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Mina La Oriental: un paseo desconocido por las entrañas de las sierras de Maldonado

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Mina La Oriental

VACACIONES

Un recorrido entre formaciones geológicas sorprendentes en una vieja mina de cobre a kilómetros de Pan de Azúcar; hay actividades especiales para las vacaciones de invierno

Mina La Oriental

Agáchese y búsquelas. No es difícil. Aparecerán piedras con tintes verdes y turquesas de todos los tamaños que harán evidente el pasado del lugar. Ahí, en el kilómetro 37 de la Ruta 60, luego de atravesar cuatro porteras que lo llevan entre un paredón de vegetación, estará en el Parque Arqueológico Mina La Oriental.

Antes de que llegara Manuel Ascorreta a trabajar en estas tierras y luego se las cediera a su hija Lilian y esta a su hija Maika, estuvieron los españoles buscando oro pero encontraron cobre y, desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del XX, distintos empresarios de varias nacionalidades explotaron lo más que pudieron la veta antes de vender e irse. Los Ascorreta, unidos a la historia del lugar, permanecen en el sitio que recibe a los visitantes que se enteran de él casi que de casualidad.

Luis “Toto” Lanfranco llegó a La Oriental hace más de 10 años acompañando a Lilian, la gran impulsora del proyecto. Él recibe a El País en la última portera y relata con pasión lo que ha aprendido junto con los Ascorreta y cómo hoy esa mina de cobre y ese paseo por el corazón del cerro que está a punto de dirigir le recuerdan en todo momento a Lilian, fallecida repentinamente en 2021. Lo que para el visitante son tres horas de aventura en una cueva, para Toto y Maika es tenerla cerca.

La aventura por debajo de la tierra.

Casi en la entrada se encuentra el primer “diente de perro”. Basta con apuntar la linterna para entender el nombre. Son unas estalactitas (parten del techo hacia el suelo) bien blancas que parecen una dentadura canina. A medida que uno camina por la galería, esos dientes de perro se hacen más dominantes. Es lo que invade la zona que Toto prometió como la “joya” (y lo es): donde el vientre del cerro fue vaciado para quitarle el cobre, la naturaleza compensó con estalactitas y estalagmitas (del suelo hacia el techo) blanquísimas, finas o gruesas, suaves y rugosas.

Pase su mano y déjese maravillar: todo a su alrededor comenzó con una simple gota de agua mineralizada.

Mina La Oriental
Mina La Oriental. Foto: R. Figueredo

En esta parte del recorrido habrá visto cómo las paredes cambian de color: del blanco de la piedra caliza que ve apenas ingresa en la galería a tonalidades rojizas y de verdigrís, a golpes de destellos, al color negro. Habrá pasado por dos pozos de luz que dejan entrar aire fresco. Habrá tenido que agacharse en varios tramos porque las rocas están más bajas (y entonces agradecerá llevar casco). Habrá pasado por una zona donde no hay ventilación y sube la temperatura. Habrá visto un cenote. Y le habrán esquivado los murciélagos(se calcula que hay colonias de hasta 3 mil) que se despertaron con sus chapoteos.

Otra sorpresa de las entrañas de la Mina La Oriental es ver –posiblemente por primera vez– las perlas de las cuevas. Toto las muestra por todo el camino. Esas piedras esféricas se llaman pisolitas y son el resultado de dos factores: el agua y el tiempo. “La gota hace un giro en el agua y redondea”, explica. Día tras día, año tras año y siglo tras siglos, los granos de arena se cubren con finas capas de calcita. Y por las galerías hay millones.

En total, habrá caminado un poco más de 300 metros (600 contando el regreso), se habrá resbalado un par de veces y se sentirá un poco cansado. Pero habrá recibido el regalo de estar a 45 metros debajo de la tierra donde solo escuchará cómo el agua –en solo un instante de su viaje eterno moldeando el entorno– rompe el silencio.

Mina La Oriental
Mina La Oriental. Foto: R. Figueredo

Actividades en las vacaciones de invierno.

Por las vacaciones de julio, Parque Arqueológico Mina La Oriental tiene programadas actividades especiales para niños que incluyen trekking, fogones y meriendas, además del recorrido subterráneo. Los días 13 y 14 de este mes, a las 14 horas, habrá un encuentro entre educación ambiental y juego en la naturaleza. Para los adultos y familias se pueden realizar los recorridos guiados por una geóloga del CURE y una educadora ambiental hasta el 18 de julio (también va John, el perro de la familia Ascorreta). Hay que reservar vía web a minalaroriental.com.uy.

La dificultad es media y el personal de la mina entrega linternas, botas de goma y bastones de trekking si la persona requiere su uso. La duración del paseo es de tres horas y tiene un costo de $ 1.200 por persona (hay descuentos por grupo familiar).
Además de ser un emprendimiento turístico, Maika Oviedo las presenta como una “universidad a cielo abierto”. Del punto de vista personal, le ayudan a llevar adelante el duelo por la muerte de su madre, impulsora de la Mina La Oriental. Entre las rocas está el panteón que la recuerda.

Mina La Oriental
John, el perro de los Ascorreta, en la mina. Foto: R. Figueredo

La aventura en la superficie.

En la superficie hay más para ver. La visita al Parque Arqueológico Mina La Oriental, a pocos kilómetros de Pan de Azúcar, se completa con varios rincones. Se pueden recorrer, por ejemplo, los restos de las casas de los mineros, estructuras que cargan con más de 250 años de historia. Hay un pequeño museo donde se exhiben viejas brocas de perforación diamantina, herramientas, algunas vagonetas y viejos durmientes.

Una parada es frente al horno donde se fundía el cobre. Toto da una clase de minería: el coque –el que muestra– se embebía en fuel oil y se colocaba partes iguales de coque y de rocas en el interior. Se inyectaba aire y un horno de ladrillos refractarios precalentaba el aire. La temperatura tenía que alcanzar los 3 mil grados.

Mina La Oriental
Mina La Oriental. Foto: R. Figueredo

También hay restos de la refinería de cobre. En la Mina La Oriental primero se extraía la piedra; luego se hizo la infraestructura para obtener sulfato de cobre. “Interesaba muchísimo porque en la posguerra ya se usaba como fungicida y se vendía a laboratorios”, cuenta Toto. Al lado de una construcción donde ahora funciona una cafetería hay una pileta de miles de litros donde antes se echaba el ácido, el agua caliente y la piedra calcinada (hoy está llena de mojarritas).

Y el paisaje es un valor en sí mismo. Desde la Mina La Oriental se ven las Sierras de las Ánimas, el cerro Betete y las sierras que van hacia Minas. Aunque hay que caminar en dirección hacia la entrada de la galería para darse cuenta, este cerro tiene más de 200 metros de altura.

Mina La Oriental
Mina La Oriental. Foto: R. Figueredo

Con todo esto es que Lilian Ascorreta había iniciado gestiones ante la Unesco para que su Parque Arqueológico y otros emprendimientos de la zona recibieran el sello de geoparque, un proyecto que quedó suspendido por su fallecimiento. Su hija Maika así lo recuerda: “Mamá era defensora de que el espacio fuera lo más natural posible. Siempre decía que este es un patrimonio que nos trasciende a nosotros. Esta no es una herencia familiar; es un patrimonio universal”.

Mina La Oriental
Mina La Oriental. Foto: R. Figueredo

Una historia de varios siglos.

La Mina La Oriental está ubicada a unos 30 kilómetros al sur de la ciudad de Minas en las nacientes del arroyo Pan de Azúcar. En el libro Historia de la minería en el Uruguay a comienzos del siglo XX, de Néstor Baumann Santana, se cuenta que, según algunos historiadores, la mina fue trabajada por los españoles desde aproximadamente el año 1600 y otros desde 1754 y que muchos mineros fueron asesinados por los indios charrúas.

A mediados del siglo XIX llega un minero argentino llamado Pío Aguirre que continúa los trabajos en la galería principal ya existentes y realiza dos pozos y piques de ventilación. Uno de ellos tiene 60 metros de profundidad y está a la entrada del lugar. Cerca hay otro de 14 metros. Una de las compañías que extraían el cobre utilizaba fuerza hidráulica y todavía puede verse la rueda. Hubo franceses y estadounidenses interesados en el negocio. El lugar contaba con un importante plantel de maquinarias para la época y parte del material era procesado al pie de la mina. Reportes de 1883 señalaban que trabajaban unos 80 hombres y, según testimonio de Manuel Ascorreta, a mediados del siglo XX, antes del final de la explotación minera, llegó a ocupar a 100 obreros.

La familia hoy propietaria del lugar recuperó los títulos luego de un largo juicio. Lilian Ascorreta abrió el Parque Arqueológico Mina La Oriental en 2008 apostando al turismo natural no invasivo. Tras su fallecimiento en 2021, su hija Maika asumió la dirección del proyecto.

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