Sergio Renán y su fuerte vínculo con el Uruguay

Renán hizo su último montaje para teatro en Montevideo.

Un entrevistado puede dejar en el periodista todo un rango de impresiones, desde la frialdad hasta las ganas de comunicarse. Sergio Renán, el gran artista argentino fallecido el pasado sábado, fue entrevistado por El País en más de una ocasión, cuando vino a poner en escena La visita, con la Comedia Nacional en el Teatro Solís. Y aquellos encuentros permiten recordar hoy a un hombre sensible, franco, duro con él mismo y su propio trabajo. Ya el artista había sufrido una operación en la garganta que le obligaba a hablar con esfuerzo y dificultad. Sin embargo, su voluntad de comunicarse estaba por encima de su dolencia.

"Tengo un rechazo enfermizo a ver viejas fotos mías, y mis películas normalmente no las vuelvo a ver. Porque tengo una enfermiza selectividad para detectar lo que no me gusta de mis películas. En el caso del teatro uno tiene la posibilidad de recordar las obras como maravillas, hayan o no sido", comentó un par de años atrás. Y agregó: "Tengo muy clara la persona que soy y mi enorme nostalgia por aquella apariencia que veo en mis fotos de antes, por ser aquel que veo. No lo puedo controlar. El paso del tiempo es algo difícil, yo a veces me miro como supongo que se miraría una vedette que envejece, con una mirada minuciosa". Y con una franqueza poco común, afirmó: "Tengo una relación difícil con mi cuerpo".

El nexo de este artista con Uruguay abarca más de cuatro décadas, y va desde el impacto que supuso el estreno de la película La tregua, de 1974, hasta la puesta de La visita el año pasado. Más aun: en agosto próximo, se verá en el Solís la ópera L elisir d amore, una coproducción con el Colón de Buenos Aires que contó con dirección de Renán. Así, sus últimos trabajos para la escena, lo vinculan a este lado del Plata, donde no actuó tanto: se lo recuerda en un mano a mano con Norma Aleandro en Querido mentiroso, en el Teatro Stella, en 2003.

"Muchos argentinos establecimos con Uruguay un vínculo desde un lugar muy admirativo, por razones objetivas, por todo lo que el país produce en materia artística, en relación con su tamaño", comentó en una ocasión, ironizando que si tiene algún mal recuerdo de este país, era futbolístico. "Asoció Uruguay a democracia, destacando la deslumbrante cultura de la que dio como ejemplos a Juan Carlos Onetti, Felisberto Hernández y Homero Alsina Thevenet, el único crítico cuya aprobación deseaba", afirmó el año pasado, al recibir en el Solís la declaración de Visitante Ilustre.

Sobre La tregua hizo afirmaciones duras, hablando llanamente de los defectos de su película. "Le encuentro tantos defectos, que me cuesta entender cómo gustó tanto. Reconozco que hay un punto de partida, que es la historia, de una comunicatividad absolutamente inusual, en espectadores muy diversos, de diversa edad. No conozco un fenómeno parecido. No conozco otro fenómeno a nivel mundial, y no estoy diciendo que sea una gran película", afirmó entonces.

"Mi vida, en el mejor y en el peor sentido, estuvo signada por debuts muy estruendosos. Me acuerdo que al volver a Buenos Aires, de la nominación al Oscar por La tregua, recibí una amenaza de la Triple A. Me daban 48 horas para irme. Poco antes había muerto mi padre, y la propia nominación de la película fue muy movilizador para mí. En la misma lista de los amenazados estaba Benedetti. lo que significó de alguna manera mi reconciliación con él. Pero mi sensación era estoy hecho, no quiero nada más, no me voy nada. No por valiente, por inconsciente".

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Director:El hombre que filmó a Benedetti

n Entre las varias y elogiables cosas que hizo en su vida, Sergio Renán puede ser destacado como el cineasta que llevó a Mario Benedetti a la pantalla, con una valiosa adaptación de La tregua (1974), con Héctor Alterio y Ana María Picchio, que fue nominada al Oscar como mejor película extranjera. A Benedetti le molestó que la acción hubiera sido trasladada a Buenos Aires (Renán había hecho antes La tregua en televisión, y había conservado su original ambientación montevideana), y por eso Renán incorporó algunos planos de Montevideo en su siguiente adaptación benedettiana, Gracias por el fuego (1984), con Lautaro Murúa, Victor Laplace y Dora Baret. Renán dirigió otras nueve películas y actuó también en unas treinta más.

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El fallecido artista argentino era Visitante Ilustre de este país

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