¿Por qué se celebra el Día Internacional del Beso?

Beso. Foto: Shutterstock

FESTIVIDAD 

Este Día Internacional del Beso será recordado como la celebración enmudecida de la manifestación amorosa. En tiempos de virtualidades, los besos hoy se darán a través de una pantalla.

Un 13 de abril, pero de 2013, los tailandeses Ekkachai y Laksana Tiranarat rompieron su propio récord al besarse sin pausa durante 58 horas, 35 minutos y 58 segundos. Gracias a esta particular performance, fue declarado el 13 de abril como el Día Internacional del Beso. Aunque menos popular, compitiendo con San Valentín como las jornadas más románticas del calendario anual de celebraciones en el mundo. Algunos besos se dan con ganas. Otros, por compromiso, en momentos en los que se quisiera tan solo estrechar la mano y salir corriendo. Como con los gustos, sobre besos no hay nada escrito. Cada maestro con su librito. Y a lo hecho, beso.

"Al partir, un beso y una flor", pregonaba Nino Bravo en tiempos donde el coronavirus no existía y el aislamiento preventivo y obligatorio podría ser estrategia fantasiosa de algún guion cinematográfico para hablar de un mundo ficcional y futurista. Lejos de ser un relato novelado, hoy, a partir de la pandemia de coronavirus que azota a todo el mundo, la cuarentena a la que está confinada la mayor parte de la humanidad convirtió al beso en una práctica riesgosa y añorada. Paradojas del destino de la humanidad, este día del beso no se podrá festejar a los besos.

Y, seguramente, tampoco el próximo 6 de julio cuando llegue el momento de adorar al "beso robado", otra de las festividades de la agenda internacional. Y sí, hoy el beso cayó en desuso ya que es una de las posibles vías de contagio del COVID-19. Tal como detalla el sitio web del Ministerio de Salud de la Nación (de Argentina), el distanciamiento social implica, entre otras medidas preventivas, evitar dar la mano, abrazar o besar a otras personas. 

Aquel maratónico ósculo del 13 de abril de 2013 en un certamen en Pattaya, la ciudad de residencia Ekkachai y Laksana, no solo consagró al matrimonio localmente, sino que lo llevó a formar parte del codiciado Guinness World Records, merecido reconocimiento para estos esforzados competidores que, en 2011, ya habían dado muestra de su destreza con los labios al besarse durante 46 horas, 24 minutos, y 9 segundos. En 2012, el récord lo ostentó una pareja gay.

Los Tiranarat obtuvieron muy buenos dividendos por participar del singular certamen. En 2011, el denodado mérito de la pareja cosechó un anillo de diamante y algo más de dos mil euros. Cuando lo volvieron a intentar, en 2013, el reconocimiento fue mayor: dos mil quinientos euros, dos diamantes, y el anhelado ingreso al Guinness. Se lo ganaron en buena ley y a puro sacrificio: el beso, asociado siempre a la amorosidad, tuvo para los competidores ribetes no tan gratos. Es que el reglamento estipulaba que los participantes no podían despegar sus bocas, por ninguna razón, para poder continuar en competencia. En el caso de Ekkachai y Laksana, el desafío se sostuvo por casi dos días, con lo cual surgieron algunas necesidades básicas e ineludibles como la de recurrir al baño. Humanos al fin, los jóvenes hicieron lo suyo, pero sin despejar sus bocas. Toda una proeza que requirió de imaginación, astucia, acrobacia física y pocos pudores.

Otro de los requisitos impuesto por los organizadores de este concurso anual es que los participantes debían estar casados o conformar una pareja real y estable, en ese caso, los padres debían firmar una carta confirmando el vínculo aún no rubricado en los papeles o por vía religiosa. Más allá de lo simpático de la experiencia, celebrar el beso es confirmar la trascendencia de esta forma del lenguaje del amor que, como ninguna otra, vincula e incluye.

Beneficios de los besos

Tal la importancia del contacto de los labios propios con los labios o la piel de otra persona que se ha afirmado que besar tiene efectos saludables: desde consumir calorías innecesarias hasta ser un gran ejercitador de varios músculos. Incluso, algunas investigaciones con resonancias científicas aseveran que, en cada beso, un batallón de endorfinas se pone en acción para brindar esa sensación de placer y felicidad. Si hasta los animales, en muchos casos más sabios que el hombre, se avienen a besar, algo bueno debe haber en el beso. Algo del orden de lo sublime, de lo profundo de la gratitud.

Este Día Internacional del Beso será recordado como la celebración enmudecida de la manifestación amorosa. En tiempos de virtualidades, los besos hoy se darán a través de una pantalla.

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