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Tiene 35 años, grabó casi 30 discos y hace canciones para un mundo de fantasía donde solo importa la libertad

Muñe Cach es el nuevo proyecto solista de Damián Cacciali, el músico que este sábado presenta su nuevo disco, "Chocolate Rey", en La Trastienda.

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Muñe Cach (Damián Cacciali) para el disco "Chocolate Rey".
Foto: Difusión

Dice que para hacer un disco como este, Chocolate Rey, independiente y recién llegado a las plataformas, estudió el cacao y su mundo, su origen, sus efectos. Dice que con cada disco tiene un vínculo especial, aún cuando lleva hechos 28 y apenas vivió 35 años. Dice que es Muñe por eso que le pasaba cuando era chico: jugaba con sus muñecos y de alguna forma se convertía en ellos y se olvidaba de su identidad, su nombre, su historia. Dice que en el mundo de fantasía que quiere hacer con su música, lo único que importa es la libertad.

A dos años de haber editado Baraja, un osado disco de pop que ofrecía una efervescencia marginal y rosa como envoltura de canciones bailables y a veces siderales, Muñe Cach —el alter ego con el que hoy atiende el cancionista Damián Cacciali— estrenó Chocolate Rey, una continuación de esa búsqueda sensual que ahora explora la oscuridad.

Si Baraja era un disco de fiesta, Chocolate Rey —que incluye a Martín Buscaglia, Mínima, Cordera— es un disco de final: la banda sonora ideal para la madrugada, cuando la algarabía se desarma y lo melancólico, tan dormido debajo de la endorfina y la estridencia, empieza a florecer.

Es, también, el disco que presentará este sábado en La Trastienda, en la parada más importante de la recorrida que ha hecho junto a su banda, Los Caramelos. El show será a las 21.00, 15 personas pasarán por el escenario y se promete una performance de danza y una puesta de película. Quedan entradas a la venta en Abitab y hay 2x1 con Club El País.

“Muñe nació como una manera de decir: voy a hacer lo que quiera”, dice Cacciali cuando evoca el cierre de ciclo de Individuo, la banda con la que durante años canalizó sus canciones. La compulsión por grabar comenzó en 2007 y hasta el momento de lanzar a Muñe como una veta nueva y solista (hoy devenida en colectiva) llevaba 26 placas registradas. La mayoría están en Bandcamp; hay otras que jamás compartió.

Individuo se diluía ante Cacciali, y un viaje a Europa terminó de ubicarlo todo en su lugar. “Qué quería yo con la música, me preguntaba, y me di cuenta que quería lo mismo que cuando era niño y jugaba con los muñecos: desaparecía Damián y pasabas a ser ese muñeco”, dice a El País. “Y quería eso: que la música me hiciera desaparecer, disfrutar del juego sin que la música sea un peso. Siempre lo tuve presente. Que sea algo para disfrutar, para compartir, y si ayuda a otro y me ayuda a mí, ya está muy bien”.

¿Es el personaje el que trae a las canciones o son las canciones las que moldean al personaje? Cacciali no define su respuesta, pero la sugiere cuando cuenta que a “Hay un evento”, quizás la mejor canción de Baraja, esa que parece definir un mundo y una postura estética, no sabe ni siquiera de dónde la sacó.

Las certezas, dice, pasan por otro lado: por generar una fiesta en La Trastienda, por tener otro disco que hacer para poder sentirse, Muñe, él mismo; y por la construcción de un mundo musical de fantasía, donde la única condición tenga que ver con la soltura, con el deseo, con la libertad.

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