El eterno femenino de una imaginativa pintora

Vuelta. Virginia Patrone regresó a Uruguay con otras obras

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El Museo Gurvich expone una serie de pinturas en acrílico sobre tela y papel de Virginia Patrone. La figura de la mujer es el centro del universo de la artista, completada con la presentación de un video.

Virginia Patrone (Montevideo, 1950) estudió en la Facultad de Arquitectura de Montevideo, y luego siguió formándose en pintura con José "Pepe" Montes y gráfica con David Finkbeiner del Pratt Institute de Nueva York. Desde 2003 está radicada en España, y actualmente tiene su taller en Barcelona. A partir de 1988 ha expuesto de forma individual sin interrupción y ha participado en numerosas muestras colectivas en Uruguay y otros países. Patrone también es activa como poeta.

En la actual muestra en el Museo Gurvich, titulada El temor del robot, nombre que proviene de una colección de poemas inéditos de la artista, son mostradas unas quince obras de mediano formato, la mayoría pintada con acrílico sobre tela. A ellas se suman otras obras, con un lenguaje más cercano a la gráfica, fueron realizadas en acrílico sobre papel. En la sala donde se muestran las obras también se puede ver un video basado en poemas de Patrone, con imágenes y música realizados por Rodrigo Spagnuolo.

En el catálogo publicado con motivo de la exposición, el crítico Jeremy Roe escribió, en un texto titulado "La etérea materia oscura. Poética visual en las pinturas de Virginia Patrone", sobre la interacción entre los motivos de la pintura y la poesía de la artista: "El reconocimiento consciente de la dimensión poética de la práctica creativa de Patrone pone de manifiesto el hecho de que sus obras necesitan ser percibidas, comprendidas y contempladas no sólo como una imagen, una escena, o aún un ejercicio formal de la pintura, sino como una poética visual encarnada, la poética visual de una rica gramática visual del arte, aunque no una gramática de reglas, sino una gramática de posibilidades infinitas".

MOTIVACIONES. El motivo principal de la "poética visual" de Patrone es la figura de la mujer. No es una novedad porque ese ha sido un tema reiterado en su larga y reconocida trayectoria. Cuerpos femeninos, en general desnudos, solos o en grupo, son el centro de las acciones que se desarrollan en cada obra, el punto central de cada una de las "historias" presentadas con imágenes. El cuerpo femenino es una figura en sí, pero en algunos casos también es el soporte sobre el que son pintadas otras figuras, un juego de pintura dentro de la pintura.

Una cabeza de mujer con rasgos particulares, que aparece repetida en varias de las obras, parece ser un alter ego de la artista, una suerte de autorretratos que conectan los motivos de las obras con una experiencia personal. Es el caso de La hija de Testa di Ferro (2012), en la que tras la cabeza de la mujer se ven una carpa de circo, una cara de payaso, y un tigre agazapado. En El halcón de Freud (2011) la mujer, con boca y nariz de payaso pintadas de rojo, muestra un halcón posado sobre su mano derecha, mientras que una cara de payaso flota sobre las dos figuras. En Las sanadoras (2010) la mujer se repite dos veces. Ambas lamen sus propios cuerpos celestes, que están cubiertos por imágenes de flores, hojas y otros elementos.

Otras mujeres son representadas como parte de escenas en las que interactúan con figuras masculinas, las que están caracterizadas por cuerpos oscuros. En La danzarina ausente (2012) una mujer desnuda, con su cuerpo cubierto por figuras de hojas y animales, es abrazada por un hombre cuyo cuerpo negro está pintado con formas blancas ramificadas. A su vez, en Mujer dragón entre dos mundos (2010) una mujer de cuerpo muy pálido es abrazada por un hombre de piel oscura, mientras que un extraño animal (uno de los distintos animales que siempre están presentes y parecen ser testigos) se aleja del lugar del hecho.

El mundo de imágenes de Patrone está íntimamente relacionado con su quehacer poético, y brinda al espectador la posibilidad de fabular con experiencias y fantasías, ya sean de carácter personal o comunes a la condición humana. Son las fuentes de inspiración que llevaron a la artista a pintar esos mundos fantásticos poblados de inquietantes figuras femeninas.

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