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Molinos: historias y paseos ideales para esta primavera

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Molino de Pérez. Foto: archivo

TURISMO INTERNO

Testigos de un pasado industrial; muchos son patrimoniales y se pueden visitar.

Un siglo atrás existían 111 molinos y ocho tahonas en el país; de estos, 18 se emplazaron en Canelones, el cual llegó a ser el departamento que contó con mayor cantidad estas infraestructuras productivas.

Muchos han sido testigos de un pasado de pujanza económica y siguen en pie. Varios han sido declarados monumentos históricos, como es el caso de Molino de Galgo; Molino Lagartera; Molino Caviglia; Molino de Raffo; Molino de Falco; Molino de Bosch; Molino Fossemale y Molino Viejo.

¿Por qué no salir esta primavera a conocer estas construcciones? Aquí compartimos algunos datos e historias para decidir cuál visitar primero. Muchas están cerca de Montevideo.

Lavagna.

La industria harinera en Uruguay tuvo su época de oro a principios del siglo XIX, proliferando en todo el país más de cien molinos harineros, varios de ellos en el departamento de Maldonado. Uno de ellos, el Molino Lavagna, se encuentra ubicado al oeste de San Carlos, a orillas del arroyo Maldonado.

Fue fundado en 1884 por el inmigrante italiano Ignazio Antonio Lavagna Soriano, quien arribó a Uruguay hacia 1870, y provenía de una familia de molineros. Su empresa pronto se transformó en una industria fundamental: llegó a procesar el 80% del trigo de la región.

El molino presentaba una peculiaridad: usaba energía hidráulica. En 1928, tras un gigantesco incendio, las instalaciones fueron renovadas con material importado de Alemania por Carlos Lavagna, hijo del fundador. Cerró definitivamente sus puertas en 1939.

En esas instalaciones se desarrollaron posteriormente otros emprendimientos industriales que desde 2005 son Monumento Histórico Nacional.

Harinero del Este.

Un censo realizado en 1877 menciona la existencia de un molino de agua y otro de viento en la ciudad de Pando (Canelones); este último era propiedad de Vicente Carrió, donde funcionaba la destilería de alcohol de los hermanos Carrió, que producía 500 litros diarios. Posteriormente, el molino pasó a manos del ingeniero Luis Andreoni, quien instaló allí el Molino Harinero del Este.

Según testimonios de la época, el molino de Andreoni era de amplias construcciones y poseía elementos de primer orden para la elaboración de harinas.

Era una planta circular de unos cinco metros de diámetro y 15 metros de altura.

El molino y un ejemplar de haya y de araucaria próximos al edificio forman un conjunto declarado Monumento Histórico el 21 de octubre de 2004.

Molino de Pérez.

Ubicado en el límite de Malvín y Punta Gorda constituyó por mucho tiempo una pieza apartada de la trama urbana. El Molino de Pérez es una de las pocas construcciones civiles iniciada a fines del siglo XVIII que se conservan en la ciudad de Montevideo. Sobre 1780 se construyó una primera parte sobre la base de piedra asentada en mortero de cal y arena (parte de la actual planta baja). En 1836 fue adquirido por el empresario y constituyente Juan María Pérez.

La construcción fue entonces ampliada y adaptada para molino de agua. Luego de la muerte de su propietario, fue gestionado por José Acossano hasta 1895.

Por esos años, las inundaciones le provocaron severos daños en la rueda. Como consecuencia, el molino perdió para siempre su estatus productivo. En la década de 1950, el historiador Horacio Arredondo restauró algunos elementos. Actualmente es parte del Parque Arq. Eugenio Baroffio, constituyendo el remate sur de dicho espacio público, y siendo accesible en vehículos por el pasaje Arq. Juan Veltroni.

El edificio es Monumento Histórico Nacional y cuenta con la custodia departamental de la Comisión Especial Permanente de Carrasco y Punta Gorda.

Molino de Bosch.

El 7 de octubre de 1859, Joaquín Bosch compró a los hermanos Horne el terreno en las inmediaciones de Las Piedras y levantó un molino de viento. Cuando se construyó la Ruta 5 (hacia fines del siglo XIX), la edificación fue un referente para los viajeros y una de las primeras actividades industriales en la zona. En el Cementerio de Las Piedras hay un panteón que es réplica de este molino. En la década de 1930 fue adquirido por la familia Torres de la Llosa.

El Molino de Bosh fue declarado Monumento Histórico en 2007 por ser el último que queda de una serie de molinos que funcionaron en la zona, siendo testigos de una época industrial.

Molino Viejo.

El edificio del Molino Ladós fue construido la década de 1870 por Rafael Laporta para el ciudadano francés Henry Ladós; posteriormente fue usado como cuartel militar y luego como liceo. Actualmente funciona como museo, donde se cuenta la historia del edificio y tiene una muestra numismática que refleja dos siglos de historia.

Su singular implantación topográfica en la cima de una colina en la zona suroeste de Minas, próxima al arroyo San Francisco, lo transforma en un jalón de ineludible referencia visual. Es el único mirador 360º de la ciudad.

De los ingleses.

El mes pasado comenzaron las obras de restauración en el Molino de los Ingleses de la localidad de San Jorge, al norte del departamento de Durazno. La responsable del proyecto es la arquitecta Cecilia Fajián, quien explicó a El Acontecer que el trabajo “consiste en recuperar parte de la estructura del muro perimetral, que soportaba toda la maquinaria del molino”.

Este forma parte del patrimonio histórico-cultural de San Jorge junto a la capilla (de la década de 1920) que aloja una imagen de San Jorge de pie sin su caballo y una centenaria estancia.

Tahona de los Crocce.

Además de los atractivos naturales que tiene el departamento de Rocha, en esta zona del país también hay varios sitios de interés histórico que merecen una visita y uno de ellos es el circuito turístico de la zona rural Las Espinas.

Allí se puede encontrar, por ejemplo, Tahona de los Crocce, un antiguo molino que funcionaba en base al esfuerzo de mulas que movían las piedras del molino.

De ahí se solía extraer harina, mazamorra o gofio. Según el relato de Marlene Yacobazzo en “Rocha, testimonio de dos siglos”, el edificio se componía originalmente de una construcción en piedra de cerca de 80 metros de largo en línea recta, por más de seis metros de ancho en algunas partes y doce en otras. La construcción contaba además con otras anexas, depósitos, galpones, cobertizos, y el área de noria donde movían las mulas.

En el trabajo de Yacobazzo se cuenta también que Don Horario Crocce, llegado al Uruguay poco después de la Guerra Grande (1854), instaló su primera explotación comercial en la ciudad de Rocha, una gran quinta y huerta frutal sobre el arroyo que pasa por la ciudad. Se menciona además que este hombre, originario de la Liguria, tenía un gran carisma y buen sentido del humor, cuentan que en épocas de guerras civiles y revoluciones, cuando ya estaba instalado en Puntas de Don Carlos, logró disuadir sin alterarse, a las tropas que venían a requisarle los caballos y hasta las mulas que trabajaban en su atahona, para llevárselos al combate.

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