Juan Ignacio Fernández Hoppe filmó por primera vez a su abuela hace diez años, con una cámara de VHS que le prestaron en la facultad. Esas pocas imágenes que grabó le dieron la pauta de que en esa mujer con la que convivía, que cuidaba amorosamente las flores de su balcón, había tema para un documental. Más adelante descubrió que no solo era ella el tema, sino también su hija, es decir la madre de Juan Ignacio. Después de una década de darle vueltas al proyecto, vivir con ellas y luego dejar la casa, meterse en su intimidad pero conservando la distancia que le exigía un tema así, terminó su película. Y los primeros minutos del documental son, justamente, aquellas imágenes hechas con una cámara de baja definición.
Lo interesante del asunto es que en ellas ya estaba el germen del resto del film, casi todos los elementos con los que, a la hora de hacer el montaje, construyó su historia. Las flores de mi familia es un trabajo valiente y por momentos interesante, que denota un gran esfuerzo del director para elaborar una narración a partir de lo que muestra. ¿Qué muestra? Hija y madre conviviendo, reprochándose cosas, intentando alternativamente separarse y cuidarse en períodos complejos de la vida. Lo que logra no es cosa fácil ya que las dos protagonistas se sueltan notablemente delante de las cámaras y ofrecen momentos de discusión fuerte y también de reflexión. Más de un espectador se sentirá cercano al tema.
LAS FLORES DE MI FAMILIA
FICHA
Uruguay 2012. Director y fotógrafo: Juan Ignacio Fernández Hoppe. Montaje: J. I. Fernández Hoppe y Guillermo Rocamora. Intérpretes: Nivia Quintana y Alicia Hoppe.
ATENCIÓN A...
los últimos veinticinco minutos de la película ganan en intensidad a través de la música, la fotografía y en particular a los sucesos y lo que las protagonistas dicen. Esto compensa los cincuenta minutos previos en los que suceden o se dicen muy pocas cosas.