Mario Pergolini se sorprende ante su propia decisión de regresar a la conducción en televisión abierta, luego de 15 años de ausencia. El paréntesis concluirá hoy cuando, se ponga al frente de Otro día perdido, un late night show que en Uruguay se verá de lunes a viernes a las 22.45 en Canal 4.
“No iba a volver, no estaba en mis intenciones”. dice. “Diego Guebel, de quien fui socio en Cuatro Cabezas hasta que me fui, siempre me preguntaba qué tendría ganas de hacer en caso de volver a la televisión. Fantaseábamos con algunas pavadas, pero no había una idea puntual. Sin embargo, hace poco, empezamos a hablar sobre formatos, y se sumó Alejandro Borensztein, un tipo que me cae bien y me gusta lo que hace. Finalmente, les dije: ‘Volvería si pudiera hacer esto’”.
Fue claro y directo en torno a cómo le interesaba que fuese su regreso al medio. “A los cinco días, Guebel me dijo: ‘Dice Adrián Suar que lo hagamos’”. En esa síntesis de sus motivaciones, no dudó en poner en blanco sobre negro cómo se concretaría la vuelta.
“La idea es hacer algo de la vieja escuela. La televisión va, lentamente, a perder su audiencia más que a ganarla. No vamos a recuperar gente, no vamos a incorporar jóvenes, los jóvenes están donde están, así que la idea es hablarles a esas personas que, quizás, tienen cierta nostalgia de una televisión que vieron, en un buen estudio, con linda escenografía e inversión”.
Pergolini comenta que el formato, con producción general de Guebel y Alejandro Borensztein, tendrá monólogos de actualidad, música en vivo, humor e invitados. Estarán Agustín “Rada” Aristarán y la comediante Laila Roth. “No será un big show, es el late night show que a Argentina le ha faltado”, anuncia.
—A pesar de la competencia de las plataformas y de los canales de streaming, ¿hay que firmar el certificado de defunción de la televisión abierta?
—La televisión no ha logrado ofrecerle a una nueva generación algo que le guste. La ficción ya es de plataforma, es muy difícil que se pueda recuperar a alguien que quiera ver algo con tandas en el medio. Antes, los chicos querían tener una tele en su cuarto, pero hoy no piden eso; hasta la gente de cuarenta se está comportando así. Los programas de streaming, a los que no les importa tanto el vivo, sino el on demand, como les pasa a Luzu, Olga o Vorterix, se ven más luego del vivo; (la audiencia) se puede multiplicar por setenta. La televisión abierta no ha logrado eso. La televisión contribuye a algunos temas de la discusión, la notita a Wanda (Nara), el accidente y las noticias. De hecho, lo más visto en YouTube son las noticias. Quizás se nos sumen tres o cuatro puntos, pero vamos a intentar tener aquello que pasaba con Caiga quien Caiga (CQC) cuando le preguntaban a la gente si miraba televisión y respondía “no, pero veo Caiga…”.
—¿Por qué sucedería lo que describís? ¿Cuál será el valor agregado de Otro día perdido?
—Se acabó el show televisivo donde podías ver a alguien cantar, una nota que pueda ser divertida o seria, algo de humor junto con las noticias. Con el programa veremos cómo tener el pulso del día con algo de Inteligencia Artificial, con comerciales hechos de otra forma. El 9 de julio salió una promoción donde se podía ver a la gente de 1816 caminando por las calles, algo que antes era imposible de hacer.
—¿Pensás en el rating?
–No, es algo que no puedo controlar. Yo estoy haciendo lo mejor que puedo hacer. Si no funciona, no pude hacer algo mejor. Son muchas personas trabajando, ojalá nos vaya bien.
—Ganar el rating tampoco implica que se esté haciendo un buen programa.
—CQC no era el programa más visto, pero era el que más plata hacía.
—Se trata de un formato muy completo, pero que, en términos generales, no ha funcionado bien en nuestro país.
—Gente como Susana ha reemplazado el late night en Argentina. En Estados Unidos, desde los 60 y 70, con Letterman o Carson, y antes también, la gente se “educó” con ese tipo de show de la noche; en cambio, nuestro show de la noche era otro, era Susana con entrevistas, musicales y juegos.
—Hoy, la clase política, ¿sería permeable a la acidez de CQC?
—Creo que no, ya no necesitan el medio, interactúan desde sus redes sociales y no confrontan con alguien misterioso al que no pueden controlar.
—CQC interpelaba a la “casta” política.
—Un poco, sí. Antes los agarrábamos en las salidas de los lugares, hoy ya ni ves por dónde entra y sale la gente.
—Quizás porque no pueden.
—Tal vez porque no pueden, también está pasando en el mundo. Ese periodismo donde se le podía pegar a uno y a otro, se perdió. La “grieta” es mundial, la gente ve cosas para reafirmar lo que piensa. Si ven determinado programa, es porque hacen pelota a los que ellos también harían pelota.
—El sesgo confirmatorio.
—Sin dudas. CQC volvió a la televisión de España y lo tuvieron que levantar. En un punto, CQC era bastante infantil: les poníamos narices a los entrevistados, pero parecía que había justicia en eso. Hoy, creo que esa justicia la pagás, si te tirás contra uno, te atacan los del otro lado. Sucede en la música, si atacás a Lali o a Tini, cada una tiene su propio ejército. Veremos cómo vamos a navegar en esas aguas, siendo lo más políticamente incorrectos que podamos, pero entendiendo que hay otro humor y otra forma de tratar a la gente. Mis hijos, cuando escuchan algún programa que hice, me preguntan cómo nos podíamos reír de eso. Lo entiendo claramente, los tiempos cambiaron.
—¿Cómo ves al presidente Javier Milei?
—Me llaman la atención varias cosas del presidente. Primero, lo chiquito del grupo. Uno entiende que deciden cuatro o cinco. La poca comunicación me causa un poco de ruido. Me molesta que, aun en la victoria, prenda fuego; que diga “te gané porque…”. Relajate y bajá dos cambios. En la victoria, tranquilízate. Está nervioso, como los gatos a punto de atacar. Ese ambiente no es bueno. Económicamente, venimos de un pasado tremendo, de varias cosas tremendas. En los últimos 20 años hemos perdido mucha educación, estamos haciendo una campaña de alfabetización en un país con universidades públicas, con premios Nobel. Alfabetizar es aprender a leer y sumar, a entender lo que se lee. Quien no entiende lo que lee, no puede llegar a ningún lado. El gobierno tendría que hacer un esfuerzo ahí, en la educación. Además, sigue relegada la Justicia. Hay mucho por arreglar, aunque, sin dudas, son vientos de cambio. Es difícil ver si serán buenos o malos, es poco tiempo. Sacaría un poco el pie del acelerador. Ser picante no es ser vivo o tener huevos, ser picante es ser picante. Yo ya fui picante.
—Marcelo Tinelli, ¿será el primer invitado de tu programa?
—Escuché que se decía eso, pero no será él. Creo que es más un deseo del medio y del público que la realidad.
—¿Lo invitarías?
—No es un país con muchas estrellas, vamos de lunes a viernes, y, si bien no siempre será una estrella desde ya alguien como Marcelo es interesante. Él me invitó muchas veces a sus programas, incluso a sus aperturas, pero yo decía que faltaba tiempo para eso.
—Quizás llegó el momento.
—Pero él podría decir “no voy”. Sería interesante, tiene cierta cosa macabra y divertida.
—Podés trazar alguna línea entre los referentes de Olga o Luzu, y aquel Pergolini jovencito de la Rock & Pop.
—Es una canción distinta. Yo hice lo que había que hacer cuando me tocó ser joven y ellos hacen lo que tienen que hacer ahora, que les toca ser jóvenes.
—Si bien no se puede generalizar, ¿considerás que los referentes del streaming manejan contenidos más banales que los que circulaban por tus programas de radio?
–Veníamos de un tiempo sin nada, con la dictadura rompiendo cabecitas. Fuimos la primera generación democrática; hemos hecho mucho Lalo Mir, Elizabeth Vernaci, Juan Alberto Badía, Julio Lagos, Fernando Bravo. Los pibes de hoy tienen que inventar un montón de cosas nuevas, ya lo van a lograr. De hecho, ya lograron una forma distinta de hacer radio; es cierto, bastante banal y contando anécdotas, pero hay algunos que hacen cosas diferentes. Lo que hicimos en Filo News, La Cruda de Migue Granados, o Rebord es una forma diferente. Lo que hace Martín Cirio, La Faraona, es el referente de lo que antes podría haber sido un programa de espectáculos. Van a encontrar su forma, algunos se van a destacar y, en el medio, habrá millones que harán lo mismo.
—Pasaste la barrera de los 60.
—61 años.
—¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
—Me importa tres pitos. No botox, no teñirme, no me preocupa el pelo y mantengo el peso. Es cierto que, al hacer streaming y trabajar en tecnología, me rodeo de gente muy joven. Una vez le preguntaron a un millonario cuál era el secreto para mantenerse joven y dijo “no me junto con viejos”. Quizás sea eso, el otro te mantiene joven. El tiempo llega, está. La vida es un pico. En general, subís y después todo es bajada.
Pablo Mascareño, La Nación/GDA