GUILLERMO ZAPIOLA
Es ingeniosa sin llegar a ser brillante, y tiene una banda sonora contagiosa. La música, el elenco y la idea central son lo mejor de "Los piratas del rock", comedia británica dirigida por Richard Curtis que se editó directamente en DVD.
La historia tiene al parecer una base real. A mediados de los años sesenta, para muchos la mejor época del pop inglés, la BBC sólo emitía dos horas semanales de `rock and roll`. Esa abstinencia musical fue parcialmente paliada por una radio pirata que transmitía desde un barco en el mar del Norte. Según se afirma en el film, veinticinco millones de británicos escuchaban esas transmisiones.
La acción arranca con un joven expulsado del colegio (Tom Sturridge) que va a vivir con su padrino (Bill Nighy) en la radio pirata en cuestión, cuya pintoresca tripulación de DJs está encabezada un fanático de la música apodado El Conde (Philip Seymour Hoffman), y a quien acompañan toda una serie de personajes encarnados por figuras prestigiosas del cine y la televisión británicas (Nick Frost, Chris O`Dowd, Tom Wisdom, Tom Brooke, Will Adamsdale, Rhys Darby). Los temas de Small Faces, Jimi Hendrix, los Hollies, los Who y muchos otros son transmitidos desde alta mar, en una historia coral que involucra a otra gente de mar y tierra.
En lo que es también, acaso de forma involuntaria, un documento de historia social, la película propone una nostálgica evocación de los sesenta y lanza algunas bromas a propósito de una sociedad conservadora que se siente amenazada por una música "transgresora" y convoca a todo un ministro (Kenneth Branagh) para que en un plazo perentorio ponga fin a las actividades piratas. Basta de sexo, drogas, `rock and roll`... y radios ilegales. Lo que sigue es una serie de enredos y tropiezos, hasta que en determinado momento el buque está a punto de zozobrar (el título original, The boat that rocked, bromea con los sentidos de "hacer rock" e irse a pique), y se desencadena una multitudinaria operación de rescate por parte de los aficionados.
La historia de la película ha sido curiosa. Se la estrenó en Inglaterra en la primera mitad del año, llegó a Estados Unidos con cortes, alguna demora y un cambio de título (Pirate radio), y los aficionados norteamericanos se han quejado de la versión más corta, que al parecer elimina elementos interesantes que el DVD recupera. Los distribuidores parecen haberle tenido miedo, y decidieron que llegara aquí solamente en DVD.
Sin embargo, no debería haber sido tan difícil venderla. Nadie va a afirmar que sea una obra maestra del cine, pero es bastante graciosa, tiene una banda sonora que mucha gente va a apreciar, y el elenco es francamente interesante. De acuerdo, el humor es desparejo y la inventiva va y viene, pero lo que queda es bastante como para mantener el interés.
Sospechablemente, el nombre a tener en cuenta por encima de todos es el del guionista y director Richard Curtis, un hombre de humor muy `british` que ha escrito cosas para Rowan Atkinson (Mr. Bean), lo cual no es por cierto ninguna garantía, pero cuya filmografía incluye también los guiones de Cuatro bodas y un funeral, Un lugar llamado Notting Hill, la segunda Bridget Jones y otras cosas menores.
En el haber de Curtis libretista corresponde colocar el frecuente ingenio del diálogo y el múltiple abanico de personajes estereotipados pero jugosos (y bien defendidos por el elenco) que pueblan el film. A Curtis director hay que adjudicarle, por otra parte, cierta velocidad narrativa, y el empeño en recrear una estética "sesentista", con pinceladas psicodélicas que contrastan con la grisura del Londres "oficial", referencias a películas de la época como ¿Qué pasa Pussycat? de Clive Donner y Yeah, yeah, yeah, los Beatles de Richard Lester, y el uso de pantalla dividida, efectos de barrido y otros recursos de montaje que estuvieron de moda en el momento en que transcurre la acción del film.
El resultado es visualmente atractivo, con una vistosa recreación de época y un esmero para la selección de vestuario, objetos y ambientes. Pero es, sobre todo, un film "auditivo": todo amante del rock británico de los `60 se va a dejar seducir por una banda sonora que recoge mucho de lo mejor del género.