El baterista Mateo Ottonello estuvo en la última banda de Claudio Taddei, tocó con Javier Malosetti y Lu Ferreira y acaba de publicar su primer disco junto a Unno Trío, que forma con Hugo Fattoruso y Rolo Fernández. “Tocar con ellos, para mí, es la gloria”, le contó, semanas atrás, Fattoruso a Rolling Stone. “¡Lo que tocan esos tipos! Se aprenden los temas enseguida, vienen con todo estudiado y prenden fuego ahí nomás”.
Ottonello, además, es el anfitrión de un ciclo de jazz que va todos los domingos en el bar El Mingus, y lidera una interesante carrera solista que ya cuenta con dos álbumes. El primero es 1612, de 2018, del que participan Julieta Rada, Hernán Peyrou y el ya nombrado Fattoruso; el segundo es El camino por adentro, lanzado en marzo. Este último vuelve a contar con el aporte del exmiembro de Los Shakers y Opa y, además, suma a Luciano Supervielle.
“Si bien este es mi segundo disco, en realidad siento que este es el primero que tiene mi bandera puesta; es como que por primera vez creí realmente en lo que salía a decir”, le explica Ottonello a El País. “El camino por adentro es un disco importante para defender lo mío”.
Si se le pide que defina su personalidad artística, el baterista no duda un segundo: para él, su obra ronda en torno a lo que llama “música instrumental montevideana”. Así lo explica: “Yo toco la música de la ciudad en que nací y lo que vivo en el día a día. Por eso en El camino por adentro hay candombe, rock, trap, pop y jazz”.
En el disco, que se editó en vinilo a través de Little Butterfly Records y que Ottonello presentará este jueves en la sala Hugo Balzo (Tickantel, $ 700), se entrelazan un montón de referencias que dan forma a uno de los trabajos más enriquecedores de la escena local en de lo que va de 2023.
Desde el guiño a “Bienvenido” de Jaime Roos en “Regreso” hasta el clima mántrico y cuasi trapero en “Brujo”; y desde el synth-wave ochentero en “Void” hasta el optimista “Festejo”, que recuerda a lo mejor de la época en que Fattoruso grabó con Los Pusilánimes, El camino por adentro es un buen muestrario de la libertad creativa de Ottonello.
Es más, en los solos del trompetista Juan Olivera en temas como “Regreso” y “Void”, se pueden encontrar referencias a los discos de la última época de Miles Davis, como Decoy (1984) y Tutu (1986). Apenas se lo menciona, se adivina su sonrisa al otro lado del teléfono. “Al principio, Tutu no me iba ni ahí, pero lo empecé a escuchar más de grande y hoy me parece uno de los discos más increíbles de la música”, asegura.
“Me di cuenta de la influencia de ese álbum, y de otras cosas que lo rodeaban después de haber hecho El camino por adentro. Lo que veo ahora cuando escucho Tutu es que, contextualmente, se podría decir que estoy yendo para el mismo lado de Miles en los ochenta: son canciones sin mucha historia, con sintetizadores y teclados que generan climas y mantras para que la gente improvise arriba”.
Composiciones como “Brujo” y “El camino por adentro” son dos buenos ejemplos de su búsqueda mántrica. A su vez, en el disco —del que participan músicos de primera línea como el vibrafonista Maxi Nathan y el guitarrista Marcos Caula— se puede hallar un relato. En marzo, Ottonello fue entrevistado por Beat - Latido Cultural y se tomó un tiempo para definir cada uno de estos siete capítulos musicales. De “Brujo” dijo: “Es como empezar a entender la oscuridad, que está todo recontra mal hasta que te tranquilizás. Tenemos que conectar con esos dolores. Fueron años de decir: voy a conectar con esto, abrazarlo y permitirlo”.
Ahora que su segundo álbum lleva meses en las plataformas digitales y en las bateas de disquerías, el baterista ya está pensando en el que será su siguiente paso. “El concierto del jueves va a tener varios invitados y va a ser una mezcla de celebración con agradecimiento”, asegura. “Esa noche me gustaría que la gente festeje con nosotros, que esté la cabeza muy abierta y concentrada para que entre en ese viaje y pueda ir lo más lejos posible”.