Manuel Turizo: los nervios por su debut en Uruguay, el éxito y lo único que lo desvela hasta la madrugada

El cantante de “El merengue” y “La bachata” se presentará por primera vez en Uruguay el 11 de agosto, en el Antel Arena. Antes habló con El País sobre la esencia de su gira y cómo ve su futuro.

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Manuel Turizo.
Foto: Santiago Azuela

Al otro lado de la pantalla, sentado en un sillón con forma de corazón, Manuel Turizo es todo sonrisa. Está “bien nervioso y bien emocionado” antes de su primera vez en Uruguay, un país del que quisiera conocer más. Le tengo que decir, dice: qué tiene que conocer, qué tiene que probar. Se anota en su teléfono esta indicación: escuchar la versión plenera de Américo Young de uno de sus mayores hits, “El merengue”. Se entusiasma con conocer el repertorio de plena uruguaya para llegar a Montevideo con “un arreglo bien brutal”.

Cumplirá o no la promesa, pero el 11 de agosto llegará al Antel Arena con una gira inspirada en su casa y que es, está convencido, su mejor versión (hay entradas en venta en Tickantel).

“Van a ver al Pokémon evolucionado”, bromea en charla con El País este colombiano radicado en Miami, de apenas 25 años y con más de 35 millones de oyentes mensuales en Spotify. Le debe la gran mayoría a “La bachata”, un hit mayúsculo que ni siquiera había salido cuando en 2021 le decía a este mismo diario: “Todos los días me despierto viviendo mi sueño”.

Ahora que todo ha crecido más —más público, más viajes, más dinero, más alcance, más chances de colaborar con figuras como Shakira o Alejandro Sanz—, Turizo piensa que la clave es “seguir conectando, no perderlo, estar en el camino”.

Pero también sabe que aún es muy pronto, que la vida es más que estos nueve años de carrera, y que a lo mejor mañana la música ya no es el centro de todo. Quién puede saberlo.

“Soy muy joven. Yo no sé si el día de mañana no me voy a querer dedicar a otra cosa. Me encanta la ropa. ¿Y si se me da por hacer una marca y dejo la música de lado por un tiempo?”, pregunta sin buscar respuesta. “En este momento lo que me hace feliz, lo que me hace conectar, en lo que mi cabeza tiene ansia de despertarse todos los días, lo que no me deja dormir y me mantiene hasta las 5 de la mañana desvelado y pensando, es la música. Y no sé el día de mañana qué será, pero es eso, entretenerte con lo que tú estás haciendo. A mí esto me entretiene muchísimo. Entonces la motivación viene del disfrute que te genera hacer las cosas, no desde el qué lograste. Si esto nunca hubiera funcionado me hubiera tocado trabajar de alguna otra cosa, porque no como aire, como comida, y la comida hay que pagarla. Pero hoy no es sobre qué más puedo acaparar o qué más puedo lograr. Es el disfrute”.

De eso y su presente, un extracto de la charla de Turizo con El País.

—Quizás se habla más de la música que del concepto de los tours, entonces me preguntaba cuánta cabeza le pusiste a la gira y cuán presente estás en las decisiones que se toman para espectáculos de esta escala.

—Pues mira, muchísimo. Obviamente en lo que es montar un tour trabaja una cantidad de gente, un equipo grandísimo, pero en este tour todo parte de una idea mía, del 201, que básicamente es [el número de] mi casa. Por eso es el nombre del álbum y por eso el nombre del tour. Todo el concepto de tarima que van a ver está basado en traer la casa de Manuel a cada arena adonde vamos en el mundo. Entonces estoy muy involucrado porque mezcla mucho lo que es la historia del artista y la historia de Manuel, la persona. Y créeme que en este álbum quise pensar mucho en conjunto, no solo en la música, sino en la experiencia, como si estuviéramos hablando de una película. Para mí 201 es una película, y lo primero que ustedes conocieron fue la banda sonora. Pues para ver la película tienes que ir al Tour 201. En sí ahí es donde se compila todo y donde vas a entender la banda sonora que escuchaste.

—La banda sonora, es decir, el disco 201, sigue confirmando tu versatilidad: tiene salsa, bachata, música mexicana, pop rock. Defendés esa variedad como un ejercicio de creatividad, pero en 201 llevás esa idea a límites menos pensados. Meterse con el rock es un poquito más arriesgado que otros ritmos bailables…

—(Sonríe) Yo siento que de eso se trata el crear algo. A mí de por sí me gusta crear lo que sea, no solamente música. Me dedico a la música, obviamente, pero no sé. Tú me dices: hagamos una silla. ¿Y quién dijo que una silla tiene que ser como toda la vida la hemos visto? Una silla puede ser lo que sea: una piedra es una silla, un globo congelado puede ser una silla. Es jugar con la creatividad e intentar buscar cosas distintas todos los días. Yo todos los días me levanto, entreno, me voy al estudio y cuando estoy en el estudio digo: ¿qué me invento hoy?, ¿cómo quiero sonar hoy?, ¿qué más hago? Entonces no me da ese temor de que si hago tal cosa quizás ya no soy yo. Pues, si sale de mí, soy yo, ¿cierto? Entonces no le pongo un límite. Creo que nosotros tenemos influencia de todo. Hablando de música, a mí me gusta Maná, Alejandro Sanz, pero también me gusta Don Omar, Tego Calderón, música en inglés también. Me gusta Stromae que es en francés. Me gusta el vallenato, que es una música muy cultural de mi país. Y me gusta la cumbia. Y si me gusta todo eso, ¿por qué no lo puedo explotar a la hora de hacer lo mío?

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Manuel Turizo, cantante y compositor colombiano.
Foto: Santiago Azuela

—Empezaste a componer de muy pequeño, con 13 años. Cuando eras un niño y sentiste que se te encendió la llama de la música, ¿cuáles músicas prendieron ese fuego?

—Uff… (Sonríe) Me acuerdo que las primeras veces me ponía a buscar en YouTube y escribía “Type Beat, Justin Quiles”. Me acuerdo perfectamente que buscaba eso, porque me gustaba mucho la manera en cómo él escribía, especialmente en el álbum La promesa. Me fascina, me parece de los álbumes más increíbles que tiene el género urbano. Hay un artista de Colombia que se llama Kaleth Morales, de vallenato, que ya falleció, que su manera de escribir también me inspiró. Yo me ponía a escuchar las letras y decía: pucha, este tipo tiene mil vidas por encima para escribir esto que está diciendo. Me generaba curiosidad. Y cualquier día en el salón, en el colegio, me puse atrás de un cuaderno a intentar escribir y sacar emociones, y me metía en mi película de la niña que estaba enamorado y escribía cosas. Cuando me dejé con esa niña escribí una canción que se llama “Malvada”, y así fue como empezó todo.

—Este tour y este disco están inspirados en la casa de Montería en la que vivías. ¿Qué de ese 201 llevás siempre contigo, cuál es el lugar al que volvés mentalmente cuando querés conectar con vos?

—De este 201 yo llevo la llave, aquí la tengo en el cuello (muestra el dije de su cadena). Y yéndome muy centrado a la pregunta de qué es lo que siempre llevo conmigo, yo siento que son las personas, la gente. Los lugares simplemente son lugares, pero lo que pasa, las historias que pasan dentro de esos lugares, es lo más importante. Cuando quiero sentirme en casa, quiero estar con mi gente: no importa dónde esté, quiero estar con los míos. Y el relato de 201 básicamente es ese. El trasfondo de todo esto era contar que ese es el lugar donde pasan todas esas historias, donde comparten Manuel Turizo, la persona real y no el artista, con su familia. Donde se enamora y se desenamora, donde pasa todo.

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