Los dos cabezazos de Zidane

Rebar

Nadie duda de que si Zinedine Zidane hubiera convertido en gol el soberbio cabezazo que le contuvo Buffon en sensacional atajada, el segundo "craneazo" no se habría producido. En aquel momento, el "heading" de "Zizou" pudo poner en ganancia a su equipo, y encaminarlo a la consagración como Campeón Mundial. El hecho de haber fallado embroncó al astro galo y lo alteró para el resto del partido. El drama se volvió tragedia cuando "acertó" con el segundo cabezazo, pero esta vez en pleno pecho de Marco Materazzi.

El "amistoso gesto" de Zidane continúa hasta hoy en el comentario de las agencias telegráficas, compitiendo en las noticias internacionales con la crisis de Medio Oriente. En este mundo loco loco, pocos sucesos de actualidad interesan tanto como lo que vaya a ocurrir en la FIFA a la hora de juzgar a los protagonistas del incidente, con las consiguientes sanciones que habrán de recibir.

A propósito de lo acontecido -y en la lamentable convicción de que casos iguales o parecidos seguirán repartiéndose mientras exista el fútbol- considero que éste es el mejor momento para que la FIFA cree un Departamento de Lenguaje como un anexo a la política del fair-play, que estaría destinado a atenuar la crudeza de los insultos que intercambian los jugadores, adoptando un estilo refinado que "maquille" la grosería. Porque no es lo mismo que un jugador le dispare a un contrario un "Tu madre es una Tal por Cual... (eso que ustedes están adivinando) a que embellezca esa terminante definición con un moderado

"Tu señora mamá adoptó en su vida, una desorbitada distribución de sus impulsos sexuales entre familiares, amigos y desconocidos, que repercutió dolorosamente en "la moral de la familia". O que, refiriéndose a una hermana del adversario, le diga: "Esa... (también acá supieron ustedes rellenar el espacio de los puntos suspensivos) en vez de suavizar el concepto con una frase bien vestida como ésta: "Tu señorita (o señora) hermana recorre las calles con sentido rentable, sin reparar en que los rendimientos económicos de su patrullaje no alcanzan a fundamentar la elección de la profesión más vieja de la historia".

Convengan conmigo en que cuanto se diga en materia de agravios, puede verse atenuado por un uso lingüístico depurado: si el italiano Materazzi (que reparte patadas a domicilio) hubiera empleado un lenguaje cuidado para desequilibrar a Zidane, tal vez el "franchute" se hubiese mantenido sereno y lúcido: así habría, acaso, contribuido a la victoria final de Francia; y su anunciada despedida del fútbol hubiera transcurrido bajo palio y con alfombra roja.

Pero, claro: en tal caso, los italianos habrían insultado a Materazzi por no haber calentado a Zidane todo lo necesario para convocar su expulsión. En cambio, al hacer muy bien el mandado, lo erigieron como uno de los héroes de la conquista del cuarto torneo mundial. Una rara actitud para glorificar al insulto.

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