Repaso
El británico llegó ayer a Uruguay, habló de José Mujica y toca hoy en el Centenario
Ayer en la Intendencia, Roger Waters fue todo lo que uno espera de un artista de su magnitud. Correcto, ameno y con una pizca de demagogia fundamentada en su admiración por José Mujica y su interés por los lineamientos político-económicos del gobierno, Waters se mostró como un verdadero profesional.
En la sala Ernesto de los Campos de la Intendencia de Montevideo, desierta en el interior y el exterior a causa del feriado, fanáticos y periodistas fueron parte de un acto breve. Con el puño sobre el corazón primero, y luego con los brazos abiertos al cielo, Waters agradeció el aplauso y la ovación que recibió apenas entró al lugar, y tomó asiento en silencio, para darle paso a los discursos protocolares. Antes, en privado, había dejado su marca en el libro de firmas de los visitantes ilustres, según se pudo ver en las redes sociales del productor del show, Danilo Astori Sueiro.
“Montevideo tiene una historia larga de amor con Pink Floyd y The Wall. Fue una película prohibida por la dictadura, y uruguayos y argentinos trataban de verla cruzando de una orilla a otra, en épocas que todavía eran de clandestinidad”, le dijo a Waters la directora general de Cultura, Mariana Percovich, y destacó la reinvención constante de su obra.
Percovich, quien se definió como “artivista” (artista y activista), dijo que “hoy los cerdos cambian y se repiten en miles de pantallas, pero desgraciadamente son universales y nos impactan a todos y todas”, haciendo referencia a una de las imágenes icónicas de la obra de Waters. Y aseguró que desde el gobierno del Frente Amplio, se cree “en el poder del arte y la cultura para transformar al mundo en un mejor lugar”.
Después, tras una breve declaración del intendente interino Óscar Curutchet —que incluyó la interrupción de una artesana, que dijo que con sus colegas están “en lucha, y nos reprimen”—, Waters recibió la medalla de Visitante Ilustre, se le cayó, y luego, sonrisas mediante, la apoyó en el pecho.
Waters le agradeció a “María” (o sea, Mariana) por sus “hermosas palabras”, y luego se reconoció admirador de José Mujica por la postura que ha tomado en la lucha contra el narcotráfico, y también destacó el rechazo del gobierno uruguayo a las políticas económicas neoliberales. “Uruguay significa un montón para el resto del mundo. Es un país pequeño en términos de población, pero enorme en términos de influencia”, dijo y destacó “la inteligencia y el corazón” de Mujica, para “para sugerir que hay otra manera” de hacer las cosas.
“Uruguay no es la excepción”, gritó alguien desde la audiencia, como para contraponer y resaltar que “neoliberalismo hay en todo el mundo”.
A media hora del comienzo, el británico se fue rápido y directo al hotel de Carrasco donde se alojará hasta mañana. Después, su jornada incluyó una charla sobre Palestina y los derechos humanos en la sede del Pit - Cnt (ver en página siguiente); y para mañana le queda el encuentro con el coro Giraluna, que participará en “Another Brick in the Wall”, y el show en sí mismo.
Waters y su banda tocarán a las 21.00 en el Estadio Centenario, en el marco de la gira Us + Them que combina canciones de Pink Floyd con algunas de su último disco, Is This the Life We Really Want? Las puertas del Estadio se abrirán a las 17.00 y quedan muy pocas entradas en venta, alrededor de 2.000 según las cifras del sitio de Red UTS.
La llegada
En un viernes gris y ventoso, el ex Pink Floyd llegó a Montevideo a través de las viejas instalaciones del Aeropuerto Internacional de Carrasco. En el lugar solo había un fanático que había llegado a las 09.00, y que estaba esperando al músico. “Si me lo llegaba a perder por no despertarme un poco más temprano, me mataba”, dijo Diego (no es su nombre real) a El País, mientras sostenía una copia de The Wall en CD con la esperanza de que Waters se la autografiara. Relató que en 2010 vio a Waters en vivo en el Madison Square Garden, con la gira del disco que entonces tenía en sus manos, y “fue el mejor recital que vi en mi vida”, aseguró sonriente.
Pasadas las 14:00, Waters llegó al país a bordo de un avión privado. El músico y su equipo se retiraron en dos vehículos con vidrios polarizados, y el de Waters fue con destino a la Intendencia, donde se lo esperaba para la declaración de Visitante Ilustre. En los breves segundos en que el coche salía, el fanático trató de conseguir un autógrafo, pero los vidrios negros de la camioneta no dejaron ni distinguir su pelo blanco.
Minutos antes de las 15.00, mientras Waters llegaba a la Intendencia, los ocho músicos de la banda que acompaña al inglés en su gira, llegaron al hotel de Carrasco donde se hospedan. Sin fanáticos alrededor pero con un par de personas de seguridad bastante estrictas en su trato, El País pudo intercambiar algunas palabras con Bo Koster, el tecladista del grupo, quien dijo que para él, la obra del ex Pink Floyd “es todo”.
“Tiene arte, emoción, calidad musical, mensaje político”, aseguró Koster, quien ingresó a la banda hace un año y medio y también forma parte del grupo My Morning Jacket. Respecto al recital de mañana, dijo que no tenía ninguna expectativa en particular, y dijo lo que muchos de los que irán hoy piensan: “Va estar buenísimo, pase lo que pase. Van a amar el show”.