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Mex Urtizberea, el aventurero argentino que se inventó un trabajo hermoso y encontró un lugar donde salvarse

"Es un hecho político el ¡FA!, contrarrestando todo lo que está pasando, que es esto: la gente no cree más en nada”, dice Mex Urtizberea a El País, antes de presentar su Fiesta ¡FA! con entradas agotadas en Uruguay. Charla con un creador.

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Mex Urtizberea en la Fiesta ¡FA!.
Foto: Difusión

Mex Urtizberea lleva varios años inventándose proyectos hermosos. Es capitán, dice: le gusta desarrollar ideas, armar equipos, generar espacios para hacer que las cosas pasen. Le gusta el camino mucho más que el resultado. Le gusta que su casa sea esto que ha conseguido, un lugar de puertas abiertas, casi un centro cultural donde siempre hay caras, voces, ganas, comida y música como puntos de encuentro.

Mex Urtizberea (63, argentino, discípulo de Rubens Vitale), es un collage. Es músico, pero aunque tocó con Beto Satragni, curte el candombe y lleva años y años visitando Montevideo y veraneando en La Pedrera y viviendo, dice, “el mundo Rocha”, jamás se presentó en vivo en Uruguay. Es actor y dejó huella en éxitos de la televisión como Graduados, pero tiene el kiosco un tanto abandonado: hacer ficción lo distrae de su propia obsesión creativa, esa que ocupa todos sus días.

Es humorista y está en la historia de Cha Cha Cha, una referencia regional. Es comunicador y supo conquistar al público con la impronta desfachatada que logró imprimirle a Pura química. Es creador, el de aquel Magazine For Fai que, en los noventa, tenía reclutada a la cineasta Lucrecia Martel y era la pasarela de un montón de incipientes talentos: Julieta Zylberberg, Martín Piroyansky, Julián Kartun y, claro, su propia hija Violeta. Es el que en pandemia se dedicó a cocinar para videos de Instagram. Es el hombre con pinta de científico loco y, desde hace tres años, el líder de ¡FA!, ese proyecto que suena como el mejor trabajo del mundo.

¡FA! es un ciclo de encuentros en casa de Mex. Cada velada reúne a un puñado de personas conocidas, pintorescas, bien distintas entre sí, para hablar de un tema. Se juntan Leo Sbaraglia y Mercedes Morán y Lali Espósito y Dillom y charlan de cine; se mezclan Emiliano Brancciari, Charo López, Fede Bal y Cecilia Roth y conversan de amor; se sientan a la mesa León Gieco y Adrián Suar e YSY A y hablan sobre argentinidad. En el medio está la música: versiones en vivo de canciones que aplican a eso de “una que sepamos todos” —como aquella que hizo Santiago Motorizado sobre un clásico de Cristian Castro, una joya— le dan aire y ritual a un espacio que crece, en YouTube, a un ritmo parejo, constante.

Pero como a los proyectos les salen pelos, dice Mex en charla con El País, y les crecen alas y les cambia la forma, hace un rato que ¡FA! es, también, una fiesta. La fiesta que el 6 de mayo va al Estadio Obras, y que mañana llegará a Uruguay.

En Sala del Museo, con entradas agotadas y la participación del DJ Pato Smink, el dibujante Miguel Rep y un montón de músicos invitados que se mantienen como una sorpresa, Mex se estrenará en vivo en la ciudad con la propuesta que, fiel a su estilo, no puede definirse de forma unilateral. Él dice esto: “Es una varieté, gente hablando, presentando algo, haciendo que sucedan cosas. Es una gran varieté que nadie conoce”.

Fiesta ¡FA! con Mex Urtizberea
Mex Urtizberea, Santiago Motorizado y más músicos en una edición de la Fiesta ¡FA!.
Foto: Difusión

El origen de "¡FA!" y por qué es un hecho político

Si tiene que ensayar una explicación del origen de ¡FA!, el formato de streaming que el 31 de marzo estrenó episodio y ya acumula más de 230 mil visitas, Mex es concreto: “Yo soy así. Lo que pasa en el ¡FA! es lo que pasa en mi casa, de verdad. Quería retratar eso”.

El resto de las capas de sentido vienen después. Hay algo que rodea este experimento, esta reunión, esta tertulia, algo que genera en quienes participan pero sobre todo en quienes lo consumen, que aflora con la distancia. “Cuando pasa el tiempo y empieza a funcionar”, dice Mex, “empezás a entender un poco que esto es algo que por ahí la gente necesita. Empezás a ver un poco que, en este presente raro que vivimos mundialmente, la gente busca humanidad, identificarse con el otro, crear comunidades. Entonces te ves inmiscuido en algo hermoso”.

En tiempos tan políticos, donde la partidización amenaza con mancharlo todo y la grieta pasa, entre los artistas de una nueva generación, por quién elige pronunciarse, Mex está convencido de la carne, los huesos, el esqueleto que sostienen a su mejor invento.

“El otro día un señor me dijo: ‘¿Sabés qué es lo lindo del FA? Que sé que no me puede pasar nada malo’. ¡Y para mí es un montón!”, dice antes de lanzar una carcajada que suena a rocas que se chocan. “Es una responsabilidad, pero inconscientemente buscamos eso. Yo junto a gente de distinto pensamiento político a hablar del amor o del cine o de lo que sea, de cosas que nos atraviesan a todos, y nos encontramos y hablamos de eso con pasión, aunque vos estés en la otra vereda de mí. Es un hecho político el ¡FA!, contrarrestando todo lo que está pasando, que es esto: hoy la gente no cree más en nada”.

Es un hecho político el ¡FA!, contrarrestando todo lo que está pasando, que es esto: hoy la gente no cree más en nada

Es un síndrome pospandémico, dice Mex, y entonces grita, como si de pronto las ideas lo estuvieran desesperando. “¡Es horrible! ¡Es horrible porque vos, yo, todos, todos necesitamos creer! Creer en personas, creer en que vas a un lugar y que te va a gustar, ¡necesitás creer todo el tiempo! ¡Es una locura!”.

Después baja la voz, como si algo de esa catarsis le hubiera traído cierto alivio y, refugiado en el cuarto de una casa siempre llena de ruido, de gente, piensa: “Es natural, ¿no? Si todo se llena de agua uno busca la parte más alta para poder salvarse. Porque estar bien es salvarse. Y tenemos que ir buscando los terrenos más hermosos que haya, las cosas que nos hagan bien”.

¡FA! se ha convertido, en algún punto, en un lugar que hace bien. Mex dice con orgullo que nadie se niega a visitarlo, a estar ahí, a ser parte. Se emociona cuando piensa en lo que significó ver a Víctor Hugo Morales conversando de radio con María O’Donell, o en la mirada atenta de Dillom cuando Mercedes Morán contaba su historia con el cine. Se acuerda del Obras Sanitaria que se le viene en semanas y dice que es “una cosa rarísima” para su vida. Agradece el presente, sin dejar de pensar en lo “horrible” que es todo.

En medio del espanto, Mex se abraza a la música como una suerte de salvación, y hace, porque hacer es la única forma de rescatarse. “La vida del aventurero hay que aguantarla, ¿viste? Yo creo que los aventureros son los que hacen cosas, como el inventor, el tipo que está convencido de algo que va a transformar a la sociedad. Ese tipo es un demente”, dice. “Está ahí, obsesionado, y no va a para hasta lograrlo”.

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