En el vestuario del espectacular estadio "Soldier Field" de Chicago, Juan Ramón Carrasco daba la charla previa al partido frente los mexicanos. Al final de la misma dijo: "si hay penales decido yo quien los tira y el capitán es Grosnile". Aunque los futbolistas saben lo que piensa Carrasco sobre el capitanato, las palabras del técnico impactaron a Carlos: "quedé de cara. No quería demostrar mucho lo que sentía, pero estaba emocionado. Luego, en la cancha me sentí muy motivado. Fue el partido que jugué más en serio en mi vida".

Este Grosnile en el que confió Carrasco es muy diferente al que los aficionados vieron en el Sudamericano Sub 20 que se jugó en Montevideo: "en los primeros partidos del Sudamericano no jugué y cuando entré quise hacer todo lo que no había podido hacer antes y fue peor. Ahora me siento diferente. Los partidos en Primera me han madurado, cambié la cabeza. También corro más como me pedía el "Polilla" Da Silva que me enseñó mucho, y apoyo en la marca como me decía Gregorio. Y jugar más rápido a dos toques me dio más resultado que encarar. Hoy juego más para el equipo".

Aunque aún no ha tomado mucha consciencia de lo que vivió en el viaje "con el tiempo me voy a dar cuenta de lo que fue"; trabajar con Carrasco significó toda una experiencia para Grosnile: "Carrasco no te habla nada, pero lo ves y te inspira respeto. Sólo habla en general para todos, sobre lo que está bien y lo que está mal. Con él las cosas están claras y sabés que si te mandás alguna macana o no hacés lo que te dice sos boleta".

Hoy todos se acercan a saludarlo y felicitarlo por el partido que jugó frente a México y aunque piensa en la Sub 23, no pierde la esperanza de estar alguna vez en las Eliminatorias: "Carrasco no me dijo nada, pero hice lo que él me pidió y eso cuenta. Además, él siempre te da alguna sorpresa".

La vida en tres colores

Fue a la Escuela N°187 donde se destacó como un alumno tranquilo que en quinto año llevó la bandera uruguaya. En el liceo en cambio, las cosas cambiaron. Se volvió muy travieso y cursó sólo hasta Tercero.

Comenzó a jugar al fútbol a los 5 años en "El Ombú" del barrio Bella Italia, donde se crió. Allí hizo todo el baby y luego pasó a la pre Séptima de Danubio, donde lo dirigió el "Rafa" Perrone, el técnico que más lo marcó. Fue ascendido a Primera por Jorge Fossati.

La primera camiseta de Danubio se la trajeron los reyes a los 4 años. Siguió la campaña de los de la franja del 88, que culminó con el campeonato uruguayo, de la mano de sus padres, Osvaldo y Ana. Su ídolo era el "Polillita" Da Silva, hoy su compañero de equipo.

Es representado por el Grupo Casal desde que jugaba en Quinta y su sueño es irse a jugar a Europa, donde el fútbol que más le gusta es el español. Preferiría irse directamente, dado que como hincha de Danubio que es, no le gustaría jugar en ninguno de los "grandes".

Su primera experiencia con la celeste fue en la Sub 20, donde fue dirigido primero por Gustavo Ferrín y luego por Jorge Da Silva.

Hace unos meses dejó Bella Italia para irse a vivir a la Unión con su pareja Johanna y su hijita Luna Belén de tres meses.

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