Nueva York - Un estudio realizado por el Blacksmith Institute, un organismo internacional de investigación, da cuenta que la contaminación ambiental está poniendo en riesgo seriamente la salud de más de diez millones de personas en todo el mundo.
El trabajo, que duró más de siete años, fue efectuado con la colaboración de un equipo de expertos de la John Hopkins University, el Mount Sinai Medical Center y la City University de Nueva York, en más de 300 sitios de todo el planeta.
El documento también señala las diez ciudades más contaminantes del mundo.
Junto al nombre trágicamente famoso de Chernobyl, que, a veinte años de distancia del accidente nuclear más grave de la historia, pone todavía en peligro con sus radiaciones a más de cinco millones de personas, existen otros datos desconocidos para la opinión pública.
Las ciudades en cuestión, si bien entre ellas lejanas, tienen algunos puntos en común: se encuentran normalmente en lugares periféricos de los paises, son habitadas por comunidades pobres y explotadas por las materias primas de las que disponen o por la utilización de instalaciones con estándares absolutamente insuficientes.
Un caso es el de la ciudad china Linfen, cuyo aire resulta irrespirable debido al polvo proveniente de las minas de carbón, o la exótica Haina, en República Dominicana, donde los líquidos tóxicos derivados del reciclaje de las baterías de automóviles está ya contaminando las faldas acuíferas.
También Rainpet, en India meridional, donde los mayores daños los causa el nitrógeno utilizado en la curtiembre de las pieles.
Sobre las ciudades Norilsk, Dzherzhinsk y Rudnaya Pristan, el director del instituto, Richard Fuller, dijo: "es como ser catapultados a un tremendo filme de horror".
En Norilsk, ciudad del Círculo Polar µrtico fundada en los tiempos de José Stalin -que gobernó la entonces Unión Soviética entre 1927-1953- como campo de trabajo para disidentes, no existe control alguno de las decenas de minas de carbón y plomo existentes.
En Dzherdzhinsk, instalaciones de fabricación de armas químicas como el sarín o el gas mostaza hacen que la esperanza de vida de aquellos que habitan esos lugares no supere los 42 años de edad.
En Maili-Sai, en Kirguistán, la esperanza de vida se ubica entre los 40 y 43 años, debido a los yacimientos de uranio abandonados en la época de la entonces Unión Soviética.
A su vez, en Kabwe, Zambia, una de las diez ciudades que figuran en esta "lista negra" del informe, el nivel de plomo presente en la sangre de los niños que tienen la desventura de habitar esos lares supera, en promedio, diez veces más la de sus coetáneos estadounidenses.
"Los problemas mayores se refieren a los propios niños que presentan fuertes retrasos en su crecimiento y problemas mentales de variado tipo", explicó Fuller, quien agregó que "este estudio ayuda a comprender que vivir en estos lugares equivale, en la práctica, a una condena a muerte".
ANSA