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Nueva bacteria en honor a Artigas: fue descubierta en la Antártida y tiene diversos usos potenciales

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Base Artigas. Foto: archivo El País.

CIENCIA

Científicos uruguayos hallaron a Hymenobacter artigasi; ahora estudian usos en la industria y salud

Josephoartigasia monesi, una especie extinta de roedor gigantesco que vivió en lo que hoy es Uruguay, fue llamado así en honor a José Gervasio Artigas. Ahora, el Prócer recibió otro homenaje desde la biología: la bacteriaHymenobacter artigasi.

Lo importante de este microorganismo, en realidad, no es el nombre, sino dos aspectos: el primero es que, hasta ahora, era una especie que había permanecido oculta; y, el segundo, es que abre “un abanico de posibilidades” para su aplicación industrial e, inclusive, para la salud humana.

Javier Menes, investigador y jefe de uno de los proyectos del Programa Nacional Antártico, fue el responsable de este hallazgo biológico. El nombre se debe, además, por el lugar donde Hymenobacter artigasi fue descubierta: cerca de la Base Científica Antártida Artigas. Menes y su equipo viajaron al continente blanco para realizar tomas de aire durante diferentes días. Al hacerlo, recuperaron bacterias que fueron aisladas y caracterizadas. Así se encontró un grupo totalmente nuevo que fue bautizado como Hymenobacter artigasi.

Esta es un extremófilo, es decir, un organismo que vive en condiciones extremas, ya sea de temperatura, pH o concentración salina y que, por tal motivo, “manifiestan propiedades muy interesantes” porque “tienen estrategias para vivir en condiciones que no son óptimas para la mayoría de los organismos”, explicó Menes.

Hymenobacter artigasi es capaz de sobrevivir a bajas temperaturas y no crece más allá de los 20 grados.

“Me interesaban las bacterias del aire para conocer cuáles son la que permanecen y cómo son distribuidas por el viento en toda la Antártida. No fui a buscar microorganismos nuevos pero los encontré”, comentó Menes.

¿Pero cuál es la importancia de este hallazgo? Hymenobacter artigasi tiene algunas propiedades que pueden ser útiles en el futuro, por ejemplo, en la industria y en la salud.

Por ejemplo, esta bacteria produce enzimas que son activas a bajas temperaturas, amilasa y azúcares más simples. Hay aplicaciones posibles en detergentes, en alimentos y en procesos industriales que requieren frío. “Haría un proceso más amigable con el ambiente”, apuntó Menes.

El género Hymenobacter tiene dos potencialidades que hay que demostrar en la llamada artigasi. Una de ellas es que posee un pigmento que protege contra los rayos ultravioletas, cuya exposición excesiva causa cáncer de piel.

Por otra parte, el químico trabaja con un equipo italiano que estudia otras bacterias Hymenobacter –que fueron encontradas también en la Antártida o en el Polo Norte– por la que se ha visto que pueden ser utilizadas para la producción de vacunas. “Estos microorganismos, en general, no son patógenos puesto que no son capaces de reproducirse a la temperatura del cuerpo humano, pero tienen compuestos que podrían generar una respuesta inmune y proteger al ser humano de otros microorganismos”, explicó. El código genético de la Hymenobacter artigasi será analizado en este sentido.

El hallazgo será publicado en la revista International Journal of Systematic and Evolutionary Microbiology, revista oficial del Comité Internacional de Sistemática de Procariotas.

Continente blanco y extremo para la vida.

”La Antártida, oficialmente un desierto y técnicamente la mayor reserva de agua potable, es el lugar más árido del mundo, con muy baja humedad y temperatura, y vientos y radiación UV fuertes”, así es descrito el continente blanco en el libro electrónico El rol de los microorganismos en el ambiente antártico, coordinado por la uruguaya Susana Castro Sowinski, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

En 2019 dijo a La Diaria: “A pesar de las duras condiciones ambientales encontradas en este continente, estudios moleculares, filogenéticos y fisiológicos han revelado un vasto conjunto de grupos microbianos en él”. Estos contribuyen al ciclo de nutrientes, intervienen en las redes tróficas y en la calidad del aire, agua y el suelo.

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