Chaqueño Palavecino: su show en el Antel Arena, su interés por celebrar su tierra y su relación con Lit Killah

Oscar "Chaqueño" Palavecino dialogó con El País en la previa del concierto que presentará junto al Ballet Folclórico. "Voy con el alma cada vez que me subo a un escenario", asegura.

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Chaqueño Palavecino.
Foto: Difusión.

"El folclore argentino se expresa con el cuerpo, y el que lo baila lo hace a veces sin ensayar porque sus movimientos están incorporados a la métrica de cada género”, comenta Oscar “ChaqueñoPalavecino a El País antes de su show de mañana en el Antel Arena. El músico, intérprete de clásicos como “La ley y la trampa” y “Amor salvaje”, llegará a Montevideo con una propuesta especial: se presentará junto al Ballet Folclórico, que tendrá a 25 artistas en escena.

“La propuesta cambia y le suma mucho al espectáculo”, dice el artista, uno de los máximos referentes del folclore argentino, que ha dedicado su carrera a llevar a las historias, las costumbres y los paisajes de Rancho El Ñato (en el Chaco-salteño) a las grandes audiencias.

En la previa del show —entradas en Tickantel, de 1800 a 3600 pesos—, va esta entrevista con Palavecino.

—A lo largo de su camino se ha dedicado a celebrar su tierra y sus raíces. ¿Cuál es la importancia de ese enfoque en su trabajo?

—Mucha. Yo vengo del punto tripartito entre Argentina, Bolivia y Paraguay, y la música de ese lugar estuvo muy olvidada durante mucho tiempo. Nosotros, tanto Jorge Rojas como yo, que hemos nacido ahí, hemos sido cantores que buscan hacer algo por su lugar. Se trata de llevar a distintos lugares la música de esa zona donde habitan muchos nativos. Y eso significa mucho para mí; para los lugareños supongo que también, aunque algunos lo desconocen porque no salen de ahí. Uno va pregonando por los países limítrofes y la gente se pregunta dónde queda esa tierra de la que uno describe sus costumbres, sus paisajes, sus lugareños y hasta sus árboles. Además, uno le canta al amor, eso siempre está.

—En ese sentido, hay una intención de rescatar y hacer memoria por su lugar. ¿Cuándo descubrió que la música era un medio para transmitir ese mensaje?

—Siempre supe cuál era mi objetivo; de ahí viene mi seudónimo: llamarme “El Chaqueño” es como decir “El Charrúa” para ustedes. En mi nombre está la zona que he representado, y lo hago a través de una música regional, de monte, que tiene notas mayores muy heredadas de los españoles. Yo vengo de una región donde no hay academia; los viejos nuestros han generado todo a base de oído y gusto, y nosotros hemos seguido eso. La diferencia es que lo de ellos ha sido muy regional, lo que yo hice fue expandirlo. Entonces, lo que ellos hacían, que a veces era ninguneado, se volvió tremendamente grande. Y hoy el folclore está muy fuerte en nuestro cancionero.

—Si bien usted suele describir a sus paisajes y sus costumbres, aunque el oyente no los conozca se puede sentir identificado. El sentimiento de pertenencia es lo que trasciende al lugar en sí. ¿Es consciente de ese alcance?

—Sí, claro. Con Uruguay nos divide una línea, pero muchas de las costumbres son iguales. Hay influencias por todos lados hacia lo nuestro. El hecho era que yo tenía planeado qué y cómo iba a hacer para que expandir la parte regional para que fuera más universal. Antes, en nuestra zona el violín y el bombo legüero eran las formas con la que se comunicaban nuestros nativos. Con eso se hizo una orquesta. Luego llegó la guitarra, que al principio no era aceptada por el lugareño, pero que era una forma de llevar el tempo. Yo quería trabajar de esa manera y encontré a un porteño judío que había grabado cosas y que me llamaba para trabajar y me movía la estantería. Anduve como cinco meses sin poder pagar el alquiler pero sabía que con él iba a conquistar lo mío. Estaba seguro de eso, y no lo tomen como vanidoso, pero con esa persona y con lo que yo quería estaba seguro de que iba a lograrlo.

—¿Recuerda cuándo lo confirmó?

—En las peñas. Yo trabajaba en los colectivos y llegaba allá con mi bolsito de viaje; me iba detrás del escenario donde estaban los músicos tocando y me quedaba escuchando a los bohemios. Así me fui haciendo amigo de algunos hasta que me hicieron subir a cantar un tema o dos. Apenas vi que los aplausos eran diferentes, me animé por completo a armar mi equipo y qué repertorio hacía. Cantaba inéditos y algunos temas conocidos, pero no había lugares para grabar; en Salta capital había uno y en San Juan dos. En ese momento uno no tenía posibilidad de llegar porque no creían en lo de uno o me decían que lo que yo hacía ya esta hecho. Sin embargo, yo nadé contra la corriente varias veces, como hace el pez.

—A medida que pasan los años, ¿qué significa para usted cantar la frase “si algún día me vuelvo raíz, palo santo mi canto se hará”, de la canción “De pura cepa”?

—Es algo que se va haciendo realidad con el tiempo, y cuando no esté va a ser mejor todavía. Esa canción tiene melodía mía y letra de Jorge Milikota, que se nos fue hace poco y es uno de los grandes poetas santafesinos. Habla del palo santo, un árbol que es como el quebracho, que usan para los alambrados y que se hace piedra en el agua. Dicen que con el palo santo se ha hecho la cruz de Cristo y en nuestro lugar crece en el salitral. Es muy fuerte; no da frutos pero sirve para otras cosas...

—O sea que resiste el paso del tiempo y cualquier adversidad...

—Sí, claro. Y a eso refiere la letra de esa zamba que dice un montón. Aparte el trabajo musical me gusta realmente porque en 16 compases trabajan violines, guitarra y bandoneón; hay una conjugación musical interesante y el ritmo es como que te pega. Con “De pura cepa” me siento como un jockey al que le toca un buen caballo. Me gusta mucho.

—El año pasado, su música llegó a toda una nueva generación cuando el rapero Lit Killah sampleó el inicio de uno de sus clásicos en “La trampa es ley”. ¿Cómo tomó ese cruce de estilos?

—Hay muchos jóvenes que me conocen y yo tengo un acercamiento al rock, al pop y al rap gracias a que sus padres me escuchaban. Entonces vienen con mucho respeto, te saludan y te agradecen porque me conocieron a través de su mayores. Y sobre la canción, todo suma, aunque hagamos cuestiones diferentes. La idea era grabarla juntos, pero al final usó mi voz de la grabación original y le sirvió.

—¿Qué espera de su reencuentro con el público uruguayo?

—Que la gente se vaya conforme porque, más allá del corazón, yo voy con con el alma cada vez que me subo a un escenario. Quiero que el público se vaya contento.

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