El Circular repone "Se despide el campeón" dirigida por Alfredo Goldstein: un hombre confiesa su historia de amor

Escrita por el argentino Fernando Zavala, la obra es un unipersonal con Sergio Pereira como un entrenador de box y su relación con un boxeador

SE DESPIDE el campeón
Sergio Pereira en Se despide el campeón
Foto: Alejandro Persichetti

Hay algo “almodovariano” en Se despide el campeón, dice Alfredo Goldstein, director de esta puesta en escena de la obra del cordobés Fernando Zabala que vuelve este fin de semana al Teatro Circular.

Es, dice, “un toque kitsch que desarrolló Hugo Millán”, el encargado del diseño de escena de esta obra que acaba de integrar la grilla de Montevideo de las Artes. Es un unipersonal con Sergio Pereira (nominado al Florencio), con música de Fernando Ulivi y luces de Pablo Caballero.

Pereira interpreta a Lopecito, un entrenador con una relación especial. “Un boxeador, un entrenador, una muerte, un amor, el deseo llevado al límite”, según el resumen.

Goldstein trabajó “practicamente con todos” los elencos independientes y también con la Comedia Nacional. Tiene alrededor de 80 puestas estrenadas desde 1984, lo que es todo un record. El año pasado estrenó Las maravillosasde Antonio Larreta yKatia y Klaus de Dino Armas.

“Me gusta trabajar de manera diferente de acuerdo al autor. Uno tiene que ir buscando su camino, su forma de trabajar”, dice Goldstein. “Al principio tenía a los actores con ensayos de 12 horas. Y eso te vas dando cuenta con el tiempo que no es así. Mis ensayos de hoy son de dos horas: es el tiempo como justo para el actor y para el director”.

Se despide el campeón irá desde el 4 de febrero los sábados a las 21.30 y los domingos a las 20.00. en la Sala 1 de Teatro Circular. Las entradas están en la boletería del teatro o por Tickantel.

Sobre la obra, El País charló con Goldstein.

—¿Cómo llega a Se despide el campeón?
—Hace tiempo que no lo hago, pero solía ir a Buenos Aires y traerme una docena de libros de teatro, aunque no conociera a los autores. Y una vez compré un libro de tres obras de Fernando Zavala, un cordobés, y ésta me me dio vuelta en la cabeza mucho tiempo. Era un monólogo por lo que daba una mayor capacidad para poder plasmarlo en escena y además hablaba de algo muy importante en este país que es el tema de los prejuicios, Si bien la historia está ubicada en Córdoba, la traslado al interior del Uruguay. Por ahí aparece mencionado el río Yi, por lo que podría llegar a ser Durazno.

—Y ahí se confiesa esta relación...
—La obra empieza con un entrenador de boxeo llevándose a su casa el el cadáver supuestamente embalsamado de un boxeador. Ahí, uno va descubriendo la historia de amor que hay entre esos dos personajes. Y es una historia de amor en ese entorno. Lopecito no quiere revelar qué es lo que le pasa, pero al mismo tiempo se deja llevar por el deseo ante eso que le pasa. Lo refiere con frases como “pasó lo que tenía que pasar” o “son cosas de hombres” o “un momento de debilidad...”. Habla de los miedos para enfrentar esa situación: cómo hace un hombre casado y con una hija en ese ambiente de pueblo chico para aceptar sus propios deseos y hacerlos realidad. Y que pasa con lo que lo rodea. Es un conflicto perfectamente uruguayo. Este es un país en extremo discriminador.

—¿Cuál es el tono?

—Es una obra que empieza siendo casi de la picaresca criolla pero sin bucear del todo en eso. Pasa quizás por el melodrama y termina en el policial. Transita todas las facetas posibles y eso te da una riqueza estupenda para trabajar con el actor.

—¿Cuál ha sido la reacción del público?

—Queda como muy shoqueado. Tiene muchas vueltas de tuerca que lo llevan de esa cosa aparentemente superficial a algo que se va enredando. El público queda conmovido, también, porque hace bien hablar de este tipo de temas.

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