"Es una melancolía graciosa”, define Lucía Torrón cuando se le pregunta qué visualiza en el concepto de Música para fin de fiesta, el título de su nuevo EP. Su padre, Andrés Torrón, quien además de productor y periodista es su cómplice en Dos, completa la idea. “Es un estado de ánimo después de la euforia de una fiesta: te viene como un bajón, pero no necesariamente de tristeza, sino de bajar revoluciones. Es una cosa desencantada, pero que sigue siendo parte de la fiesta”.
En esencia, cuenta Lucía, hay algo de la bossa-nova en la manera en que el dúo trabaja su música. “Tenemos la influencia de ese canto triste pero a la vez esperanzador; de esa melodía preciosa que te da ganas de vivir”, suma. “Mentiras”, de su EP debut, Demasiado tarde (2017), es un buen ejemplo. La canción, en la que participan Sebastián Teysera y Luciano Supervielle, tiene una batida de guitarra tomada de la bossa-nova, una cadencia entrañable y una letra que contrasta con el ropaje musical: “Las heridas nunca sanan porque siempre queda algo más”.
El flamante Música para fin de fiesta, formado por cuatro canciones y editado por Little Butterfly Records, profundiza en ese juego de contrastes y deja buenas canciones. En “Ascensores”, la voz sosegada de Lucía sobrevuela el arpegio de la guitarra eléctrica de su padre mientras canta: “Nadie piensa como yo espero que piense, / Todos quieren que yo piense diferente, / Buena gente”.
El hábil uso de la ironía, el choque agradable entre lo que se canta y lo que se toca, la síntesis como norte poético, la introspección y los climas sonoros que se acercan a lo cinematográfico son algunos de los elementos que le dan forma a la propuesta de Dos, un proyecto entre padre e hija que nació de casualidad.
Todo surgió cuando Lucía, que trabajó con Campo, Juan Casanova, Luciano Supervielle y Vera Sienra, encontró una serie de grabaciones caseras de temas inéditos que su padre, autor de 111 discos uruguayos y exmiembro de Públicas Virtudes, guardó durante años.
Lo que comenzó como algo lúdico se convirtió en un proyecto formal con el tiempo. En 2017 lanzaron el EP Demasiado tarde, del que participan Juan Campodónico, Teysera y Supervielle. En 2018 encabezaron un ciclo de cuatro shows junto a invitados como Julen y la Gente Sola, y en 2020 empezaron a componer juntos.
La primera cosecha fue “Supuestamente”, la canción que abre Música para fin de fiesta y que establece el relato que se desarrollará en el resto del EP. “Me gusta el sol en la cara, al despertar, / Aunque puse una cortina, el sol entra igual, / No miro hace tiempo lo que quizás es necesidad, / Barriendo las cosas, para no verlas más”, canta Lucía sobre un sutil beat de trip-hop y un pulso calmo que se acerca a la electrónica.
“Me gusta ser medio aforístico y esbozar todo en una frase”, asegura Andrés. “Y yo le copio”, añade, entre risas, su hija. “Me encantan las canciones superpoéticas, pero a veces me interesa desadornar las cosas para llegar al punto justo”.
Cada canción del EP se acompaña de un videoclip realizado por Lucía y Alina Viera, y se viste de elementos musicales que parten de influencias tan variadas como las de Portishead, Massive Attack, Caetano Veloso y Tricky. Por ejemplo, la furiosa “Ladrones”, que cuenta con la participación de Par en sintetizadores, tiene un guiño al estribillo de “I Fought the Law” y tiene a Lucía cantando con delicadeza una frase como “No importa lo que uno haga, / Siempre va a terminar trabajando para los ladrones”.
Se recomienda escuchar la reflexiva “El agua al cuello”, donde el candombe se encuentra con la psicodelia, la electrónica y la trompeta de Lucía Romero. Es una joya.
A pesar de la notable evolución en estos años, la motivación sigue siendo tan pura como al principio. “Ambos tenemos vidas muy atareadas, y quizás si no nos ponemos a trabajar en música, tal vez no nos vemos tan seguido”, cuenta Lucía. “El haber encontrado este espacio entre padre e hija es la razón por la que hicimos este EP”, cierra Andrés.