ENTREVISTA
La cantante dialogó con El País sobre los recitales que ofrecerá este jueves y viernes en la Sala Zitarrosa junto a una banda y repertorio renovado, y el rescate de un clásico
Cada espectáculo de Laura Canoura es como un resurgimiento. En 2018 cantó en el Teatro Solís acompañada de un coro de cuatro voces masculinas; en 2019 celebró sus 40 años de carrera junto a varios invitados y cálidos arreglos de piano y cuerdas; y entre 2020 y 2021 trasladó su sonido a la esencia: su voz y la guitarra de Carlos Gómez fueron más que suficientes para agotar funciones en el Teatro Circular.
Ahora es el turno de otro sonido. Este jueves y viernes, Canoura llegará a la Sala Zitarrosa con un espectáculo que promete. Juan Pablo Chapital, Nacho Mateu, Martín Ibarburu y José Luis Yabar serán los cómplices en el nuevo camino de la artista que, después de abordar el folklore en el disco Cantorcita, se reencontró con su impulso más rockero y enérgico.
Como si se tratara de un regreso al sonido de álbumes como Pasajeros permanentes (1998) y Mujeres como yo (2001), Canoura interpreta a compositoras locales, reimagina a un clásico de los noventa como “Puedes oírme”, y hasta se anima a retomar los intrincados pero cautivadores arreglos de “Detrás del miedo”.
Antes de sus dos conciertos en la Sala Zitarrosa —para los que quedan entradas en Tickantel por 900 pesos—, la cantante dialogó con El País.
—En este espectáculo hay espacio para versiones de compositoras como Julieta Rada, Vera Sienra y Samantha Navarro. ¿Cómo surge la idea y cómo fue el criterio de selección?
—Antes de la pandemia me presenté al Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística del MEC, que destaca la trayectoria a través de un proyecto a la comunidad. Presenté la idea de compositoras uruguayas contemporáneas, lo que significó que tenía que recabar datos. Me llevó mucho trabajo y, aunque en Agadu hay 1600 compositoras registradas, estuve un año escuchando a 160 mujeres que encontré a través de la página de Mydmus y de colegas que me pasaron la data. De ese número seleccioné a 30 y las entrevisté por Zoom en medio de la pandemia; fue un proyecto muy enriquecedor y me abrió un panorama totalmente distinto de la composición de mujeres. Más adelante elegí 15 canciones y grabé maquetas, que era donde terminaba el proyecto. Pero me daba mucha pena que quedara solo ahí, así que, de a poquito, las estoy incorporando a mi repertorio. Para este espectáculo ya tengo preparadas a siete.
—Un antecedente de este proyecto se vio en 2017, cuando cerraste tu show del Auditorio del Sodre cantando “Pacto”, de Florencia Núñez. ¿Cuál sentís que es el aporte de este trabajo?
—El objetivo es que, a través de la versión, la gente se enganche con la canción original. Es algo que vengo haciendo hace muchos años; por ejemplo, hace décadas hicimos un espectáculo de un solo fin de semana en el Teatro Circular, donde versionamos canciones de la música popular uruguaya. Había temas de Jaime Roos, Eduardo Mateo, Ruben Rada y otros artistas, y en el programa de mano decía: “Si a usted le gustan estas canciones, puede buscar la versión original en los siguientes discos...”. Me pareció una labor preciosa, lúdica y que genera movimiento. Esa es la clave para crecer: son como puertas giratorias que abrís y sostenés hasta que otro pase.
—Noté que en los últimos años ha habido un redescubrimiento de tu obra. Además de tu trabajo con Florencia, Queyi versionó “Algo está cambiando”, y Maia Castro y Camila Sapin también lo hicieron con “Detrás del miedo”. ¿Sentís que nuevas generaciones se acercan a tu música?
—“Detrás del miedo” está teniendo una revalorización en los últimos años. Además de las que nombraste, las Coralinas abren su disco en vivo con una versión preciosa de la canción. Igualmente, creo que cuando uno recién empieza está muy focalizado en el metro cuadrado que ocupa. Tiene que ver, creo, con el temor a no copiarse y a no dejarse influir tanto por las otras, hace que una tome distancia; es lo que a mí me pasó en un principio. Ahora, si cualquiera de las cosas que yo hago abre puertas y genera movimientos, eso me alegra pila. Pero la sensación que tengo, en general, con las nuevas generaciones, es que están tan ocupadas en generar mejores condiciones de trabajo, igualdad y paridad que a veces se pierden instancias de encuentros. Al menos esa es mi mirada; creo que faltan espacios para saber qué piensa la otra en relación a lo creativo, cómo resuelve musicalmente algo o cómo compone. Por ejemplo, yo soy muy amiga de Florencia Núñez, que es una de las más jóvenes, y ella fue clave para que yo ganara este proyecto en el MEC porque me ayudó muchísimo en la presentación. El intercambio es fundamental: yo tengo para aportar y ella mucho para aportarme.
—Ya que mencionaste a “Detrás del miedo”, decidiste retomarla con sus arreglos originales después de años sin cantarla. ¿Por qué creés que fue tan importante en tu carrera?
—Yo la quiero mucho porque fue una de mis primeras composiciones, la compartí con Fernando Cabrera y pertenece a Esa tristeza. En ese primer disco había una cantidad de canciones que pensaba que iban a ser un éxito, y sin embargo la que más se destaca es una canción con una letra mía muy simple. Es una letra de amor poética que no tiene tanto desarrollo como otras letras mías, pero sí tiene una conjunción clave: una melodía muy linda, simple y recordable. Pero también tiene ese concepto de producción que le puso Jaime Roos del bombo legüero y los coros masculinos alrededor de mi voz. Tiene muchas capas y creo que es eso lo que la hace realmente atractiva. Después de muchos años sin cantarla me divierte hacer la versión original y, además, me gusta sentir que estoy complaciendo al público: hace poco vi que alguien publicó en sus redes que pudo escucharla por primera vez en vivo y me emocioné pila. Pensé: “Mirá todo lo que me perdí por el capricho de no hacerla”.
—¿Qué te gustaría que pase en las dos noches en la Zitarrosa?
—Me encantaría que conocieran y revalorizaran el repertorio de compositoras nuevas y no tanto, y que me hicieran llegar sus opiniones de un tema viejo que solo toqué una vez y que nunca más volví a hacer. Se llama “Runaway” y va pegado a un texto. También que se juntaran generaciones en la platea. En general, mi público son veteranos y mujeres de 30 y pico de años, pero creo que los músicos que tocan conmigo y la curiosidad del repertorio de las mujeres pueden acercar a una nueva generación.