La bailarina argentina Pa-loma Herrera celebra sus veinte años de carrera en el prestigioso American Ballet Theatre de Nueva York (ABT), del cual es además bailarina principal desde 1995.
Modesta y alejada de todo reflejo de diva, Paloma Herrera es a los 35 años uno de los símbolos del ABT, al que llegó en junio de 1991 tras una audición a la que solo fue para estar cerca de sus ídolos por un rato, según sus propias palabras.
"En el ABT, uno aprende tanto de todos los bailarines que están ahí. Tenemos culturas de todo el mundo, bailarines de todo el mundo. Este año cumplo mi 20 aniversario con la compañía. Para estar 20 años con una compañía, realmente tenés que quererla. Y yo la quiero porque sigue siendo un lugar de inspiración", explica al referirse a este pacto de fidelidad.
"Soy realmente afortunada de tener la carrera que tengo. Soy consciente de eso. No creo que tengo éxito. Solamente soy muy agradecida", agrega Herrera cuando se le pregunta por su permanencia en el selecto club del ballet de alto nivel mundial.
Dueña de un talento excepcional desde temprana edad, Paloma empezó a tomar clases de ballet a los 7 años en Argentina y, tras ganar numerosas concursos, estudió en Minsk, Londres y Nueva York con grandes maestros hasta llegar al ABT, donde fue promovida a solista a los 17 años y a bailarina principal a los 19, en un ascenso fulgurante.
Como parte del elenco estable de 17 bailarines principales del ABT, Herrera se presenta actualmente en La corriente límpida, de Alexei Ratmansky y Dimitri Shostakovich, y de aquí a fines de julio lo hará además en Coppelia, El lago de los cisnes, La bella durmiente y Don Quijote.
El consulado argentino de Nueva York le rindió esta semana un cálido homenaje presentando el documental Paloma Herrera, aquí y ahora. AFP