La famosa actriz argentina que pensó en dejar todo para poner un restaurante trae su unipersonal a Uruguay

Natalie Pérez debutó en el unipersonal con "Las cosas maravillosas", y lo presenta en El Galpón. Antes habló con El País sobre de su carrera, la salud mental, la espiritualidad, su próximo disco y la llegada de los 40.

Compartir esta noticia
La actriz y cantante Natalie Pérez.
La actriz y cantante Natalie Pérez.
Foto: difusión

¿Quién soy? ¿Qué hago? ¿A qué vine? ¿Por qué y para quién trabajo? Natalie Pérez es una máquina de hacerse preguntas. Se cuestiona todo: la exposición —que no eligió, ya que debutó en televisión a los 13 años en Chiquititas (Telefe)—, su carrera, su futuro, y hasta si su arte deja una huella. Es que su deseo original, revela a El País, siempre fue cambiar el mundo.

Muchas veces, tras llegar a su casa agotada luego de 14 horas de rodaje, se encontró cocinando un huevo revuelto y pensó en dejarlo todo. "¿Para qué trabajo tantas horas?", suele preguntarse. La respuesta llega rápido: la pasión es su mayor impulso. Hoy actúa y compone, pero mañana podría volcar toda esa creatividad en un libro o una pintura. Quién sabe.

En noviembre de 2026 cumplirá 40 años y este replanteo se intensifica. Está en la mitad de la vida y le reconforta que el arte le regale cierta inmortalidad. Mientras el caos mental convive con el paso del tiempo, sostiene un anhelo intacto: abrir su restaurante para cocinar sus manjares (se jacta de que todo le queda rico), cantar para los comensales y ver una larga mesa de domingo, como en su infancia.

Algún día, asegura, ese sueño se hará realidad. Mientras, sigue brillando en la pantalla —hace poco estrenó la película Mazel Tov en cines y luego en Disney+, pero antes actuó en Las Estrellas, Guapas, Esperanza mía y más —, y en los escenarios. Como cantante tiene tres discos, hace shows y prepara un cuarto álbum con lazos con Uruguay. En teatro se animó al desafío del unipersonal con Las cosas maravillosas, una obra cercana y cálida, que no necesitó más inspiración que el guion.

“Es tan poderoso el texto que te queda resonando”, asegura sobre la obra dirigida por Mey Scápola que presentará en Montevideo el 24 de julio, con doble función (20:30 y 22:30) en el Teatro El Galpón. Las entradas están en Redtickets.

De su debut en este formato, el método que usó para memorizar la letra, la salud mental, el disco que grabará en Uruguay y los sueños que la desvelan, habla en esta charla íntima con El País.

Natalie Pérez en el unipersonal "Las cosas maravillosas", que se presenta el 24 de julio en El Galpón.
Natalie Pérez en el unipersonal "Las cosas maravillosas", que se presenta el 24 de julio en El Galpón.
Foto: difusión

Las cosas maravillosas es muy humana, conmovedora, luminosa, y además es tu primer unipersonal. ¿Qué te llevó a aceptarla?
—Me divertía la idea del unipersonal. Había hecho muchas obras, pero nunca sola. Acá no existe la cuarta pared, estás en contacto directo con el público. El texto es increíble, parece que no estás actuando, sino contando una historia en primera persona. El vestuario es simple, sin escenografía ni luces, así que meter al público es mucho más difícil. Es como un podcast: podés cerrar los ojos y escucharme.

—La obra va cambiando de intérprete y viste la versión de Cande Vetrano antes de leer el guion. ¿Qué te pasó en ese primer contacto?
—Sí, Cande estaba embarazada y era una ternura. Dije: "es linda", pero tiene muchos números y sentí que no los iba a poder memorizar. Me agarró un poco de fobia, pero el proceso fue muy simpático. La obra es sobre una chica que inventa una lista de cosas maravillosas para ayudar a su madre, que está depresiva, y se los pega por toda la casa. Para aprender el texto dije: “Voy a ser esa chica”, y llené mi casa de papeles. Abrías mi heladera y dentro del frasco de mostaza estaba el 324, con la voz de Mercedes Sosa, como en la obra.

—¿Hiciste tu propia lista o conectaste con esas?
—Todavía no, es un pendiente para cuando termine. Tengo miedo de confundir la mía con la de ella.

—¿Cuánto te atraviesa el tema de la salud mental?
—Poco. Para las cosas extremas que pasaron en mi familia, estamos bastante cuerdos. Tuve mis momentos de desequilibrio, aunque nunca una depresión. En una época me daban ataques de pánico a fin de año por exceso de trabajo. No podía respirar, sentía que me moría. Es importante ocuparse. Yo hago una terapia alternativa con flores de Bach y tarot que me ayuda. La naturaleza y la vibración de las flores me calman.

—En una nota decías que sentías que te iba a hacer bien hacer esta obra. ¿Está pasando?
—Sí, el texto es poderoso y tiene frases que te quedan resonando, como: “No sé si puedo permitirme alguna vez en mi vida ser completamente feliz. No sé si tengo ese talento. Lo que me ayuda es saber que hay otros que también se sienten igual”. Al final no estamos tan solos, todos atravesamos algo.

—¿Te planteás el tema de la felicidad?
—Me hago mil preguntas por segundo: ¿quién soy?, ¿qué hago?, ¿por qué estoy acá? ¿A qué vine? Después digo: paremos, porque es al borde del caos. Una amiga me preguntó de dónde viene mi felicidad y le contesté: “¿Yo soy feliz?”. Me dijo que siempre estoy alegre y le dije que ni siquiera lo siento así. Uno también muestra algo que no es exacto lo que siente: todos nos ponemos una máscara para salir a la vida y protegernos.

—¿Sos muy espiritual?
—Sí, creo en Dios, me gusta prender velitas, sahumerios, estar en contacto con los cuatro elementos. No voy a la iglesia pero rezo, le pido a Dios.

—En tu primera biografía de Twitter ponías “ciclotímica de mierda”. ¿La espiritualidad te ayudó?
—Sigo pensando que lo soy, no porque cambie de estado, sino porque mi vida es medio ciclotímica: de repente canto, actúo, hago películas, y otras veces no quiero hacer nada más.

—¿Te pasó de querer retirarte o alejarte?
—Sí, todo el tiempo. No elegí la exposición, es consecuencia de mi trabajo y era chica. Veo gente que no es famosa que se expone mucho y me pregunto por qué. ¿A quién le importa qué desayunaste? No sé si está bueno mostrar tanto, hay mucha energía dando vuelta.

—Tenés tres millones de seguidores en Instagram, ¿cómo te llevás con las redes?
—Me cuestan. Las hago porque son parte de mi trabajo. Si no alimentás se te cae el alcance y eso afecta. Pero no tengo todo el tiempo cosas de trabajo, y compartir mi vida privada me cuesta. Siempre pienso en dar un paso al costado, aunque sería muy difícil porque me encanta lo que hago. Pero también puedo expresarme de otras formas: pintando, componiendo para otros, escribiendo un libro o estando detrás de cámara.

Natalie Pérez con Mey Scápola, directora de "Las cosas maravillosas".
Natalie Pérez con Mey Scápola, directora de "Las cosas maravillosas".
Foto: Difusión

—También hacés música y preparás un nuevo disco con el uruguayo Diego Matturro. ¿Qué dicen las canciones?
—Estamos haciendo las maquetas para grabar en vivo en Uruguay. Es el disco más maduro que hice, e introspectivo. Habla mucho de mi lugar favorito en el mundo: mi casa, estar a salvo ahí. Lo creamos ahí.

—Este año también estrenaste Mazel Tov, que significa "felicidad y buen augurio". ¿Te sentís alineada a ese mensaje?
—Creo que soy ese mensaje también. Siempre me estoy riendo. La vida es dura y el mundo hostil, pero hay que pasarla bien y llevarse recuerdos. Me quejo y tengo días donde todo me parece una mierda, pero estoy cerca de los 40…

¿Eso te pega?
—Obvio. Entiendo que son otros 40, pero es casi la mitad de la vida. Mi mamá tenía razón: pasa rápido. Yo quería cambiar el mundo, pero es demasiado. Ser artista, de alguna forma, te hace inmortal, porque tu arte sigue en películas, canciones, quizás un cuadro o un libro.

—¿Te gustaría?
—Sí, pero a veces me pregunto: ¿para quién trabajo tanto? ¿Para mí o los demás? Mi trabajo es hacer que la gente se olvide un rato de la mierda que puede ser la vida. Durante esa hora en la obra estás sin el celular, metido en eso. En la película o la canción pasa igual. Estoy encontrando otra forma de ver mi trabajo porque se me volvía pesado. Me da fiaca levantarme a las seis, volver a las diez sin haber comido, hacerme un huevo revuelto. ¿Para qué trabajo tanto? Pero me mueve la pasión, no lo puedo evitar.

—Alguna vez dijiste que si no fueras actriz te gustaría tener un restaurante donde se coma lo que cocinás. ¿Sigue en pie ese deseo?
—Es un delirio, pero me encanta. Quiero un restaurante que abra los días que yo quiera, que se coma lo que hay en la heladera y mientras cocino voy cantando. Hago las pruebas con mis amigas y me aplauden. Les digo que no hace falta, que a mí me aplauden en el teatro. Hay planes. Quizás pase cuando tenga 70 y viva en el campo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Natalie Pérez

Te puede interesar