Un abrumador y enciclopédico libro repasa los 50 años de la música joven en Argentina.
El rock argentino, a diferencia de otras expresiones nacionales de ese estilo, es un género en sí mismo. Bajo su paraguas acoge un espectro de artistas que van desde Miranda! a Ricardo Iorio, es decir, del pop más comercial al heavy metal más social.
Eso se explica por como se fue gestando un movimiento que hoy tiene en su país, radios dedicadas exclusivamente al rock argentino, un sólido sistema de estrellas, películas de ficción y documentales sobre momentos de su historia, una presencia en la cultura popular y libros biográficos e históricos que intentan explicarlo.
Ahora acaba de editarse en Uruguay lo más cercano a una enciclopedia que puede tener el género: 50 años de rock en Argentina (Sudamericana, 1.290 pesos) de Marcelo Fernández Bitar. Son 540 páginas cargadas de información separada año por año. Es un poco abrumador en los datos aunque la información y la contextualización tienden a ser escuetas.
Fernández Bitar es un periodista especializado, experiente y a juzgar por la foto de la solapa, un poco cholulo. Ahí se lo ve con Luis Alberto Spinetta, quien además se encargó de una breve introducción con un texto escrito en 1986.
Allí, Spinetta, quien falleció en febrero de 2012, dice que, los rockeros en Argentina "somos muchos más de los que yo imaginaba cuando en el 69 me profetizaban que no iba a andar. Esta nada anda. Tocar música desde la realidad es la idea avasallante que crea rock por doquier, sin más que al vivir en la intensidad de los lugares y a la vez desear una profunda cadencia que corte la húmeda tanguinolencia del río antiguo de Buenos Aires". Spinetta escribía así.
Aunque Fernández Bitar se empeñe en querer demostrar lo contrario citando grupos que llegan del interior a la capital, el rock argentino es un fenómeno porteño. Surgió entre su clase media alta, construyó allí su imaginería y la capital alberga los templos a los que acceden los consagrados.
Una larga historia.
A pesar de ese origen de metrópolis, el rock argentino nació en Rosario, Santa Fe. En 1964 surgieron allí dos grupos Los Hurricanes y Los Wild Cats, a donde fue a dar Félix Francisco Nebbia.
Hay justicia en pensar que fue él, atendiendo como Litto Nebbia, quien encabezó la transición desde la tradición anglosajona hacia la canción en español. Fue gracias a "La balsa", según la leyenda, compuesta en el baño de La Perla, antro infanto-juvenil, junto a Tanguito, quien se convertiría en el primer mártir del rock.
Esos primeros intentos fueron rápidamente captados por una juventud que andaba a la deriva y que también quedó rendida ante el avance global de la contracultura. Los uruguayos Los Shakers fueron también muy influyentes.
El libro de Fernández Bitar deja claro el espíritu marginal con el que surgió en el rock argentino. Eran los hippies, muchos de ellos a un paso del linyerismo, los sospechosos de siempre de las fuerzas del orden y los protagonistas de eventos en los que se expresaba esa nueva sensibilidad y que, además de la música, incluían las artes plásticas, la poesía y el periodismo.
Es interesante como desde esos comienzos el rock argentino fue creciendo hasta ser parte del establishment. Para eso igual habría que pasar por la dictadura, que encontró en esos jóvenes revoltosos aunque apolíticos, otro objetivo para su represión. Muchos se exiliaron (el caso más notorio fue el periplo europeo de Miguel Abuelo y Moris, quien fundó el rock en España) pero a esa altura, el rock argentino se había convertido en un fenómeno de masas con festivales o recitales (la despedida de Sui Generis, por ejemplo) que mostraron un público leal y generaron un star system y una farándula de rockeros millonarios.
Fue una guerra, sin embargo, lo que terminó consolidando el género. Cuando Malvinas, el régimen prohibió la difusión de artistas en inglés y eso provocó, como recuerda Fernández Bitar, que el 80% de la música radial fuera en español y que en la televisión arrancaran programas dedicados al rock.
Fue, además, la llegada de la modernidad a un rock argentino que, para entonces, estaba preso de una forma de inconformismo que arrastraba desde sus orígenes. Lo que surgió tímidamente con grupos como Virus, Los Violadores o Los Helicópteros, se consolidó con Soda Stéreo, Los Abuelos de la Nada y el propio Charly García, el más moderno de los viejos rockeros.
Desde entonces, y como queda claro en 50 años de rock argentino, el género se abrió estilísticamente y desde entonces no ha parado de crecer. Aquella rebeldía se hizo menemista en la década de 1990, chabona a comienzos del siglo, nac & pop de financiamiento kirchnerista en los últimos años hasta llegar a la invasión uruguaya que hace que hoy No Te Va Gustar sea la banda más importante del rock argentino. No se la menciona.
Toda esa historia está contada por Fernández Bitar en base a la acumulación de información y en ese sentido a veces privilegia datos que, vistos en el contexto, no parecen muy atractivos. Está claro que la invasión rosarina de comienzos de la década de 1980 (los que vinieron con Juan Carlos Baglietto, entre ellos, Fito Páez) es relevante pero otras expresiones del interior parecen menos importantes.
Lo que el libro permite, sí, es dimensionar la trascendencia artística y cultural que ha ganado esa música. Y no solo en su cancionero. De aquellos comienzos hippies terminó ahora con el cantante de Tan Biónica saliendo en las revistas de farándula o el Indio Solari promoviendo el pogo más grande del mundo. Y todo es rock argentino. Así son ellos.
¿Y quiénes son los rockeros argentinos más importantes?
Como queda claro cuando se terminan al borde de la extenuación, las más de 500 páginas de 50 años de rock en Argentina, una lista de sus artistas sería interminable: no paran de surgir y de expandirse. En ese panorama el rock ha dado grandes artistas que definen su época y que expanden el alcance del género.
Quizás, en ese sentido se pueda hacer un Olimpo de cinco nombres.
Allí debería estar Charly García, un genio que supo captar las ondas de cada una de sus épocas, un personaje singularísimo que fue rescatado de un proceso de autodestrucción y desde entonces no ha hecho nada significativo.
También está Luis Alberto Spinetta, quien expandió las posibilidades poéticas del género, le dio algunos de sus grandes éxitos ("Muchacha ojos de papel", "Tema de Pototo", "Seguir viviendo sin tu amor") y grandes discos ya sea con Almendra y Pescado Rabioso o como solista.
Su hijo más directo es Gustavo Cerati que trajo una masiva sensibilidad pop a aquella complejidad: Cerati es Spinetta para las masas. Al frente de Soda Stéreo hizo continental a la música argentina.
El otro gran nombre es Carlos "Indio" Solari, que también es un heredero del rock de los 70 pero con una sensibilidad rockera que captó a toda una porción del público más juvenil y desatendida
Mejor dejar el quinto lugar libre para que el lector coloque el suyo. La lista es grande: León Gieco, Fito Páez, Miguel Abuelo, Federico Moura, Pappo, Gustavo Cordera y Andrés Calamaro, todos son fundamentales.

MÚSICAFERNÁN CISNERO