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Ruben Rada habló con El País: "La cultura nunca fue respetada en Uruguay"

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Ruben Rada. Foto: Leonardo Mainé

ENTREVISTA

Antes de su doble fecha en la Sala del Museo, Ruben Rada habló con El País sobre la cultura en pandemia y el disco de candombe que está grabando junto a Fito Páez, Pablo Milanés y otras figuras

Cuando habla de su vuelta a los escenarios, Ruben Rada anda sin vueltas. “Estoy supernervioso porque es como nacer de nuevo, bo”, le admite a El País desde el otro lado de la línea telefónica. Y es entendible. El músico de 78 años no sube a un escenario desde febrero de 2020, cuando llegó a Medio y Medio para presentar por última vez Parte de la historia, el show con canciones de El Kinto, Totem y Opa que agotó funciones en el Teatro Solís y el Auditorio Nacional del sodre. “Yo soy uno de los que no marchó, pero la cabecita me quedó hecha un bombo”, comenta sobre la pandemia que se llevó a algunos de sus grandes amigos.

Pero, al igual que en todos los momentos difíciles de su vida, a Rada lo salvó la música. “Desde mi casa le cantaba por teléfono los temas al “Monte” (el tecladista y productor Gustavo Montemurro) y él se iba al estudio a ponerle chapas y maderas a la canciones. Así terminamos los discos Parte de la historia y As Noites Do Río. Eso me ayudó a mantener la cabecita”.

Y para un artista como Rada, que lanzó dos grandes discos en pandemia y que acaba de anunciar una gira por España y otra por Japón, el reencuentro con el público será todo un acontecimiento. “Tenemos unas ganas de tocar y una alegría increíble. La gente se va a divertir mucho. Estamos superfelices porque esto va andar como balazo, loco”, adelanta sobre A todo Rada, el espectáculo que presentará este sábado y domingo en la Sala del Museo (quedan entradas en Abitab para la segunda noche).

Allí tocará por primera vez en vivo canciones de los álbumes Negro Rock y As Noites Do Río, repasará los clásicos que sonaron en Parte de la historia y recuperará éxitos del “acervo Rada” —dice con una sonrisa— como “Malísimo” y “Rock de la calle”.

Sobre su vuelta a los escenarios y la cultura durante la pandemia, Rada habló con El País.

—Mencionaste que la música fue esencial durante la pandemia. ¿Qué representa en tu vida en los momentos difíciles?

—Siempre me salvó. Imaginate lo que sería si de pronto la gente no canta más y en las radios y en la televisión dejan de pasar canciones. ¿Cómo harías para vivir? Hay que ser una persona muy mala o muy sorda para que no te mueva la música. Es por eso que todos los músicos estuvimos preocupados en este tiempo. Llegó un momento en que se abrían los gimnasios y los ómnibus, pero la música quedaba afuera. Eso tiene que ver con la cabeza del país, porque desde que me conozco la frase siempre es la misma: “¿Vas a trabajar o seguís con la musiquita?”. La gente no piensa en la música como un trabajo, pero nosotros tenemos familia y pagamos impuestos como todo el mundo. Por eso pedimos tanto para trabajar durante meses. Fue realmente muy duro y te puedo asegurar que muchas de las personas que estaban empezando a dedicarse a la música y que no estaban demasiado decididos, porque acá no se gana plata, abandonaron. Acá somos muchos músicos y el mercado es muy chico.

—Lo mencionaste en Búsqueda hace un tiempo: “En Uruguay nunca fue importante la cultura”.

—Sí, porque la cultura es un movimiento supergrande que quedó paralizado. Pero no estoy culpando a nadie, sino que simplemente la cultura nunca fue respetada en Uruguay. Te cuento lo mío: yo me fui del país millones de años porque con Totem, que fue el grupo que más sonó, hacíamos un show por noche y lo máximo que cobramos fueron 1000 dólares de la época. Entre los equipos que alquilábamos, los sonidistas y el transporte, nos quedábamos con 30 dólares cada uno. En 1973 hablé con el saxofonista Fino Bingert, que estaba en Argentina, y me fui para allá y armamos el Conjunto S.O.S. Durante 25 años viví afuera y venía a tocar de vez en cuando; tanto así que para los uruguayos yo era un músico argentino. Fueron épocas difíciles. Si no venís de una familia piola o no tenés plata, tenés que salir. Yo llamo a Uruguay una gran universidad donde la gente estudia para irse. ¿Te acordás de las colas que había en las embajadas de España, Estados Unidos e Italia para sacar el pasaporte para irse? 

Claro. Eso de "estudiar para irse" es lo que te pasó con Argentina. Empezaste con el Conjunto S.O.S. y en los ochenta grabaste la seguidilla de clásicos La Banda, La Rada, En familia, Adar Nebur y La yapla mata, y hasta terminaste llenando el Estadio Obras.

—Sí, yo me fui en 1973 y después de tocar con el S.O.S. me fui para Europa con el grupo Buenos Aires Crew. Tocamos en Suiza, Escandinavia, Alemania tocando cualquier música para bailar, hasta que me llamó Hugo Fattoruso para decirme que estaba por grabar Magic Time, el segundo disco de Opa. En ese momento estaba en Alemania y cuando terminaba de tocar con el grupo, me metía en la cama o tocaba arriba de la mesa y componía con un grabador. Después me fui para Estados Unidos y grabamos con los Fattoruso y Ringo Thielmann. 

—Al repasar tu carrera, me queda la sensación de que primero tuviste que triunfar afuera para que se te valorara acá. ¿Estás de acuerdo?

—Sí, pero creo que eso también pasa en otros países. El tema es que en Argentina podés vivir de la música porque hay un montón de gente. Si No Te Va Gustar, Jaime Roos, El Cuarteto de Nos, La Vela Puerca y yo no hubiéramos tenido la posibilidad de tocar afuera, andaríamos todos chocados. Somos muchos músicos y no alcanzarían los teatros. Es como las vacaciones de julio, que hay miles de espectáculos y todavía vienen de afuera los shows de Disney y Peppa Pig. Los que tienen más trayectoria meten más gente y el resto hace como puede. Es muy difícil.

—Pero lo bueno es que nunca dejaste de hacer música. Estás grabando un álbum de candombe con varias figuras. ¿Qué podés adelantar?

—Estoy haciendo un disco que se llama Rada presenta: Candombe con la ayudita de mis amigos. Como el candombe no es el reggaetón ni la bossa nova, todavía no llegó al mundo. Por eso, se me ocurrió tener a varios invitados para grabar sus clásicos con ese ritmo y así lo presento. ¿Cuánta gente grabó reggae después de Marley? Hay miles, lo que se necesita es un disco que lo presente. Por eso estoy grabando con Fito Páez, Pablo Milanés, Fernando Cabrera, Julia Zenko y otros invitados secretos. Además hago una versión de “Um día de domingo”, un clásico de Tim Maia; “Ho capito che ti amo”, de Luigi Tenco; y ayer grabé un tema en francés. Yo no soy el mejor candombero del Uruguay, pero trato de defenderlo a mi manera, porque cuando la gente se acostumbra al ritmo te nace componer candombe. Es una forma de representar al país con nuestros ritmos.

—Además tenés pendiente la segunda parte de Negro Rock y tus giras por España y Japón.

—Claro, pero ese disco no lo voy a hacer como segunda parte de Negro Rock. Tengo otra idea porque, al escuchar los temas, se me ocurrió hacer un disco llamado Negro Funk. Son temas bien funkeros y Matías (Rada, su hijo) toca mucha guitarra. Respecto a la gira por España, salimos de acá el 29 y por ahora tenemos dos shows en Madrid, dos en Barcelona y otro en Valencia. Pero como hay varias salas que todavía están abriendo, todavía no tenemos los lugares concretos donde tocamos. Después tenemos la posibilidad de reflotar lo del recital en Israel, y a finales de noviembre tendría que estar en Japón para hacer 15 shows. Me gustaría tocar en Okinawa, que es donde vive la gente más longeva. Incluso, le compuse una canción en Confidence 2... (canta) "I remember my time in Okinawa, / Comiendo sushi todo el día". 

A todo esto hay que sumarle los shows en Brasil para presentar As Noites Do Río, tu primer disco en portugués.

—Sí, cuando lo sacamos sabíamos que era un disco ansioso porque no es buen momento con Bolsonaro y la pandemia, pero cuando todo esto se calme y los productores y periodistas empiecen a escuchar el disco, tengo pensado darme una vueltita por Brasil. Tengo pensado hacer un concierto re piola e invitar a Tamy, Carlinhos Brown, Milton Nascimento y Silva. Para eso se necesita un tiempito para que las canciones suenen en las calles, en los boliches y en los pubs. Ahí te hacés conocido. Calculo que en 5 meses podré ir a tocar allá...Y bueno, también está Argentina, que me está esperando desesperadamente para que vaya. 

—Antes de eso, se viene el recital del sábado y domingo en la Sala del Museo. ¿Qué esperás de tu reencuentro con el público?

—La idea es que la gente se divierta mucho y que disfrute del show. Lo mío es sencillo, no uso palabras raras ni nada: soy un “grone” al que le gusta la música y voy a morir tocando música.

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