Jorge Abbondanza
Hay una zona de la Ciudad Vieja, en proximidades del Mercado del Puerto, que bordea las calles Pérez Castellano, Piedras y Yacaré, donde puede observarse un florecimiento en materia de artes plásticas y artesanías.
Allí hay una hilera de galerías, talleres y locales de venta como nunca antes se había conocido en el lugar. Ese circuito sigue creciendo e invade viejos espacios muy bien acondicionados, marcando el auge de la oferta y ramificándose entre dos extremos que son el principio y fin del paseo, y que pueden ubicarse en el Museo de Arte Precolombino e Indígena, en 25 de Mayo, y el Museo del Carnaval sobre la rambla 25 de Agosto.
La tendencia ha vitalizado un área que hasta hace algunos años parecía declinante. Incluye el reciclaje o la recuperación de antiguas casas y edificios que también reflotan el interés patrimonial de la zona. El mayor de esos remozamientos ha recaído en el Edificio Jaureguiberry, que se alza en la esquina de Piedras y Pérez Castellano, frente a la plazoleta de restaurantes del Mercado, es decir en el eje mismo del trajín.
apertura. Todavía está sin habilitar la planta baja de esa construcción, excepto un sector de la misma que se abre en Pérez Castellano 1542, donde un grupo de expositores que forman parte de la Asociación Uruguaya de Artesanos (AUDA) exhibe una gran variedad de manualidades.
Ese surtido comprende orfebrería en metal, objetos utilitarios de cerámica, trabajos textiles, instrumentos musicales, piezas de madera tallada, mates burilados, prendas de ropa, obras en vidrio y juegos de mesa realizados en caña, entre otras variantes. La relación de los artesanos de AUDA con el público se inició en el local en dos planos que la asociación ha mantenido durante años sobre la Plaza Cagancha, pero luego se extendió al amplio subsuelo del Mercado de la Abundancia, en San José y Aquiles Lanza. Ahora su expansión llega a esta tercera sede en el corazón de la Ciudad Vieja. Son oportunidades para que el interesado compre algo realizado por manos uruguayas sobre materia prima nacional.
Las artes aplicadas en el ámbito montevideano tuvieron algunas décadas de apogeo a partir de los años 50, con la aparición de grandes realizadores en joyería, cerámica, vidrio, esmaltes sobre metal, madera y tapicería. Luego aquel surgimiento dotado de altos niveles de creatividad, espíritu innovador y sellos personales a veces magistrales, fue debilitándose gradualmente. Pero emergió en cambio una numerosa categoría de artesanos de menor calibre, que se multiplicó mayormente en ferias y encuentros, practicando su oficio con modesto alcance estético pero con frecuente dominio de los materiales empleados, en una producción enfocada hacia el campo comercial que, en ocasiones, ha incluido la exportación. Esas manualidades no han perdido su impulso y lo demuestran con el flamante local de la Ciudad Vieja, que reúne obras de 85 uruguayos laboriosos y que está dedicado -como indica su nombre- a la memoria de Rafael Pérez Barradas.
Sociedad relevante
La Asociación Uruguaya de Artesanos surgió en 1983 integrándose muy rápidamente a la dinámica cultural de un país que se encaminaba a recuperar la democracia. Los 27 años que han pasado desde entonces permitieron fortalecer una institución que en la actualidad nuclea a más de 1.700 socios y sigue haciendo llamados para ensanchar esa base social.