HENRY SEGURA EN CIUDAD DE MÉXICO
Balance. Esa es la palabra clave que emplea Antonio Banderas para explicarse su vida, cuando está en la cresta de la ola generada por "Shrek Tercero", que el domingo pasado lo tenía en Ciudad de México y el martes en París.
No hay fórmulas mágicas insiste quien manifiesta una generosa capacidad de entrega ante el periodista: clava sus ojos y habla con rapidez para que el diálogo sea realmente provechoso. Afuera, en los pasillos del hotel, nadie puede adivinar que en esa pieza con puerta vidriada, casi a media luz, está una estrella de Hollywood que tiene su horizonte puesto en su país natal.
El equilibrio es lo que le permite contrarrestar la brutal demanda que desde hace seis meses le exigen el estreno de su segundo largometraje como director, El camino de los ingleses, y el lanzamiento mundial de Shrek Tercero. Por eso no ha podido evitar un contratiempo el lunes, cuando el film del ogro verde iba a ser presentado en el bosque de Chapultepec, acompañado por el actor mexicano Eugenio Derbez, que le da voz al Burro. El acto, en contra de lo que es usual, se demoró más de lo debido: Banderas había sufrido un pico de hipotensión que lo tuvo al borde del desmayo. Pero no renunció a su trabajo y bastó que le pusieran la música de la película para dar un salto hacia el escenario imitando al Gato con Botas. "No he gastado más de dos semanas en un sitio", recuerda.
Presente. Es otra de las claves que maneja el actor que hace diecisiete años llegó a los Estados Unidos, donde ocupa un lugar privilegiado en la competitiva vitrina de las estrellas, cobrando cifras muy respetables que en parte gastará dirigiendo películas que le dan la espalda a la taquilla. Desde este presente ha abierto una productora en España, destinada a hacer lo propio y lo de cineastas veinteañeros.
De igual manera, vivir el presente es el único consejo que se anima a dar a sus colegas más jóvenes. "Y que no se piense jamás en los resultados que se pueden obtener de la profesión", insiste.
Humildad. Tercera consigna que se impone el actor de La balada del pistolero y La máscara del Zorro. La esgrime sobre todo cuando se observa como director novel, como alguien que está aprendiendo un oficio y apela a la ayuda de colegas más ejercitados. Por eso es un ser agradecido. No tiene reparos en reconocer la importancia que jugó Guillermo del Toro en El camino de los ingleses.
El director de El laberinto del fauno fue convocado por Banderas a su casa para que viera el montaje que había hecho de El camino de los ingleses. Tenía cuarenta minutos más que la versión posteriormente estrenada. Cuenta el actor que fue del Toro quien le marcó los problemas que veía. "Ese arrebato de generosidad se lo agradeceré siempre", confiesa. Tanto que del Toro podrá tenerlo a su disposición cuando quiera.
Los ojos (que inspiraron a la mirada del felino espadachín) se le iluminan cuando entra a hablar de la saga Shrek. Más allá de lo divertida que son las incursiones por esas historias, Banderas tiene otro motivo de satisfacción: la importancia del Gato con Botas, un personaje que iba a ser episódico, en el segundo título, y que adquiere una dimensión extraordinaria en la tercera entrega del ogro y segunda del Gato.
En contra de lo que pueda imaginarse, el proceso creativo de Shrek empieza con la grabación de los diálogos. El trabajo es filmado y las cintas son entregadas a los dibujantes para que tomen expresiones corporales de los actores y se los incorporen a los personajes. "Es bastante bizarro cuando ves que el Gato hace cosas que tu haces", asegura Banderas. En esta tercera parte de la saga, el malagueño también se ha hecho responsable del doblaje al italiano y piensa que en las próximas dos entregas (Shrek está pensada en cinco partes), hará lo mismo con el japonés. "Aunque parezca inaudito el idioma japonés tiene algo que ver con el español, y es relativamente fácil porque como el personaje fue concebido con acento, se admite otro tono", explica.
Posiblemente entre la cuarta y quinta entrega de Shrek se haga la película en la que el Gato con Botas será la única estrella. La idea en principio fue pensada para la televisión, pero Banderas no aceptó pasar a ese medio, por lo que se decidió transformarla en película.
Al mismo tiempo que vive con intensidad la demanda de Hollywood, su cabeza una y otra vez gira hacia España. En su presentación en Chapultepec reflexionaba: "Nosotros los actores somos contadores de historias. Eso es lo que hacemos y tratamos de ser. Hollywood es un mundo muy competitivo, muy fuerte, por lo que haberme mantenido diecisiete años con una media de trabajo interesante ya ha sido importante. ¿Cuántos años más voy a aguantar este ritmo de vida? No lo sé. Ahora me estoy planteando trabajar mucho más en mi propio país".
No es casual que tras su elogiado debut como director con Locos en Alabama, haya elegido un tema muy personal para su segunda dirección, El camino de los ingleses. La película, que fue comprada por una distribuidora norteamericana para América Latina, lo hizo volver a Málaga y juntarse con dos compañeros de colegio, casualmente también llamados Antonio. El autor de la novela en que se basa el film es Soler, y el otro, Meliveo, además de productor se encargó de la banda sonora. Un viaje a los orígenes que si bien no es autobiográfico tiene mucho de personal. La crítica la recibió calurosamente pero la taquilla no tanto. Banderas lo sabía y el dato no lo frustra. Sabe que no es fácil ser un autor en los tiempos que corren pero, como dice, "para hacer cine comercial estoy en Los Ángeles. Si voy a Málaga es para experimentar nuevos valores".