SEBASTIÁN AUYANET
El cantautor predilecto de buena parte de la prensa musical argentina se enamoró de Montevideo el año pasado. Este sábado le presentará un disco que deja picando una inquietud: ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?
El pasado 21 de septiembre, Gabo Ferro lanzó Mañana no debe seguir siendo esto. "Un disco dedicado al amor tenía que salir en primavera", explica en una mesa del café Bacacay este argentino que vive en Mataderos y que dedicó su tercer disco a la ciudad de Montevideo, según aparece escrito en el booklet del disco. Es que Ferro tocó dos veces en la ciudad durante 2007. Dos días suficientes para conectar con viejos cantautores locales, desarrollar una fascinación particular por Darnauchans y percibir una melancolía que encuentra impregnada en estas doce canciones.
Porque la fecha de salida de Mañana... es traicionera si se la mira esperando una perspectiva convencional. Gabo explica: "Yo viví hace un tiempo en una comunidad hippie en California. Entonces pensé en cómo el amor había sido un tema central en la música rock de los años 60` -no sólo por ellos, sino por muchísimos artistas- y de cómo ahora se lo ha apropiado el pop latino, que lo trata en plan `yo te amo, tú me amas`. Pero no es un concepto tan determinista; preguntale a un pederasta o a una hija que se enamora de su padre si es tan determinista. Por suerte no todo el mundo siente amor de esa forma degenerada. Pero eso demuestra lo polimórfico que es".
Gabo cuenta que, entonces, se puso a "ejercitar y a escribir", dejando claro que cuando se tiene algo para decir, las canciones no salen en dos horas. Escribiendo y reescribiendo, Gabo encontró un nombre para su disco que, a la vez que una declaración de principios, es además, "abierto y adaptable" a la interpretación de quien escuche.
"Quería salir de esa visión liviana. El amor es una frecuencia muy poderosa. Aquellos que lo quitaron del rock y de la cultura contemporánea quitaron poder a quienes lo escuchan. Incluso que se hable demasiado de esto se suele ver como algo maricón, vulnerable", explica.
Gabo, con pasado en una banda de hardcore y un presente que conserva algo -o mucho- de eso, es en vivo un cantante folk de registros tan altos como electrizantes que sujeta al escucha con falsetos que llevan una carga de sentimiento pocas veces vista. Si en formato solista asombraba su intensidad rockera, para esta presentación se puede esperar aún más con- tundencia, ya que llegará con una banda que incluye doble batería.
La charla se queda en el concepto sobre el que gira el disco. Ahí, Gabo ataca las concepciones posmodernas del amor con rigor de historiador -su otra profesión- y sinceridad pura: "Es lo que pasa ahora. El amor se termina siempre por cosas que están fuera de las personas. El `no pude evitarlo`, `ya no siento lo mismo`, `la crisis de los 30`, como si adentro no tuviéramos nada o algo que puede ser transformable y manejable por cualquier cosa. En definitiva, que no somos individuos. ¿Qué noción más posmoderna tenés que la muerte del individuo? La muerte de un sujeto que puede decidir per se dónde ama, dónde muere, dónde compra, dónde vive y dónde trabaja".
Si tuviera que elegir una palabra vinculable al amor, Gabo elegiría "honestidad". En tiempos en que la soltería o el estar divorciado parecen más un activo que una frustración, Gabo habla de voluntad y entrega sin aires de pacatería. Pero Mañana... también habla de la gente que no tiene el "chip" del amor, de la tristeza y del abandono. "En eso me di-ferencio de los hippies. El amor no nos va a salvar a todos, sino a los que podemos sentirlo, a los que podemos verlo... a los que nos atraviesa. Pero hay personas que no tienen los elementos químicos o espirituales para conseguirlo".