FERNANDO MANFREDI
Parece fácil la respuesta, pero este crítico, estudioso y sarcástico pensador que es el británico John Carey está dispuesto a hacernos trastabillar en nuestros "firmes" conceptos acerca de una realidad al preguntar ¿Para qué sirven las artes? A partir de la interrogante, Carey desarrolla toda una idea que va desde el concepto de la palabra arte, hasta su empleo como medio de crecimiento, sin olvidar el aspecto mercantilista del tema.
No se trata de patear tachos sino de demostrar que en muchos casos se manejan conceptos equivocados que hacen del tema algo muy manoseado. Es por eso que ensayos como éste resultan esclarecedores tanto para los actores del arte como para sus no siempre desinteresados patrocinantes. También entran en tela de juicio los conceptos de eruditos: con su filosa pluma Carey es capaz de enfrentarse a Kant y dejarlo muy mal parado con su pedantezca actitud sobre el tema.
Con prosa divertida y muy fluida el estudioso demuestra conocer pero también estar capacitado para hacer la pregunta justa en el momento más inoportuno y desbaratar cualquier actitud mesiánica. No puede evitar en definitiva que tras esta actitud iconoclasta se encuentra un defensor esclarecido de las artes y su importancia social. Este libro que Sudamérica editó en la colección Debate es de lectura ineludible.
Tanto el erudito como el lego podrán disfrutar de un volumen al que recurrirán una y otra vez. Porque es claro. ¿Para qué sirven las artes? se puede leer de un tiro pero se releerá muchas veces porque tiene la gran virtud de provocar la reflexión creativa. Lo cierto es que luego de leerlo, un cuadro de Goya, una loca intervención humana, las sinfonías de Beethoven o una novela de Sábato no serán la misma cosa. Y que no se crea que será para mal. A veces las catarsis permiten apreciar mejor las cosas.