La enfermedad de la piel que más afecta a los niños e incide en la calidad de vida de adultos

La dermatitis atópica es una patología inflamatoria crónica de la piel que tiene repercusiones no solo físicas sino también en la vida social de quienes la padecen, pudiendo llevar a su aislamiento.

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Niño de cachetes colorados
Niño de cachetes colorados
Archivo El País

La dermatitis atópica es la enfermedad crónica e inflamatoria de la piel más frecuente en la infancia. El 85% se manifiesta antes de los 5 años y 5% la desarrolla en la edad adulta. En dermatología pediátrica casi un cuarto de las consultas son por esta enfermedad; es un registro que viene en aumento a nivel mundial.

Se caracteriza por brotes frecuentes, picazón intensa, irritación, dolor y enrojecimiento, síntomas que varían de acuerdo a la edad del paciente.

“En los niños los lugares típicos donde aparece son los pies, los brazos, la parte de atrás de las piernas; se ponen los cachetes colorados. En los adolescentes y los adultos los lugares cambian y pueden pasar al cuello o alrededor de los ojos”, explicó a El País la dermatóloga Agustina Acosta, profesora adjunta de la Cátedra de Dermatología con orientación en Dermatología Pediátrica.

Es una enfermedad para toda la vida porque se parte de la base de que el paciente que la padece tiene alterada la piel genéticamente. “Es una piel que tiende a ser seca y a inflamarse por sectores”, detalló Acosta.

Por lo general la máxima expresión clínica se registra en los niños. Muchos la tienen en forma leve o moderada y un poco menos frecuente en forma severa. En la adolescencia, por lo general, se mejora la parte clínica y en las personas adultas aparecen los síntomas en casos más concretos como cambios de estación o en situaciones de estrés.

“Yo siempre hago la comparación con el asma. Generalmente se manifiesta más en la niñez, en la adolescencia se mejora y en la adultez algunos tienen ataques de asma. La persona tiende a mejorar, pero es asmática toda su vida. Con la dermatitis atópica pasa igual, en vez de tener el bronquio afectado se tiene la piel”, ejemplificó la dermatóloga.

Doctora revisando a niña
Doctora revisando a niña
El País.

Cómo altera la vida

Como en toda enfermedad, un diagnóstico correcto y temprano es clave para realizar un tratamiento adecuado en el que, en el caso de la dermatitis atópica, se apunta fundamentalmente a mejorar la calidad de vida del paciente.

“Nosotros tratamos de explicarles que no vamos a curar la enfermedad, pero sí tenemos que lograrles mantener un período libre de la patología que sea largo. La persona tiene que estar la mayor parte del tiempo bien”, remarcó Acosta.

El diagnóstico es clínico y lo realiza el dermatólogo. “No hay examen de ningún tipo que lo confirme”, señaló la especialista.

En los casos leves quizás no se afecte tanto el día a día del paciente y solo haya que estar atentos a los momentos de brotes. Mientras que en los casos moderados o severos la calidad de vida sí se distorsiona más por dos cosas: primero porque las lesiones son más floridas y evidentes y entonces llaman más la atención, y segundo porque causan más molestias al paciente.

“La picazón y el prurito son muy intensos y el paciente se rasca. También le dificulta hacer actividades como deporte porque la transpiración hace que se brote o no pueda ir a piscinas de aguas muy calientes si tiene muchas heridas porque le duele”, detalló Acosta.

Una de las cosas que más se ve afectada es el sueño. El paciente no duerme bien porque se rasca todo el tiempo y eso incide en su vida diurna, está más cansado. En los niños afecta el rendimiento escolar e indirectamente también complica el sueño de sus padres. “Tengo padres de chiquitos de menos de un año que duermen agarrándoles los bracitos toda la noche para que no se rasquen”, contó la dermatóloga.

La dermatitis atópica también causa dolor porque de tanto rascarse la persona puede lastimarse y como consecuencia le cuesta mucho bañarse porque sufre haciéndolo.

“Nosotros les decimos a los padres que bañen a los niños todos los días y les pongan cremas, pero hay algunos que nos dicen que lo hacen solo dos veces por semana por lo que sufren. Tengo una madre que al año me dijo que su hijo era la primera vez que se bañaba y jugaba en la bañera”, comentó la especialista.

Y luego está el estrés como un factor desencadenante de síntomas. Los pacientes que tienen un examen de estudios o pasan por momentos complicados saben que se van a brotar.

Pero esa reacción también puede ocurrir por algo bueno, como un viaje o una boda, que son causantes de estrés.

“Si ya sabemos que vamos a vivir esa experiencia tenemos que prever que vamos a necesitar las cremas o ver de tener el antialérgico más a mano, no para evitar el brote grande, pero por lo menos para estar contenido”, recomendó Acosta.

Un elemento a tener presente es que si bien la dermatitis atópica es comparativamente parecida a la psoriasis porque ambas son enfermedades crónicas de la piel, causan mucha picazón y afectan la calidad de vida del paciente, son patologías totalmente diferentes y que por lo tanto se abordan de distinta manera.

En cuanto a la dermatitis atópica, Acosta insistió en que cada persona la vive de manera diferente, con síntomas que “imponen una carga física, psicológica y económica significativa”.

Tratamientos: desde cremas hasta fármacos biológicos

La dermatitis atópica tiende a disminuir con el paso de los años, pero eso no quita que haya que realizar un tratamiento que seguramente ayudará a enfrentar los momentos de empuje de la enfermedad.

“Cada persona es una individualidad”, remarcó la dermatóloga Agustina Acosta, lo cual determina que se vaya subiendo en la escala terapeútica de acuerdo a cómo vaya evolucionando el paciente.

Se comienza tratando con jabones adecuados y cremas hidratantes. “Para los brotes más bien leves lo que más utilizamos son corticoides tópicos, con precaución porque son corticoides”, explicó la especialista.

Si no da resultado se pasa a la fototerapia, que es darle a la piel una luz similar a la de los rayos solares. Acosta contó que el sol en horas adecuadas y en justas dosis (15 minutos) le hace muy bien tanto a los pacientes con dermatitis atópica como con psoriasis; desinflama la piel.

Si la fototerapia no funciona o el paciente no puede acceder a ella porque solo está disponible en cinco departamentos del país, se escala a los tratamientos sistémicos. Acosta aclaró que hay que saber que son medicamentos inmunomodeladores, es decir que bajan las defensas.

Finalmente están los fármacos biológicos o medicamentos de alto costo, algunos que ya están en Uruguay y otros que están llegando. “Lo que hacen es ir más específico a lo que le falta a la piel o lo que está alterado de la piel. Si bien tienen sus efectos adversos, atacan más puntual lo que es la enfermedad”, señaló.

El Ministerio de Salud Pública aprobó el inhibidor JAK para mayores de 12 años, indicado para pacientes con dermatitis atópica severa. Ya se venía usando dentro del Fondo Nacional de Recursos (FNR) para la artritis reumatoidea. “Es una pastilla que se toma todos los días”, detalló la dermatóloga.

De todas formas advirtió que el FNR todavía no lo incluye para dermatitis atópica, por lo cual los pacientes tienen solo dos formas de acceder a él: comprándolo, teniendo presente que es un medicamento de alto costo, o por el mecanismo del recurso de amparo.

Bebé
Bebé
Foto: El País

El dermatólogo al frente de un equipo con más médicos

La dermatitis atópica es una enfermedad de abordaje multidisciplinario. Si bien el dermatólogo es el que dirige el control y evolución de la patología, hay una serie de profesionales que también participan del tratamiento.

Uno de ellos es el psicólogo dado que, sobre todo en los casos moderados y severos, tiene consecuencias emocionales. “Es como un círculo vicioso: tengo la enfermedad porque estoy nervioso, pero la propia enfermedad me genera angustia y estrés, entonces no logro salir de esos brotes”, explicó la doctora Agustina Acosta.

Agregó que está bueno que, sobre todo los adolescentes, recurran a un psicólogo para aprender a manejar la enfermedad, la parte de ansiedad y también la del posible rechazo social.

Otro profesional que suele intervenir es el oftalmólogo, porque puede derivar en afecciones de la vista.

En el caso de los niños, los pediatras son muy importantes y por eso la Sociedad de Dermatología del Uruguay brinda talleres para prepararlos, sobre todo para tratar las afecciones leves, cosa que también hace con médicos de familia. Los casos moderados y severos se busca que estén en manos del dermatólogo.

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