Publicidad

El caniche también muerde: porqué la raza no explica la agresividad

Compartir esta noticia
Bichón Frisé, perro

BIENESTAR ANIMAL

Nadie denuncia la mordedura un cocker o caniche pero figuran en entre los casos más frecuentes; experto indica que la clave está en la crianza

Este contenido es exclusivo para nuestros suscriptores.

“Nadie va a decir que lo mordió un caniche o un chihuahua porque da vergüenza”, dijo una veterinaria sobre una realidad que ve en el consultorio y que se vive en muchos hogares: muchos eventos agresivos provocados por perros no son ejecutados por las razas que popularmente se consideran peligrosas. Es más, muchas de estas lesiones, de menor o mayor magnitud, registradas por varias fuentes de investigación, entre ellas por la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República, no coinciden con la lista propuesta por la diputada colorada Nibia Reisch para su “reclusión permanente”.

Las razas que enumera el proyecto son las siguientes: akita, amstaf, rottweiler, pitbull, mastín napolitano, tosa japonés, dogo argentino, dogo de Burdeos, bullmastiff, American Staffordshire terrier, Staffordshire bull terrier, perro de presa mallorquín, presa canario y fila.

Perro pitbull. Foto: Pixabay
Perro pitbull. Foto: Pixabay

Pero a excepción del rottweiler y el pitbull, ninguna de las otras aparece en los estudios de Juan Pablo Damián, docente e investigador del Departamento de Biociencias Veterinarias. Por ejemplo, allí aparecen algunos que, como el caniche, son una ternura a la vista: como el labrador o el cocker.

En Montevideo se realizaron estudios analizando tres fuentes diferentes de información sobre la implicancia de las razas en la agresividad canina: consultas de etología clínica, registros de denuncias de mordeduras de perros a personas en el Ministerio de Salud Pública (MSP) y la percepción de los veterinarios clínicos.

La primera reveló más casos por cocker, cimarrón, labrador y rottweiler; pero cuando se analizó el factor de riesgo de la raza en la agresividad (cociente entre el porcentaje de la raza en la agresividad sobre el porcentaje de la raza en la población canina), los resultados muestran otro orden: rottweiler, cocker, cimarróny labrador.

Cuando se obtuvo la información del MSP, los resultados fueron los siguientes: ovejero alemán, cimarrón y rottweiler. Para el análisis en función del factor de riesgo los resultados también cambiaron el orden: rottweiler, ovejero alemán y cimarrón.

Y cuando se obtuvo la información desde la percepción de los veterinarios clínicos, las razas de perros que ocuparon los primeros lugares fueron los perros tipo pitbull, ovejero alemán, cocker y cimarrón.

La clave está en el comportamiento y aprendizaje.

En Uruguay se reportan cada año entre 2.500 y 3.000 mordidas por perros. La población más vulnerable son los niños y, entre ellos, los varones. Del total, la mitad de los casos estuvo relacionada con un perro cruza o mestizo.

A juicio de Damián, el listado del proyecto de ley no toma en cuenta la casuística nacional. “Todos los perros son potencialmente peligrosos”, indicó. Y explicó: “La raza no es determinante. Si lo fuera, todos los pitbull serían agresivos o todos los rottweiler y, en realidad, hay una gran cantidad de familias que tienen estos animales y no presentan señales de agresividad. Sin duda hay factores genéticos que pesan en la respuesta del comportamiento, pero hay toda una parte que es fundamental que es el ambiente, cómo lo crías, cómo lo cuidás y qué aprendizaje le das”.

Por ejemplo, en la lista propuesta por Nibia Reisch no aparece el ovejero alemán que sí es motivo de consulta por agresividad. Sobre esta raza, el veterinario apuntó que muchos ejemplares son entrenados para el ataque y la defensa por lo que se terminan vinculando a episodios de lesiones.

Paseo con perro. Foto: Pxfuel.
Paseo con perro. Foto: Pxfuel.

Entonces, ¿qué tiene que hacer el dueño de un perro cualquiera sea su raza? “Educación y prevención”, resumió Damián. Lo primero es acudir al veterinario ante la primera señal de agresividad, lo que ocurre en un 60% antes del año de vida. No quiere decir que el animal quiera hacer daño, pero hay que saber cómo responder. El veterinario relató que ellos juegan con una serie de señales que son “imperceptibles” para los humanos. Si mordisquean la mano del tutor y reciben comida entienden que son los que mandan en la casa. Si juegan a tironear de una cuerda con su dueño, este puede entender que es un acto divertido para su mascota, pero esta entiende que está en una competencia. “Hay una serie de señales que hay que saber interpretarlas muy bien y que la familia tiene que saber cómo manejarlas. El perro, tratado con cariño, no puede pasar ciertos límites sino puedan darse lugar a las agresiones”, comentó.

Los casos más complejos de agresividad requieren la intervención de un etólogo, un especialista en comportamiento animal. Este visita el hogar y recaba información acerca de la adopción, alimentación, hábitos, entre otros aspectos. Analiza, por ejemplo, si existe un “conflicto social” con la familia. Esto se da cuando con los machos, sobre todo, llegan a la pubertad y quieren colocarse por encima en el rango social que constituye la familia. Antiguamente se llamaba esto “agresividad por dominancia”. Pero también puede influir una agresividad por miedo, juego, territorial, depredadora, entre otras, que se debe clasificar si está dirigida a otro perro, animal o humanos. También ve si la familia le responde con miedo porque eso hace que el perro refuerce aun más su lugar.

El etólogo plantea tratamientos que van desde el entrenamiento, la castración en machos (que según Damián puede reducir la agresividad hasta en un 80% aunque hay gran variabilidad en la respuesta) hasta medicamentos. No obstante, el riesgo nunca es cero.

En materia de educación y prevención, el docente e investigador del Departamento de Biociencias Veterinarias sostuvo que los conceptos de bienestar animal y entendimiento de comportamientos deberían ser enseñados en escuelas y liceos.

Hay que tener en cuenta que la agresividad de los perros es una causa frecuente de abandono canino, estrés y eutanasia y, además, también afecta negativamente a otras especies (como ovinos, bovinos y aves), lo cual puede propagar enfermedades y ocasionar pérdidas económicas a nivel productivo.

Un último elemento importante a considerar son los efectos negativos que genera la agresividad canina a nivel rural, atacando y generando lesiones y muertes en especies productivas (principalmente ovinos, bovinos y aves). Este último elemento adquiere gran relevancia desde el punto del bienestar animal, dado que el animal quien recibe el ataque puede quedar con grandes lesiones, dolor, estrés e incluso puede llegar a sufrir la muerte. Además, el ataque de perros a especies productivas puede propagar enfermedades y ocasionar pérdidas económicas a nivel productivo.

Con todo, Damián entiende que ya hay reglamentaciones (nacionales y departamentales) sobre comportamiento animal que deben ser fiscalizadas, antes de proponer leyes más rigurosas sin aval científico y más complejas de concretar. En este sentido, consideró que el futuro Instituto Nacional de Bienestar Animal es el ámbito adecuado para discutir y proponer idea sobre los temas concernientes a la salud humana, animal y ambiental.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad