Saber pelear para no tener que hacerlo

| El realizador intepreta a un aspirante a integrar la Pandilla de las Hachas

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FABIAN MURO

Stephen Chow? ¿Quién es? ¿Un Jackie Chan de bajo presupuesto? Muchos se hacen las mismas preguntas acerca de Kung Fusión, la más reciente película de Chow, una cineasta todo terreno (produce, guiona, dirige y actúa), que se estrena en Montevideo el viernes 19.

Conviene aclarar los tantos. Por varias razones —tamaño de mercado, condiciones demográficas, crecimiento económico—el cine chino es cada vez más popular y gana presencia en las carteleras internacionales. Y dentro del cine de China, las películas de artes marciales —llamadas "wuxia"— tienen una importancia fundamental.

Entre audiencias europeas y americanas, la figura de Chow es de un perfil mucho más borroso que el de Chan o Jet Li. Pero en Hong Kong, Chow es el uno. Con una filmografía que abarca más de cincuenta títulos como actor y cerca de diez como director, Chow trascendió en "Occidente" recientemente con Fútbol Kung Fu (2001), película rompetaquillas en China y que fue editada directamente en video y DVD en el mercado local este año.

En ese film, Chow le sacaba buen provecho a la tecnología que permite asombrosos trucos visuales. Los jugadores de fútbol se estiraban en piruetas imposibles y pateaban la pelota con fuerza sobrehumana para romper, literalmente, redes adversarias. Todo, por supuesto, sobre la base del dominio del kung fu, la disciplina de artes marciales preferida por Chow.

Para Kung Fusión, Chow cuenta con otra maquinaria de publicidad como apoyo. El film llega a la pantalla grande para contar una historia en la que sus personajes desafían la reglas más elementales de la física con ligereza y gracia. Como superhéroes de historieta o películas animadas, los personajes de Kung Fusión vuelan, corren rapidísimo y realizan acrobacias tan inverosímiles como visualmente encantadoras.

La trama es más o menos la siguiente: Chow interpreta a un aspirante a integrar la pandilla más temible del Hong Kong de los años 30, La Pandilla de las Hachas (lo bueno de Chow es que no la complica en absoluto. Los títulos y los nombres que elige para los personajes de sus películas van directo al grano). Para ser admitido en la pandilla, decide, por su cuenta, realizar algún crimen, con la esperanza de que se Las Hachas fijen en él. Para ello, intenta extorsionar a un humilde peluquero que vive en un barrio muy precario, ubicado en torno al "Callejón Chiquero". El enfrentamiento deriva en que Las Hachas se involucran directamente en el conflicto con los vecinos del callejón. Y los malhechores se llevan más de una sorpresa cuando intentan "apretar" a los sacrificados habitantes del barrio. Tras la apacible apariencia de un panadero o barrendero emergen maestros del kung fu, gurúes de la pelea callejera que cuentan con considerables e increíbles poderes.

Eso es todo lo que se necesita saber acerca de la trama de Kung Fusión, un film que obviamente no pretende ganar ningún premio en el rubro "originalidad argumental". Lo que importa acá es la absoluta pasión por las artes marciales y los códigos inherentes al género "wuxia". Estos permiten, en el caso de Kung Fusión, la puesta en escena de coreografías de combate que deslumbran tanto como divierten. Porque el humor es algo importante para Chow, a diferencia de Zhang Yimou, que también ha incursionado en el "wuxia" con Héroe y La casa de las dagas voladoras, dos películas tan solemnes que terminan por abrumar al espectador. Chow aclara no obstante que no solo pretende hacer reír. "Cuando empecé a pensar en Kung Fusión, quise hablar de lo que verdaderamente signifca el kung fu chino. Para mí, se trata de saber pelear para no necesitar hacerlo y no confundir violencia con poder".

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