Un género con baja cotización

| Faltan dos días. Por el número de candidaturas al menos, "Temple de acero" parece la segunda favorita al Oscar de este año, y aunque es probable que no gane es raro ver a un film del Oeste en el listado

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Para muchos fue una sorpresa que "Temple de acero" de los hermanos Coen figurara entre las candidaturas al Oscar a mejor film. Al fin y al cabo, hoy el "western" no existe, o casi.

Puede ser más llamativo constatar empero que el género, que hasta los años sesenta pudo ser llamado con justicia "el cine norteamericano por excelencia", nunca contó con las simpatías de la Academia. Y seamos serios: cualquier lista de "las cien mejores películas de la historia", o algo así, debería incluir diez o quince "westerns" (y el número crece si se confecciona una lista de películas exclusivamente norteamericanas). Tres de los cuatro mejores narradores de la historia del cine de los Estados Unidos (Ford, Hawks, Walsh; el otro es por supuesto Welles, que nunca hizo un "western", pero esa es otra historia) han cultivado con frecuencia el género, y todos ellos tienen unas cuantas obras maestras en él.

AUSENCIAS. Sin embargo, ninguno de ellos fue premiado. Ford ganó a lo largo de su carrera cinco Oscar como director, cuatro por películas de ficción que no eran "westerns" (El delator, 1935; Viñas de ira, 1940; Qué verde era mi valle, 1941; El hombre quieto, 1952), uno por un documental (La batalla de Midway, 1942). La única vez que fue nominado (y perdió) fue por un "western", y por cierto uno de los mejores de la historia: La diligencia (1939).

Ni Hawks y Walsh, ni ninguno de sus films ganaron jamás un Oscar (al igual que cualquiera de los otros maestros del género: Anthony Mann, Delmer Daves, Budd Boetticher, Sam Peckinpah).

Cuando la Academia se ha ocupado de él, con candidaturas o premios a actuación, o alguno secundario, ha sido, generalmente, con ejemplos "atípicos", películas que podían ser muy buenas pero de las que se podía decir que no eran "únicamente westerns" sino también "cine serio", y que por lo general estaban hechas por cineastas ajenos al género. Un listado incompleto puede incluir la parábola del hombre acosado de A la hora señalada (1952) de Fred Zinnemann (Oscar de actuación para Gary Cooper), la obvia intención legendaria y metafórica de El desconocido (1953) de George Stevens (Oscar a fotografía, y otras cinco nominaciones), la amplia respiración novelesca de Horizontes de grandeza (1958) de William Wyler (Oscar a Burl Ives como actor secundario, candidatura a Jerome Moross por la música). En el caso del último film nombrado, alguna cronista uruguaya se creyó en la obligación de aclarar que no se trataba realmente de un "western" sino de "un film superior".

Seguramente debía creer que Río Rojo (1947), Río Bravo (1959) o El Dorado (1966) de Hawks; Más corazón que odio (1956) u otras seis o siete del mismo Ford; Mujer pasional (Johnny Guitar, 1954) de Nicholas Ray; El tren de las 3:10 a Yuma (1957) de Delmer Daves; Hambre de venganza (1955) y casi cualquier otra película de Anthony Mann; Estación Comanche (1960) u otros tres o cuatro de los siete films de la dupla Randolph Sott/Budd Boetticher, o Pistoleros del atardecer de Peckinpah eran "films inferiores".

Por contraste, en la lista de las cien mejores películas norteamericanas de la historia, el American Film Institute tiene a Más corazón que odio en el puesto número doce. En el mismo puesto (pero entre las cien mejores del cine mundial) está Río Bravo para la revista Ca- hiers du Cinéma, y Eric Rohmer pudo decir que a quien no le gustara Hawks no le gustaba el cine.

CRITERIOS. A lo mejor se trata simplemente de eso. A la Academia de Hollywood no le gusta el cine, o por lo menos no tiene mucha idea de lo que realmente es: idea y emoción generadas mediante imágenes en movimiento. Eso es lo que hace un tanto raro que Temple de acero (un buen, por momentos un muy buen "western", aunque no una obra maestra) figure con diez candidaturas, aunque es probable que a lo sumo se quede con una o dos estatuillas (fotografía, tal vez actriz secundaria).

Es posible que la Academia no haya pensado que era un "western" sino una película de los Coen, esos "independientes mimados". De todos modos, los académicos ya premiaron a los hermanos por Sin lugar para los débiles. No es probable que insistan con ellos, y tampoco van a insistir con Jeff Bridges como actor porque ya lo premiaron el año pasado por Un loco corazón, donde por cierto estaba mejor. De todos modos sería divertido un nuevo Oscar para Bridges: por primera vez en la historia, un mismo personaje le estaría permitiendo ganar la estatuilla a dos actores distintos. En 1969 fue el demorado Oscar de John Wayne.

Los tres westerns ganadores

Cimarrón

1931

El primer `western` premiado con el Oscar. Adaptación de la famosa novela de Edna Ferber (refilmada por Mann en 1960) es hoy una curiosidad. Tiene una formidable secuencia inicial (la carrera por las tierras) y un enfoque pro-indio inesperado en la época.

Danza con lobos

1990

Cuando la Academia premió la corrección política de este film de Costner (autor también del superior e ignorado Pacto de justicia, 2003), medio planeta creyó realmente que era "la primera reivindicación fílmica del indio tras décadas de racismo". Vuelvan a Ford, a Daves o a Mann.

Los imperdonables

1992

Otra propuesta para amnésicos: "la desmitificación del héroe tras décadas de mito". ¿Alguien se molestó en rever "Un tiro en la noche"? Buena película, aunque no el mejor "western" de Eastwood: algunos preferimos "El fugitivo Josey Wales".

Tío Oscar ignoró al mejor de la historia

En 1962 pasaron cosas raras con el Oscar. La excelente Lawrence de Arabia arrasó con casi todos los premios excepto el que más merecía: la labor de Peter O`Toole, para muchos la mejor actuación cinematográfica de la historia. La estatuilla a mejor actor se lo llevó el correcto pero no memorable Gregory Peck de Matar un ruiseñor.

Ese mismo año, Un tiro en la noche, tal vez el mejor `western` de la historia y uno de los diez o quince mejores films de todos los tiempos obtuvo una sola candidatura y perdió: ¡vestuario! ¿Alguien cree realmente que la vestuarista Head tuvo que esforzarse mucho para vestir a John Wayne de vaquero? Incidentalmente: si no se quería premiar a O`Toole, ahí estaba Wayne en una de las tres mejores labores de su carrera. Con un matiz: varios buenos actores pudieron ser Lawrence. Solo el Duke podía ser Tom Doniphon. Todo el film estaba construido sobre la destrucción de su propio mito.

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