Reencuentro de Aleandro con el público montevideano

Fiesta. La diva argentina agregó una segunda función en el Solís dada la demanda

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JORGE ABBONDANZA

En principio se había previsto una sola función del recital de Norma Aleandro en el Solís, fijada para el domingo 11 de setiembre a las 18 horas. Pero la venta anticipada de localidades obligó a agregar una segunda fecha, el martes 13 a las 21 horas.

Conviene saberlo, porque hasta el miércoles próximo pueden adquirirse esas entradas con un 20% de descuento (y en cuotas), aunque a partir del jueves 11 habrá que pagar al contado. Puede valer la pena en cualquier caso, ya que la notable actriz argentina ofrecerá un unipersonal con textos clásicos y contemporáneos en los que desplegará el arco de su sensibilidad y su oficio.

Bajo el título de Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor, la viajera agrupa poemas, escenas y fragmentos del Siglo de Oro español, junto a un material contemporáneo de autores como Vargas Llosa y García Márquez.

Estrenado en Buenos Aires en 1975, ese recorrido por hermosuras múltiples fue conocido en Montevideo al año siguiente y permitió a un público local comprobar la seducción de la actriz, que ya estaba respaldada por los elogios recibidos en su país y que consiste en un estilo personal de gran fineza de recursos, cuya magia consiste justamente en esa discreción, como si desplegara el reverso del divismo.

Hija de actores (Pedro Aleandro y María Luisa Robledo), Norma ha estado actuando desde la adolescencia y en una etapa inicial de su carrera fue subiendo hasta la consagración. A partir de allí figura en una generación eminente, la misma de Alicia Berdaxagar, Alejandra Boero, María Rosa Gallo, Inda Ledesma y Elena Tasisto, que ha enriquecido el teatro argentino -y también la televisión y el cine de ese país- durante las últimas décadas.

raíces. La sangre calabresa y la madriñela se asocian en Norma para producir una modalidad artística capaz de navegar por el drama y la comedia con similar maestría. El público montevideano lo sabe a través del cine en títulos como La historia oficial, Sol de otoño o El novio de mi madre, pero también por su notable desempeño teatral en espectáculos que han aterrizado en esta orilla, desde La señorita de Tacna -que era una proeza personal- hasta Mi querido mentiroso, Master Class o Las pequeñas patriotas.

Pero el vínculo de Aleandro con Montevideo es más profundo, porque hacia 1976 la intolerancia política la obligó a alejarse de Buenos Aires y su refugio montevideano la asoció con aportes periodísticos al diario El País, mientras se incorporaba a la escena local en puestas como Una vez al año y Medea. Desde entonces, afectivamente, la actriz es un poco uruguaya y así la siente un público memorioso, pero también un grupo de amigos incondicionales.

Pero Norma no se ha limitado a su actividad como actriz. Ha desplegado su talento narrativo en cuentos de verdadero encanto, mientras también incursionaba en la dirección escénica, desde una memorable Venganza de Don Mendo, sin olvidar que además es dramaturga, con lo cual la parábola de su rendimiento artístico demuestra un alcance muy amplio.

Será un placer volver a verla sobre las tablas el mes que viene, incluido el disfrute de su expresividad en esa cabalgata donde incluye textos propios y un frecuente empleo del humor, que ella misma ha definido como "un espectáculo para sonreír", porque no se trata de "esa clase de amor prestigioso, que suele ser muy literario, sino más bien de amores menudos, del pequeño amor de los episodios cotidianos". Sí señora.

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