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Radiotelescopio uruguayo detectó por primera vez una erupción solar

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Región activa en el sol con manchas solares oscuras. Crédito: NASA/SDO/AIA/HMI/Goddard Space Flight Center

SOL

El 24 de noviembre el radiotelescopio solar e-Callisto hizo una detección histórica. Está instalado desde 2016 en el Observatorio Astronómico Los Molinos

Las tormentas solares son capaces de interrumpir redes de energía, comunicaciones y GPS y provocar uno de los fenómenos astronómicos más bellos como lo son las auroras boreales. Si tuviéramos hoy una tormenta parecida a la de 1859 ?bautizada como Tormenta de Carrington? se paralizaría la vida tal como la conocemos. “Sería un caos”, resumió Edgardo Acosta, coordinador del Observatorio Astronómico Los Molinos (OALM).

¿Y qué puede hacer Uruguay al respecto? Detectar la actividad solar. Así lo hizo por primera vez el radiotelescopio instalado en el predio del OALM, único en el país en su tipo, el pasado 24 de noviembre a las 16:12. Se trató de una erupción solar de tipo III. El registro duró ocho segundos. La escala va hasta el IX y cada grado es 10 veces superior al anterior. Esta, entonces, no es de las más potentes pero no es nada despreciable.

En realidad, lo más probable es que haya sido más fuerte. Esta es la hipótesis de Santiago Roland, impulsor de la red e-Callisto en Uruguay, una alianza internacional de radiotelescopios que se dedican exclusivamente a la observación del Sol. La hora es la clave: a las 16:12 el Sol ya está hacia el oeste. La antena del radiotelescopio está fija y apunta al meridiano. Esto quiere decir que el instrumento tiene una mayor capacidad de detección en las horas en las que el Sol lo transita, es decir, por el mediodía.

La fulguración detectada como emisiones de radiofrecuencia estuvo en el orden de los 157 MHz con una resonancia parásita de 125 MHz. Acosta explicó a El País que la diferencia se debe a la “saturación del receptor” debido a la potencia de la señal. “Se saturó y resonó en esa otra frecuencia; pero los técnicos saben distinguir cuál fue la fundamental”, apuntó. El radiotelescopio del OALM puede captar ondas de radio desde los 45 MHz hasta los 870 MHz.

Estas mediciones permiten realizar un monitoreo de lo que se conoce como clima espacial, en particular, de la actividad solar y de las consecuencias de la interacción entre la radiación del Sol y la magnetósfera de la Tierra que pueden repercutir en la vida cotidiana. Roland comentó: “Un ejemplo son las auroras boreales o cuando se dañan algunos satélites o cuando se corta el DirecTV. Eso tiene que ver con cuán agitado está el clima espacial”. Y, en este sentido, “es relevante” determinar “la velocidad en la que se mueve el plasma solar una vez que es eyectado”.

Por ejemplo, se conoce que los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional tienen 15 minutos para dirigirse a un módulo de protección especial en caso de una tormenta de radiación. Este caso tendría una gravedad intermedia. El más leve es el producido por una erupción solar: rayos X y luz ultravioleta ionizan la capa superior de la atmósfera interfiriendo las comunicaciones por radio. Pero el clima espacial se pone peligroso si se trata de una eyección de masa coronal, una nube de partículas cargadas que provoca fuertes fluctuaciones electromagnéticas en la Tierra; saber cuánto que va a tardar en llegar al planeta es imprescindible para tomar recaudos.

La señal detectada el 24 de noviembre a las 16:12 fue la primera desde que se instaló el radiotelescopio a mediados de 2016; no obstante, Acosta y Roland coincidieron en diálogo con El País que se espera que, a partir de ahora, el radiotelescopio registre más fulguraciones y cada vez más fuertes

Esto responde a que el Sol, según ilustró el coordinador del OALM, se “está despertando” de su periodo de 11 años de actividad mínima que se evidencia con menor número de manchas solares en su superficie y de fenómenos explosivos en su atmósfera. La previsión es que el astro alcance su pico para 2024-2025.

El radiotelescopio Callisto ubicado en Montevideo es uno de tres existentes en América del Sur y uno de los pocos a nivel mundial que aportan datos de forma permanente. “También es el único en el país que da estos datos científicos”, apuntó Roland.

El instrumento en sí mismo necesita de dos mejoras significativas para mejorar su capacidad de detección. La primera es una antena robótica. La actual está firme sobre el meridiano por lo que sucede fuera de las horas del mediodía no es captado con plenitud. Hasta ahora, el OALM no ha tenido los fondos para automatizarla para que siga al sol desde el amanecer hasta el atardecer. La otra mejora es la construcción de una jaula de Faraday de dos metros de alto y 12 metros de diámetro alrededor del radiotelescopio para bloquear todas las radiofrecuencias terrestres. “Las erupciones solares quedan enmascaradas en el ruido cotidiano”, señaló el astrónomo.

Si bien informó El Observador, una particular del proyecto e-Callistoes su accesibilidad, dado que son aparatos económicos y fáciles de construir, lo que permite tener una red que realice un seguimiento diario en todo el mundo.

Roland dijo a El País que espera que la noticia de la primera detección de la primera erupción solar entusiasme a estudiantes, fomente el interés en la radioastronomía y, en especial, atraiga financiación.

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