Metallica y Lou Reed lanzaron "Lulu"

Álbum. Salió el martes con las canciones inspiradas en dos obras de Frank Wedekind

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EL PAÍS, MADRID | IGNACIO JULIÁ

Pocos gremios resultan tan sectarios como el rock. Ajeno a la heterodoxia, el ejército de adoradores de la banda Metallica lleva meses hirviendo en la indignación.

La anunciada alianza del grupo que regeneró el heavy en acerada sublimación thrash y el viejo poeta neoyorquino Lou Reed supone la gota que colma el vaso tras años de distanciamiento entre los fans metálicos y las ansias exploratorias de sus ídolos. Finalmente, tanta controversia ha generado una expectación que la escucha de Lulu -un doble álbum basado en las canciones escritas por Reed, a partir de obras del alemán Frank Wedekind (1864-1918), para una producción teatral de Robert Wilson- va a difuminar por su carácter profundamente literario y espectacular prestancia sónica.

Frente a la sorpresa general, infundada vista la trayectoria iconoclasta e imprevisible del fundador de Velvet Underground, Lulu se erige como atronadora ópera rock contemporánea: excesiva y carnal, densa y atrevida, apabullante y reflexiva. Reed extrae la sustancia al impúdico relato urdido por Wedekind en El espíritu de la tierra y La caja de Pandora, obras pensadas para formar una sola representación. Sigue la dramaturgia a una muchacha que llega al Berlín de principios del siglo pasado, donde utilizará sus atractivos y disponibilidad para medrar entre los ricos y poderosos, dejando que abusen de ella y, por supuesto, acabando en la prostitución callejera, huyendo luego a Londres, donde conoce a Jack el Destripador. Como toda la obra de Wedekind, inventor germano de la sátira burguesa, precursor de expresionismo y feminismo, Lulu exuda sexualidad y violencia, trayendo hasta esta época de corrección política el intacto escándalo causado en su día.

El material, ya utilizado en un film mudo de Pabst y en una ópera de Alban Berg, recobra macilenta vida en manos de un escritor cuya originalidad como realista conspicuo ha desembocado en el más lírico tremendismo, abundante ya en su reciente adaptación de Edgar Allan Poe. Aquí están nuevamente los escenarios que le hicieron el mayor moralista a su pesar que ha dado el rock -la humanidad anhelante de trascendencia, el autoengaño y la culpa, la maldad quizá innata y la crueldad que esta desata, la aniquilación del padre y el fantasma del suicido, el fatalismo que nos lleva a ser quienes somos-, esta vez impulsados por la empastada artillería de Metallica, bañados en evocadoras texturas ambientales. Reed lleva la voz cantante, los brutos californianos potencian un drama centenario puesto al día con inesperada turgencia.

Lou Reed y Metallica se conocieron en 2009, en el vigésimo quinto aniversario del Rock`n`roll Hall of Fame, donde interpretaron juntos dos clásicos del primero. Excitados por el resultado y tras desechar la adaptación de títulos oscuros de Reed, optaron por afrontar el desafío de transformar esta convulsa narrativa, manchada de esperma y sangre, en una apuesta que se quiere artística pero, pese a esa pretensión, golpea y emociona en monumentales muros sónicos y desaforados atropellos rítmicos, también en pasajes levemente fantasmagóricos. Algunos temas son digna adición al canon de Reed (Brandenburg gate, Iced honey), otros capitalizan la insospechada viabilidad de la reunión (The View, Dragon). Todo ello se condensa en un imponente caudal que dinamita prejuicios y obtendrá por ello división de opiniones.

Dice James Hetfield que les estimuló la idea de "estampar Metallica" en las canciones desnudas que les entregó Reed. Éste, como siempre superlativo de sí mismo, afirma que es lo mejor que ha hecho en su vida. Discutible, claro, aunque al finalizar los 20 minutos del extraordinario epílogo, Junior dad, se entienda su entusiasmo. Cuenta el gigantón Hetfield que al escucharlo por vez primera, reciente la muerte de su progenitor, no pudo evitar el llanto. El detalle anima a pasar por taquilla.

El director de "El cisne negro" hará el primer video del disco

El pasado jueves se supo que Darren Aronofsky dirigirá un video musical del nuevo álbum de Metallica y Lou Reed Lulu. El director de las películas nominadas al Oscar Cisne negro y El luchador producirá el video para la canción Iced Honey. Las escenas serán grabadas en la zona de la Bahía de San Francisco y se podrán ver el próximo mes.

El baterista de Metallica Lars Ulrich dijo en un comunicado que trabajar con Reed y Aronofsky es "un sueño hecho realidad``. Ulrich agregó que hacer el álbum y el video es un gran capítulo de su vida. "Como si haber hecho un disco con Lou Reed no fuera suficiente, ahora podré hacer un video con Darren Aronofsky, quien ha sido uno de mis cineastas favoritos desde su película Pi``.

El veterano Reed dijo que comparte la admiración de Ulrich por esa película y dijo que espera que el video sea "el próximo Cisne negro" de Aronofsky. El cineasta contará con su camarógrafo Matthew Libatique, quien trabajó con Aronofsky y con Spike Lee.

Hace varios años la obra de Wedekind El despertar de la primavera fue adaptada por el músico Duncan Sheik y el escritor Steven Slater, tras lo cual ganó el Tony al mejor musical. AP

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