HUGO GARCIA ROBLES
LAS COLUMNAS
Son infinitas las posibilidades de abordar la música para definir su estilo, su perfil tradicional o revolucionario, su relación con la sociedad. Entre estas vías, hay una que la obra de Juan Sebastián Bach ilustra de modo ejemplar.
Se trata de la capacidad de abstracción que la música puede adoptar. Con ello se alude a la música que se limita a ser puro sonido, sin intención de comunicar, como hacen los románticos con la esfera afectiva o, en el universo de la ópera, una acción dramática, que requiere escenario, vestuario y cantantes - actores.
Contra estos modos de hacer música, los maestros del Barroco, Bach en especial, se concentran en el manejo de formas y estructuras, el puro transcurso temporal de los sonidos. Esta característica que en Bach es muy clara, hizo que Debussy afirmara, bajo el seudónimo de "señor Corchea", que en Bach es la curva de su música la que emociona. Se advierte que el gran compositor francés recurre a un símil geométrico, claramente alejado de contenidos; expresa formas, líneas.
Sin embargo, existen ejemplos que muestran lo contrario, música que Bach compuso traduciendo en sus sonidos, más que formas exteriores, contenidos. Muchas veces de una concreción que envidiaría un romántico empeñado en las exigencias de la música programática.
Si se examinan las cantatas y la Misa en si menor, se podrá ver que en ellas Bach procede de modo muy distinto al que emplea en los preludios y fugas.
Se trata de casos en los cuales el respeto por la forma y las exigencias de la estructura, siempre presentes, se concilian con la expresión del sentido del texto. Se torna concreto el discurso sonoro, para trasmitir lo que las palabras dicen.
Varios son los ejemplos posibles. En la canta Actus Tragicus, cuyo texto es una aceptación de la muerte como decisión divina, que marca el momento en que la vida humana debe detenerse. El texto lo dice claramente: "el tiempo de Dios es el mejor de los tiempos".
Cuando en su transcurso, el texto habla de que toda carne perecerá, las sopranos del coro contraponen las palabras: "Sí, Jesús, ven". Y lo hacen con una melodía que es gozosa y contrapuesta a la gravedad de la que canta el carácter perecedero de la carne. Resulta impactante el contraste y la forma en que los dos planos, se entretejen. El mensaje de esperanza en la promesa de Jesús, cambia el carácter de la música.
En la Misa en si menor, el Gloria, el versículo que se refieren al "Gloria in excelsis Deo" emplea trompetas y timbales. Mientras que en el "et in terra pax", cuerdas y maderas recrean la escena del pesebre, la Navidad de clima pastoril, sereno.
En estos casos, y hay muchos más, Bach adquiere una riqueza mayor en su capacidad expresiva que no era, solamente abstracta.