Sbaraglia lanzó "El corredor nocturno"

Estreno. El galán argentino se hizo presente en el lanzamiento montevideano del filme

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CARLOS REYES

El viernes 9 se estrena "El corredor nocturno", un thriller psicológico protagonizado por el actor argentino Leonardo Sbaraglia, quien ayer llegó hasta Montevideo para promocionar la película, junto al director español Gerardo Herrero.

Otros nombres fundamentales de este trabajo son el escritor uruguayo Hugo Burel, autor del libro que sirve de base al relato, y el actor Miguel Ángel Solá, quien realiza un verdadero duelo actoral con Sbaraglia, en un mano a mano cargado de tensiones.

La trama del relato, publicado por Alfaguara, presenta a Eduardo, un gerente de una multinacional en problemas, que tiene que lidiar con un despiadado entorno laboral. Su cruce con un ser prácticamente desconocido, Conti, lejos de facilitarle las cosas, lo sume en una pesadilla signada por la manipulación psicológica y el acoso.

La historia de esta película nace hacia enero de 2006, cuando el director leyó el libro de Burel. Luego, el autor uruguayo y el cineasta español fueron a tomar un café para hablar del tema, y ya entonces surgió el nombre de Sbaraglia. "He visto mi historia recreada en la pantalla, y eso es algo que a no todos los autores les pasa", comenta Burel en relación con el trabajo de Herrero.

El escritor observa algunas diferencias que tuvieron que ser sorteadas para convertir a la novela en película. "En la novela hay un narrador, que es el propio Eduardo, que construye las cosas desde su subjetividad. En el cine esa subjetividad se perdía, y creo que Herrero ha logrado de alguna manera como mantenerla".

"Durante el rodaje me parecía que era una película muy difícil de contar, de hacerla decodificable al espectador. Porque más allá de la anécdota, y de ese hombre que acosa a otro, había que captar otra realidad que hay por debajo, que tiene que ver con la sombra del propio personaje", contó Sbaraglia a El País.

"Y creo que se logró transmitir muy bien esa sensación de un hombre que está en pugna entre dos identidades, entre dos caminos posibles, acosado por la moral de esa rentabilidad que nos pide cada vez más y nos va chupando la sangre. También fue realmente difícil porque estoy todo el tiempo en la pantalla: entonces, el desafío era cómo hacía para mantener la tensión, el misterio, los matices del personaje. Con Gerardo y Miguel Ángel hicimos mucho trabajo de mesa, sobre todo en los ensayos, tratando de ver de qué manera ir enhebrando todo, haciendo que el espectador comprenda pero sin develar el misterio".

Según el actor, para componer su personaje buscó expresar la situación de un hombre que está todo el tiempo como a punto de estallar. "Mi relación con Solá fue muy fructífera, porque lo difícil era dar a entender que mi personaje no era solo una víctima sino también victimario", asegura Sbaraglia, señalando que los juegos de miradas fueron clave a la hora de armar su papel.

El artista protagoniza en estos días otra película que está en cartelera, y que él considera que está bastante vinculada a El corredor nocturno. De hecho afirma que siente a "estas dos películas como una unidad". Es Las viudas de los jueves, de Marcelo Piñeyro, donde también hay una tensión dramática creciente y una dura crítica social.

"En Las viudas de los jueves hay varios personajes metidos en el sistema, que tienen una relación con sus familias bastante vacía, donde el estatus y la fachada es lo más importante. Son seres que van corriendo la zanahoria sin saber bien hacia dónde. Son opuestos a mi personaje de Ronnie, que decide quedarse afuera y poner su mirada en sus afectos".

"Para componer ese personaje con Piñeyro tuvimos bastante claro que tenía que tener mucha ironía y causticidad. Lo trabajamos mucho a través de cierto desapego. Es un personaje que ya le perdió respeto al sistema, y lo desnudó, y en ese desnudarlo puede hablar de él con una tremenda ironía y agudeza", reflexiona el actor.

Sobre si en su vida personal él se siente también acorralado por sus vínculos laborales, Sbaraglia afirma: "En esta profesión, de pronto estás trabajando mucho y con muchas responsabilidades, como mi personaje de Eduardo, teniendo que estar a la altura de lo que te piden, pero por otro lado después tenemos tres o cuatro meses de tranquilidad".

"Lo que pasa es que nosotros, como actores, tenemos una profesión muy diferente, que va cambiando siempre, en el sentido que uno tiene que ir incorporando nuevos elementos de la imaginación, para construir la realidad de los nuevos personajes. Por eso, el actor está obligado a ser muy curioso con el mundo, con los demás seres humanos, y tratando de comprender su construcción. Lo que pasa es que vivimos en un momento -y en un sistema- que, obviamente, lo macro afecta a lo micro. Y nuestras relaciones se ven afectadas por todo eso, aunque uno lucha por no olvidarse de lo más importante".

En ese aspecto, el intérprete argentino rescata la labor del actor de teatro, donde todavía sigue habiendo un lugar para los afectos y la bohemia. "El actor de teatro sigue manteniendo algo muy mágico. Mágico no es la palabra. Tampoco espiritual, que es otra palabra que me parece que confunde. Pero sí de oficio, en el mejor sentido de la palabra. Porque una vez que uno tiene construida la obra, al ser las funciones a la noche, y después la cena, eso te da una forma de relación muy afectiva, casi familiar".

"Yo ahora acabo de terminar una obra de teatro, Contrapunto, con Pepe Soriano, y somos seis tipos ahí. Somos dos arriba del escenario, el asistente de dirección, el sonidista, la persona que nos lava y plancha la ropa y alguno más. Es un grupo si querés mucho más humano. En el cine es más difícil porque hacés una película durante seis o siete semanas y después se terminó. En ese sentido los procesos creativos en el cine están como mucho más diseminados. Además, el cine está mucho más mediado por los aspectos técnicos, y hay mucha más gente en juego".

Pero si Sbaraglia se entusiasma hablando de cine y teatro, más se apasiona hablando de su vida familiar. "Me gusta ir al cine o leer un libro, pero más que nada me encanta estar con mi hija de cuatro años y con mi familia. Trato de dedicarme mucho a la formación de mi hija, porque ella está en esa etapa en que está formando su identidad, y uno es responsable de esa formación. Y no te podés hacer el boludo con eso, porque los actos de los cuales uno participe en este momento de la vida de ella van a ser ladrillos fundamentales de su psiquis, de sus emociones, de sus pensamientos".

Buenos Aires con guiños uruguayos

Eduardo (a cargo de Sbaraglia) está bajo presión y sale a correr como una forma para paliar el estrés. Un día, en un aeropuerto toma contacto un hombre misterioso (Solá) que se presenta como benefactor, y lo anima a cambiar de vida. Pero pronto ese individuo mostrará su verdadero rostro, asediándolo hasta límites insospechados. Ahí la vida de Eduardo se desliza hacia un territorio ambiguo, donde las certezas se hacen menos claras. Si bien la novela de Burel sobre la que se basa la película transcurre en una Montevideo fácilmente reconocible, la película (con guión de Nicolás Saad) está ubicada en Buenos Aires, una ciudad que le ofrecía al director un conjunto de edificios más acordes al entorno de las multinacionales. Sin embargo, la película conserva algún guiño montevideano, como una referencia al Bar Expreso.

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