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El día que un antivacunas volvió a tener su cuenta de Twitter

Twitter. Foto: pexels

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Analizar lo que viene ocurriendo con activistas similares a Gustavo Salle da una pista sobre la suerte que correrá

El jueves 25 de agosto fue un nuevo aniversario de la Independencia uruguaya. Y también fue el día en el que el activista político y principal figura de los movimientos uruguayos contra las vacunas para covid-19, Gustavo Salle, se encontró con su cuenta de Twitter suspendida.

No sabemos qué decía el aviso que recibió de la red social, ni se le indicaba el motivo específico por el que su cuenta fue suspendida ni tampoco si la suspensión fue temporal o permanente o si está sujeta a la eliminación de un tuit específico. Todos escenarios posibles.

Sabemos sí que Salle asegura que se debió al uso de la expresión “antiplandemia” en uno de sus posteos. “Puse un tuit referido a que no veía que los combatientes antiplandemia se movilizaran por el tema del narcotráfico. Ese fue el tema. Lo que detonó la suspensión fue haber utilizado el término antiplandemia, que esta red no acepta pese a todas las evidencias que se manejan”, dijo Salley lamentó que tenía 89.989 seguidores y llevaba casi 12 años de actividad.

Salle, que aunque es abogado quemó su título en un vivo de redes sociales, dijo que piensa apelar la medida pero es consciente de que va a ir contra la misma empresa que lo sancionó.

Tal vez analizar lo que viene ocurriendo en todo el mundo con activistas similares y las redes sociales nos de una pista sobre cuál puede ser la suerte que corra Salle en esa aventura. Claro está, recordando siempre que para las plataformas (y para tantas otras cosas) Uruguay no es Estados Unidos.

Hace un año este mismo mes, Twitter suspendió de forma permanente una cuenta de 340.000 seguidores por “repetidas violaciones a las reglas comunitarias acerca de la desinformación sobre el covid19”.

El dueño de esa cuenta es un experiodista del diario The New York Times, Alex Berenson, que se define a sí mismo como un “escéptico de las vacunas”. Inició una demanda judicial reclamando que le devolvieran su cuenta.

La mayoría pensó que Berenson no tenía absolutamente ninguna chance de tener éxito, al punto tal que un abogado norteamericano se tomó el trabajo de leer página por página la demanda y hacer un hilo de Twitter asegurando que los abogados que había contratado Berenson eran “una banda de incompetentes” dispuestos a presentar un “caso condenado” al fracaso.

Sin embargo, y de alguna forma, los incompetentes ganaron. Twitter tuvo que devolverle la cuenta a Berenson como resultado de que “las partes alcanzaron un acuerdo aceptable para ambas”.

Más allá de los méritos específicos del caso de Berenson, por años muchas personas que han sido expulsadas de Twitter, Facebook y YouTube han intentado volver demandando a las plataformas y la enorme mayoría de sus casos han sido desestimados.

Sin embargo, lo que ocurrió con Berenson es una excepción. Según un artículo publicado por The Atlantic, Berenson logró ganar porque probó que un alto directivo de Twitter le había dicho que sus tuits no contravenían las reglas de la empresa y que no había sido nunca considerado un problema.

Aparentemente lo que Berenson decía sobre las vacunas no estaba tan mal o en realidad si lo estaba pero tenía amigos en lugares elevados que luego no pudieron seguirlo protegiendo.

Como hemos escrito en otras ocasiones, la moderación de contenidos en plataformas es un tema complejo, entreverado y cada vez más importante como para dejarlo en manos de empresas y directivos que toman decisiones arbitrarias, poco explicadas y extremadamente poco transparentes. ¿No tendría que ser parte de una decisión de más personas e instituciones qué podemos y qué no podemos seguir diciendo?

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