Primeros pasos de Angie: el conflictivo prólogo para una estrella

Naturalmente, "Angelina" arranca con un trauma de infancia. Jolie nació el 4 de junio de 1975 (una fecha que Morton pidió que fuera analizada por el ex astrólogo de la princesa Diana), hija de Marcheline Bertrand, entonces una bella y ambiciosa aspirante a actriz, y Jon Voight, que ya era una estrella.

Dejemos que el generador de clichés de Morton nos cuente adecuadamente la historia de ese nacimiento. La pareja vivía en California "un lugar de fábula con sol permanente, los Beach Boys, hermosas rubias y duraznos madurando al borde de la carretera". El matrimonio fue un cuento de hadas. Pero Voight "atraía a las mujeres como una llama". Comenzó un amorío cuando Angelina tenía apenas unos pocos meses de vida, y se lo dijo a su esposa. Para Morton, y su coro de sabios psiquiatras, esta es la crisis que marcó a Jolie. El matrimonio se fue a pique. Su madre se volvió irrevocablemente amargada, y sus casi últimas palabras antes de morir en 2007 fueron: "No quiero a Jon aquí".

Su padre trató de manejar la situación durante esos años tempranos, pero perdió la batalla, y la bebé Angie, que se parecía mucho a su padre, quedó a cargo de diversas niñeras por una madre desatenta que no soportaba verla. Una de esas niñeas, que trabajaba también como modelo, le habría contado a Morton la oscura verdad acerca de cómo la niña fue tratada (la niñera tenía "un rostro contorsionado por el esfuerzo de suprimir una emoción a flor de piel"). La mujer menciona también cuán mujeriego era Voight en esos días, e insiste en que su hija heredó su libido de él, no de su madre. ¿Cómo sabe eso la niñera? En vista de todas las preguntas que Morton plantea, las mejores parecen ser, sin embargo, las que ignora.

El libro continúa los años más oscuros de la juventud de Angelina con las amargas escenas domésticas y la desenfadada atmósfera `hippie` que la rodearon. Lo mejor que tiene es su retrato de una familia disfuncional, incluyendo el sufrimiento del hermano mayor de Jolie, James, quien sin embargo le ha contado a un periodista que lo más triste que le ocurrió en sus tiempos de la secundaria fue que no le regalaran el auto que había pedido.

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