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Cada vez más personas recurren al "lettering" como hobby, terapia o un trabajo extra

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Lettering

TENDENCIAS

El arte de dibujar letras cada vez gana más adeptos en Uruguay y proliferan los talleres. En una clase de 3 horas se pueden adquirir los conocimientos básicos, el resto es cuestión de práctica.

En septiembre de 2018, a poco de cumplir 36 años, Patricia Fabre debió internar a su esposo en el Hospital Evangélico por una complicación respiratoria derivada de su enfermedad, ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Lo que pensó que serían unos pocos días, se transformaron en 40. “Comencé dibujando durante el día todo lo que veía por la ventana, pero por las noches tenía que encontrar algo para mantenerme despierta, en alerta, y fue ahí cuando la magia comenzó”, recordó de su primer contacto con el lettering.

Empezó a mirar videos y seguir cuentas vinculadas con esta actividad. “Supe que era para mí, en mi mente me veía realizándolo”, dijo quien, ya de vuelta en casa, se encontró con una publicación de Casa Magnolia en la que se anunciaban talleres dictados por Silvana Chambón. Se lo comentó a su hermana Rosemary quien, días después, la sorprendería regalándole el curso. Ahora estas hermanas profesoras de música de Ecilda Paullier (San José) dictan sus propios talleres bajo el nombre Lettering Uruguay.

“Siempre arrancamos aclarando las diferencias que hay con la caligrafía, ya que suelen confundirse y pensar que son lo mismo. Si bien comparten algunos aspectos, el lettering es el arte de dibujar letras, mientras que la caligrafía es el arte de escribir con una letra hermosa, pareja, con una estructura determinada siguiendo distintas reglas y estilos”, explicó Patricia.

Una de las cuentas de Instagram que inspiró a esta maragata fue Stellarium, creada por la maestra de escuela Stella Suárez, pionera en la enseñanza del lettering en Uruguay. “Hace unos años empecé a ir a un taller de acuarelas y me di cuenta de que me gustaba más dibujar las letras que pintar”, contó quien desde entonces empezó a investigar sobre el tema. “Vi que en Uruguay no había casi materiales y que no había quién enseñara, entonces aprendí en forma autodidacta viendo videos y comprándome libros y materiales por Amazon”, apuntó.

Stella creó una cuenta en Instagram, primero para mostrar pinturas y luego con videos en los que aparecía escribiendo. De a poco se fueron acercando interesados que empezaron a preguntarle si enseñaba. “A los meses tomé la decisión de dar un primer taller, fue en diciembre de 2017”, recordó.

Una de sus alumnas fue la docente de inglés Natalia Ferraro, hoy al frente de Picket. “Es un emprendimiento que empezó como un hobby hasta que me llamó Mariana, de Casa Ernesta (Ellauri 999), para dar talleres de lettering y ahí comenzó a crecer un poquito más”, relató quien dicta talleres en su Canelones natal y además realiza trabajos vinculados a esta actividad, como logos, pizarras, cartelería de bodas, diseños en papelería y hasta lettering en vivo para eventos empresariales.

Mayoría de mujeres, pero también hay hombres

Si bien el lettering está abierto a todas las edades y sexos, predominan las mujeres de entre 20 y 40 años y las adolescentes. En general lo hacen como hobby, pero luego suelen tomarlo como una actividad extra a sus profesiones o trabajos, o dictan talleres. Para otros complementa su actividad, como los diseñadores gráficos. Stella Suárez ha tenido alumnos hombres, en general relacionados a la rama artística, estudiantes de diseño o tatuadores. “Está bueno ver el contraste de las chicas y un hombre súper masculino, de tatuajes y piercings, practicando sus letras igual que todas las demás”, contó.

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En Casa Ernesta, la mayoría de las alumnas son mujeres de mediana edad y también adolescentes.

Mucha práctica.

Estas tres docentes de lettering coinciden en que no es necesario saber dibujar para iniciarse en este arte. “Por el contrario –afirmó Patricia–, creemos firmemente que lo mejor es comenzar como una tabula rasa, ya que arrancamos desde cero, con trazos básicos y fáciles”.

Stella acotó que con solo saber escribir y conocer las letras es suficiente, por lo que se puede comenzar desde niño. “De hecho me pasa con adultos que me dicen ‘no escribo nunca’ o ‘escribo solo en la computadora, necesito volver al papel, no sé nada de nada’ e igual lo logran. Es adaptar la forma en que agarrás el marcador o hacés la letra. Me parece que, a base de práctica, cualquiera puede tener una letra preciosa”, explicó.

Natalia, por su parte, señaló que “todos pueden aprender. Lo que sí hay que tener es mucha paciencia porque es algo que lleva tiempo, como tejer, dibujar o tocar un instrumento”. Eso significa que en un curso de tres horas, que es el que se dicta para principiantes, se puede aprender la técnica para que luego la dedicación haga el resto. “Mucha práctica, mucho video y mucho aprender por uno mismo”, detalló Natalia.

“Yo siempre les digo ‘acá les enseño todo lo que sé, después si ustedes no practican es como si no hubiesen hecho el taller’”, dijo Stella. La docente coincide con quienes afirman que solo basta tener un lápiz y una goma para empezar pero, si se va a seguir el camino del lettering, “vas a necesitar brush pen (marcadores con punta de pincel), con uno alcanza. Luego, dependiendo cuanto te envicies, es lo que vas a agregar”, señaló.

Patricia, en tanto, afirmó que “no hay límite para la creación ni materiales ya que podemos realizar lettering con otros elementos como comida (food lettering), el dedo o una ramita sobre la arena y así podríamos enumerar un sin fin de aplicaciones”.

La pandemia obligó a los talleres online

El coronavirus obligó al lettering a implementar talleres online a pedido de los alumnos. Con la ayuda de la papelería Tangram, que siguió haciendo envíos, Stellarium instrumentó las clases por Zoom. Adaptó dos cámaras, una que enfocaba sus manos y otra para un plano general que mostrara los movimientos de su cuerpo y posturas. Por su parte, Lettering Uruguay dicta talleres online personalizados “en lo posible con dos cámaras, la frontal de la computadora y sugerimos la del teléfono para ver sus manos”, explicaron. Las docentes coincidieron en que lo presencial es lo mejor.

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No hay que confundir con caligrafía, que es el arte de escribir con buena letra.

En auge.

Stella, la pionera en Uruguay, contó que el boom del lettering por estos lados comenzó hace un par de años. “He intentado hacer un cálculo de cuántos alumnos he tenido en estos tres años y han sido más de 300 seguro, que me parece que es un montón para algo que la gente hace por hobby, no tiene una salida laboral tan importante”, opinó.

Sus colegas coinciden en que la demanda de cursos ha crecido mucho. Natalia dijo que, además, han aumentado mucho los pedidos personalizados que le realizan, por ejemplo, para bodas o diseño de papelería. “Puede tener que ver con que yo me he inclinado un poco más a la ilustración y que trabajo en digital, entonces está mezclado, podría ir un poquito más por allí”, analizó.

Las tres también destacaron lo terapéutica que puede resultar esta actividad. Patricia lo resume muy bien al decir que “en ese momento somos la hoja, el marcador y yo. No hay estrés ni problemas, es como meditar con la mano. A su vez, al ver el progreso que lográs día a día, te ayuda a mejorar tu autoestima, felicitarte a ti mismo y gustarte lo que hacés. Esto se refleja automáticamente en la felicidad que te produce… Entrar en el lettering es un camino solo de ida”.

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Tiene múltiples usos: carteles de casas de café y té, eventos como bodas y papelería en general. 

Los cursos duran tres horas e incluyen los materiales

El curso estándar de lettering insume unas tres horas. Se enseñan los conocimientos básicos, se insiste con la práctica y. por lo general. se realiza un trabajo final. Luego, si los alumnos están interesados pueden seguir con talleres más avanzados. Lettering Uruguay (Patricia y Rosemary Fabre) ofrece un segundo módulo que consta de distintas técnicas, soportes, herramientas, mezclas de colores, sombras, brillos, efecto 3D. Natalia Ferraro ha dictado cursos avanzados enfocados más en el uso del pincel y otras técnicas o concentrado en una temática, como la Navidad, en que sumó la acuarela o el dibujo de flores. Stella Suárez cuenta que ocurre mucho que los alumnos luego sigan con talleres de scrap (técnica de personalizar álbumes de fotos o agendas), donde se aplica mucho el lettering. En cuanto a los materiales que se necesitan, lo básico para empezar es un lápiz y una goma, pero lo ideal es hacerlo con marcadores o brush pen (marcadores con punta de pincel) que hoy se encuentran fácilmente en las papelerías uruguayas. La marca más conocida y recomendada es Tombow, pero hay otras. Tanto los talleres de Stellarium como de Picket o Lettering Uruguay incluyen los materiales (marcadores, plantillas, hojas) y obsequian marcadores para seguir practicando en casa. Además, ofrecen un break para compartir un café o jugo con algo rico, una de las diferencias entre clases online (sin merienda) y presenciales; la otra es la entrega de materiales.

Stellarium

Stella Suárez es una de las pioneras en Uruguay en la enseñanza del lettering. Dicta sus talleres en la academia de inglés Bike (Chaná 2393); también ha enseñado en la librería Escaramuza y en Casa Ernesta. La modalidad presencial cuesta $ 1.500 (3 horas, con materiales); por Zoom, $ 1.000.

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La maestra de escuela Stella Suárez es una de las pioneras de este arte en Uruguay.

Picket

Natalia Ferraro aprendió con Stellarium y luego comenzó a dar clases como hobby; hoy ya es un trabajo extra (es profesora de inglés). Da talleres en Casa Ernesta y en Canelones. El curso básico cuesta $ 1.300, incluye materiales y una merienda. Por la pandemia, redujo la concurrencia a 6 alumnos por clase.

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Natalia Ferraro es profesora de inglés y realiza esta actividad como un trabajo extra.

Lettering Uruguay

Patricia Fabre entró al mundo del lettering por la enfermedad de su esposo (ELA). Hoy dicta talleres en distintas localidades del país junto a su hermana Rosemary (son de Ecilda Paullier). El costo es de $ 800 para niños y $ 1.400 niveles inicial y avanzado. En pandemia son vía Zoom.

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Patricia Fabre descubrió este mundo cuando debió internar a su esposo por su enfermedad (ELA).

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