Un documental intenta revelar el misterio del último gran genio de la música pop

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David Bowie

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Hoy y mañana en los complejo Movie de Portones y Punta Carretas se exhibe "Moonage Dream", un documental sobre la carrera de David Bowie

Mucho antes de que fuera imprescindible, David Bowie ya sabía lo que era ser multiplataforma. Fue pintor, videasta, actor, mimo, bailarín y principalmente dueño de una de las grandes voces de la música popular al servicio de uno de los grandes repertorios de la música popular. Fue un artista completo, un revolucionario, un genio.

Todas esas facetas están cubiertas en Moonage Daydream, el documental de Brett Morgen que va hoy a las 21.00 en Movie Portones y hoy y mañana a las 21.30 en Movie Punta Carretas.

Es una de las grandes películas del año y el término documental es un poco restrictivo para la cantidad de imaginación y recursos que usa Morgen para contar la artista de Bowie, el Picasso del pop.

Para lograr tanto, Morgen (quien dirigió The Kid Stays in the Picture sobre el productor Robert Evans y Cobain: Mountain Heck sobre Kurt Cobain) tuvo el apoyo de los herederos de Bowie. Eso se evidencia en un acceso ilimitado al archivo personal de un creador compulsivo.

Moonage Daydream está armada como un collage que reúne imágenes de videos caseros y experimentales, sus participaciones en las películas, grabaciones de él pintando, haciendo video arte y todo lo que se le ocurrió que fue, decíamos, mucho.

A eso suma testimonios inéditos, fragmentos de entrevistas, textos y reflexiones que generan la sensación de que Bowie, además, tenía pretensiones de filósofo ocurrente. La película empieza con una frase de Nietzche citada por el propio Bowie sobre el individualismo de un mundo sin Dios y en un enorme panel con todas sus influencias está, entre otros, Oscar Wilde. Hay cierto nihilismo ocurrente en sus declaraciones y sus canciones siempre parecen centradas a contar la historia de un hombre aislado, solitario. Se sentía muy identificado con Buster Keaton.

Un tema que le interesaba a Morgen era el de la transitoriedad y la trascendencia. “Me di cuenta de muchas de las ideas de Bowie que quería explorar: mortalidad, envejecimiento, tiempo, fluidez de género, espiritualidad, movilidad, caos, fragmentación podrían conectarse con ese tema central”, le dijo el director a la publicación indiewire.

Todo es está presente en un cancionero que, como él, supo mutar en una búsqueda constante. El documental refleja su extraterreste ultraglam que atendía como Ziggy Stardust a comienzos de la década de 1970, el estilizado duque blanco que se transformó en una elegante superestrella en la década de 1980 (la película deja bien claro lo grande que lo convirtió aquel “Let’s Dance”), el estrafalario experimentador del fin de siglo y el maduro cronista de la última etapa de su carrera.

La banda de sonido incluye aportes inéditos como versiones en vivo de algunos de sus clásicos o de canciones menos conocidas. Tony Visconti, productor legendario de Bowie, aporta nuevos arreglos y combinaciones inesperadas que le dan una nueva vida a tonadas conocidas; la película también es un viaje sonoro.

Es que el mayor logro de Morgen es construir un entorno afín para mostrar tanto. Con referencias frecuentes al expresionismo alemán (una presencia en sus pinturas, además) y un aire psicodélico, Moonage Daydream consigue captar el espíritu de un personaje así de grande.

Había en Bowie una pulsión artística y por el descubrimiento que lo lleva, en la década de 1970, por ejemplo a mudarse a un ciudad que odiaba (Los Angeles) o en la de antemano, poco inspiradora Berlín de la Guerra Fría. En ambos lugares, Bowie dio grandes pasos en su obra y la película le da mucho espacio a su asociación berlinesa con Brian Eno.

Junto con Terry Burns, el hermanastro que le abrió los ojos a la contracultura y a Iman, la modelo somalí con quien se casó en 1992, Eno es la única figura del mundo exterior que se menciona.

“No se supone que entiendas todo lo que estás viendo, se supone que te dejes pasar por arriba”, le dijo Morgen a la revista Sight & Sound, que le dedicó la tapa de su número de octubre al músico y a la película.

Eso es lo que pasa con toda la carrera de Bowie. Su irrefrenable capacidad creativa, su obra que trasciende las formas y se convierte en él mismo, su capacidad para transformar su megaestrellato en un concepto artístico, lo vuelven uno de los grandes nombres de la cultura del siglo XX.

Morgen —quien acá escribió, dirigió, editó y produjo— consigue recordárnoslo de la mejor manera posible. Con formas inmersivas y caleidoscópicas en el que el video clip, el video arte, el collage se conjugan para explicar lo inexplicable: qué hace a un genio ser un genio. Bowie era uno de ellos y por lo tanto un misterio que ni una película tan impresionante como esta ayuda a develar.

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