"Esto es lo que pasa cuando envejeces”, dijo Pete Townshend con una resignación alegre. Townshend, el “guitarrista principal, compositor jefe y genio rector” de The Who, como lo describió una vez la crítica Ellen Willis, se sometió a una cirugía de reemplazo de rodilla este año. Roger Daltrey, el cantante de la banda, anunció en abril que está perdiendo la vista y el oído, aunque se apresura a enfatizar que no ha perdido su poderoso tenor.
Así, el 16 de agosto, The Who comenzó lo que llaman una gira de despedida por América del Norte. Townshend, de 80 años, y Daltrey, de 81, formaron el grupo junto a Keith Moon y John Entwistle, quienes fallecieron en 1978 y 2002, respectivamente. La banda ha producido solo dos nuevos álbumes en los últimos 40 años, pero durante las décadas de 1960 y 1970, The Who trató el rock tanto como una forma de arte como una ceremonia comunal catártica, estirando constantemente los límites de cuán reflexiva y expansiva puede ser la música. Las canciones cinematográficas de The Who incluso dieron lugar a un musical de Broadway (Tommy) y una película (Quadrophenia). El rugido machista de Daltrey dio cuerpo y vigor a las letras de Townshend, y en concierto, crearon una fuente de energía incontrolable que podía explotar en volumen o caos.
En entrevistas separadas, se percibió una marcada diferencia entre Townshend y Daltrey, una pareja dispareja que ha sido abierta, incluso efusiva, sobre sus diferencias. Townshend, notoriamente elocuente, en una charla por video desde su estudio de grabación en el Valle del Caballo Blanco, a 112 kilómetros al oeste de Londres, fue filosófico y digresivo al reflexionar sobre la carrera de The Who. Daltrey, por otro lado, fue conciso y juguetonamente gruñón, un hombre de certezas más que de preguntas, mientras hablaba desde una habitación de hotel en Florida. “Acabo de levantarme y estoy desayunando”, anunció. Eran las cuatro y media de la tarde.
Estos son extractos editados de las conversaciones.
—La primera gira de despedida de The Who fue en 1982, y ha habido otros shows “finales” desde entonces. ¿Por qué debería alguien creerles esta vez?
Townshend: ¿Estás sugiriendo que estamos estafando al público? [Ríe] El hecho es que estamos dispuestos a estafarlos. Eso es lo que hemos hecho toda nuestra vida. ¿Por qué parar? La gira de 1982 fue un error. Estaba en un estado terrible, con problemas familiares, y necesitaba un descanso. Escribí a las revistas musicales y dije: “Voy a dejar de trabajar con The Who”. Ya teníamos una gira reservada, y cuando comenzó, me di cuenta de que se estaba promocionando como la gira final. Debería haber objetado, pero no lo hice. El álbum que acababa de escribir para The Who, It’s Hard, es uno de nuestros más débiles. No sentía que pudiera escribir grandes canciones para The Who. No sabía ni quiénes éramos. En cuanto a si Roger y yo trabajaremos juntos en el futuro, espero que sí. Si no quiere hacer un álbum de The Who, me encantaría escribir canciones para él para un proyecto en solitario.
—¿Crees que la música pop es una estafa?
Townshend: Cuando escribí el primer éxito de The Who, “I Can’t Explain”, un grupo de cinco chicos y una chica en el club donde solíamos tocar, me dijo: “Eso es exactamente ‘no tenemos las palabras. No podemos explicar’. Queremos que escribas más canciones como esta”. Y me di cuenta de que me habían dado una tarea fantástica, que es hablar por esta audiencia. Curiosamente, esa proporción de cinco chicos por una chica fue la que tuvo The Who en su público. Tocábamos principalmente para hombres jóvenes, luego para hombres mayores y gordos, ¡hombres mayores, gordos y calvos! Benditos seamos todos. Esas primeras canciones de The Who, como “My Generation” y “Pictures of Lily”, estaban vinculadas a darle a nuestra audiencia la sensación de que no estaban solos. Así que, para mí, el rock fue muy importante. La estafa comienza cuando te conviertes en una marca y ya no le perteneces a tus fans, si no a las discográficas, a los promotores, a los managers. El público te adora por lo que hiciste años atrás. No les interesa nada nuevo. Para Roger y para mí, es difícil no sentir que somos una banda tributo a The Who.
—¿Qué aportó Roger a las canciones de The Who que tú no podrías haber aportado si las hubieras cantado tú mismo?
Townshend: Ha pasado por fases, ¿no? Al principio, solo gruñía. Sonaba como Howlin’ Wolf, luego llegó Tommy y de repente cantaba como un niño de coro. Te guste o no su voz, es un gran dramaturgo.
—Leyendo entre líneas, parece que podrían añadirse más fechas a la gira de despedida si tú y Roger están en buena salud.
Townshend: No por mi, yo estoy bien así. Pasé por un período de sentirme muy deprimido. Y cuando me operaron rodilla a principios de este año, volví a engancharme a los analgésicos. Así es como mueren las estrellas de rock, con OxyContin. Pasé por una fuerte adicción al alcohol durante muchos años, luego a los narcóticos. Estuve limpio por más de 30 años. Llamé a un amigo cercano que trabaja en una clínica de recuperación en España, y me ayudó a ordenar mi cabeza. Me siento realmente bien en este momento. Está en manos de Roger. Si no extendemos la gira, ¿estaríamos incumpliendo un contrato? ¿Estaríamos en terreno de estafa si regresáramos y tocáramos en todos esos lugares importantes que dejamos fuera de la lista, como Duluth? (ríe) Tengo 80 años, no me gusta estar lejos de mi familia, mis estudios, mis perros y mis amigos. No estoy buscando pasar los próximos cinco años esperando a morirme en el escenario. El final de la gira podría darnos permiso a Roger y a mí para no volver a llamarnos nunca más. Espero que eso no ocurra.
—Roger, ¿cómo está tu salud?
Daltrey: Tengo un pequeño problema en el manguito rotador del hombro, por girar tanto el micrófono, pero la voz está mejor que nunca. Eso es todo lo que me importa.
—¿Has cambiado la forma de hacer giras para adaptarte a tu edad y condición?
Daltrey: Esto suena como una cita con el médico. (ríe) Tengo un día libre después de cada show. Decimos despedida porque las giras son agotadoras para el cuerpo. Además, los precios de las entradas son ridículamente altos. No estamos renunciando como banda. Podríamos hacer un par de residencias. Espero que no dejemos de hacer música.
—Él dijo que quiere seguir escribiendo canciones para ti.
Daltrey: Me encantaría escribir canciones con Pete. Lo he querido hacer durante mucho tiempo. Por muy buenas que hayan sido sus canciones, quién sabe qué podrían haber sido si hubiéramos colaborado.
—¿Cómo ha respondido cuando mencionaste escribir juntos?
Daltrey: “Salí de acá”. Quería mantenerlo para sí mismo.
—¿Quieres hacer otro álbum de The Who?
Daltrey: No, no habría nada en ello para mí, a menos que coescribiera las canciones con Pete. Nuestro último álbum, Who, me costó dinero. Para cuando pagué la gasolina y todo eso, perdí plata.
—Además de The Who, ¿tú y Pete tienen algo en común?
Daltrey: Pete vive una vida totalmente diferente a la mía. Le gusta la navegación y es un marinero muy serio. Él tuvo todo el dinero de las publicaciones durante años. Yo me gané la vida en las giras, y cuando no hacíamos giras, tenía que conseguir trabajos de actuación para llenar los huecos. Soy un granjero de los que se ensucian las manos. Somos como el día y la noche.
—The Who es famosa por ser más ruidosa que otras bandas de rock. ¿Eso causó tu pérdida de audición?
Daltrey: La mayor parte del daño a mi audición vino de trabajar con chapa metálica, no de The Who. Pulía soldaduras en protectores de cinturones en una fábrica durante ocho horas al día, sin tapones auditivos. Pero pienso en esos días como algunos de los más felices de mi vida. La gente era dura como botas viejas, pero había mucha humanidad en ello.
—¿Las bandas de rock dejan un legado cuando se retiran?
Daltrey: No. Es solo una pequeña y tonta banda de rock. ¿Crees que un concierto es importante en términos del planeta? Vamos.
—Un show puede ser un poco tonto, pero también inspirar a la gente, ¿verdad?
Daltrey: Espero que sí, pero no es nuestra responsabilidad pensar en eso. No sé qué significará The Who en el futuro. No soy mago.
Rob Tannenbaum, The New York Times