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¿Qué tradiciones existen en América Latina para recibir el Año Nuevo?

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Fuegos artificiales. Foto: Ricardo Figueredo

La ropa interior de colores, las lentejas, las uvas y la quema de muñecos, son algunas de las tradiciones que se dan en la región para recibir al nuevo año.

La ropa interior amarilla se vende como pan caliente en estos días en Santiago. Al igual que en varios países de América Latina, en Chile se usa al recibir el Año Nuevo para invocar prosperidad, amor y abundancia, tal como comer lentejas o uvas a la medianoche, tradiciones muy arraigadas en la región.

"Es para el amor, para la suerte, para el dinero y para que este año le vaya bien a todo el mundo", dice Gladys Leal mientras vende ropa interior femenina de todos los tipos y tamaños y también de hombres en el tradicional barrio Meiggs de Santiago.

La tradición indica que la ropa interior amarilla que se usa durante la noche de Año Nuevo debe ser regalada. Algunos plantean que también hay que ponérsela al revés para asegurar un año con mayor pasión.

En Uruguay, Argentina y Brasil, en cambio, debe empezarse el calendario con prendas rosadas bajo la ropa. Mientras queen Venezuela, además, es imprescindible, para la buena fortuna, estrenar todo lo que se lleve puesto.

Cábalas exportadas

En buena parte de los países de la región se comen lentejas la noche de Año Nuevo y 12 uvas, una por cada mes del año que viene acompañando las 12 campanadas y pidiendo un deseo con cada una.

También quienes aspiren a viajar dan justo a la medianoche un pequeño paseo portando una maleta.

Otra de las tradiciones más extendidas es dar el primer abrazo de saludo del Año Nuevo a alguien del sexo opuesto, lo que aseguraría el amor durante los próximos 12 meses.

Acá es usual que la gente tire a la calle un balde de agua para limpiar el camino del año que comienza y que desde las ventanas vuelen miles de trocitos de calendarios del año viejo.

Mientras tanto en Brasil, con una importante población devota de cultos como el candomblé y el umbandismo, muchos se visten de blanco para hacer sus ofrendas a Yemanyá, diosa del mar, y lanzan en playas como las de Rio de Janeiro rosas y gladiolos como ofrendas para asegurar paz y prosperidad.

Y en algunos países se queman muñecos que representan a figuras poco populares, una costumbre arraigada en antiguas prácticas indígenas andinas de justicia popular, que permite a los ciudadanos dar rienda suelta a su cólera contra esos personajes.

"Una monedita para el Judas", es una frase muy conocida y reiterada, proncipalmente por los niños, días antes del fin de año. En este caso no se trata de una figura reconocida sino de cualquier muñeco de trapo hecho a mano.

El objetivo es quemar el muñeco, que generalmente tiene fuegos artificiales adentro, en la misma noche del 31, un día antes del nuevo año.

En Ecuador, por ejemplo, a las 12 de la noche del 31 la gente sale a las calles con sus muñecos hechos de aserrín o papel periódico para quemarlos, pero antes, le pegan con un cinturón para despedir todo lo malo del año que termina y así empezar con buena suerte el nuevo.

En las calles suelen estar las viudas, grupos de hombres disfrazados de mujeres, que piden limosna para enterrar a su "viejo", que es el muñeco. Algunas "viudas" usan ropa sensual, coquetean con conductores y bailan sobre los autos.

Todas estas tradiciones están muy arraigadas en los países de América Latina y se repiten año a año como un ritual sagrado para miles de personas, condimentando una de las celebraciones más celebradass.

Muchas han sido traspasadas de generación en generación tras ser heredadas de culturas originarias y por parte también de los colonos europeos en una singular mezcla. "Muchas de estas cábalas no tienen mucha relación con nosotros, porque se trajeron de Europa por lo conquistadores", explica Velis-Meza.

Un ejemplo es la tradición de comer lentejas, que se exportó desde Europa, donde a través de la ingesta de una comida muy calórica se busca preparar el cuerpo para el invierno que recién se inicia, hecho contrario en el hemisferio sur.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Fuegos artificiales. Foto: Ricardo Figueredo

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