GUILLERMO ZAPIOLA
Un 5 de marzo de 1988 cayó de un balcón, en Mar del Plata, Alberto Olmedo, uno de los cómicos más populares de toda la historia de la televisión y el cine argentinos. Esa tragedia puso fin a una trayectoria dedicada a promover la carcajada.
"Éramos tan pobres". El latiguillo, uno de los tantos que Olmedo creara a lo largo de su carrera y que ha quedado en la memoria del público, bromeaba con una auténtica experiencia personal. Su origen fue realmente humilde.
Había nacido el 24 de agosto de 1933 en Rosario de Santa Fe, en el barrio de Pichinchas, la "zona roja" de la ciudad, poblada de prostíbulos y bares de mala muerte, y allí vivió con su madre, Matilde Olmedo. A los seis años, apenas empezada la escuela, entró a trabajar en una verdulería y carnicería.
En 1947, su amigo Salvador Chita Naón lo conectó con la claque del teatro La Comedia, y un año después se incorporó al Primer Conjunto de Gimnasia Plástica en el Club Atlético Newell`s Old Boys. En esa misma época participó en una agrupación artística vocacional en el Centro Asturiano: La Troupe Juvenil Asturiana. De ahí surgió en 1951 el dúo cómico Toño-Olmedo, que integró con Antonio Ruiz Viñas. Hacia fines de 1954, y siguiendo el consejo de otro amigo ("Dios atiende en todas partes, pero su oficina central está en Buenos Aires") decidió probar suerte en la capital, donde llegó con cuarenta pesos en el bolsillo.
En mayo del año siguiente consiguió trabajo como técnico en el Canal 7 Argentina, y allí, en una cena de fin de año con empleados y autoridades interpretó una serie de imitaciones que llamaron la atención del interventor de turno, quien le ofreció trabajo como actor. Una semana después debutó en La Troupe de TV, programa dirigido por Pancho Guerrero. Durante los años siguientes alternó trabajos de actor y técnico, y en 1959 llegó al cine, con un papel secundario en la película Gringalet de Ruben Cavalloti.
FAMA. La verdadera popularidad vendría empero en 1960, con el programa infantil Capitán Piluso (que, incidentalmente, fue el modelo para su equivalente uruguayo Capitán Cañones de Eduardo D`Angelo), que empezó en Canal 9, siguió luego en Canal 7 y aterrizó finalmente (en 1967) en el Canal 2 de Mar del Plata. Piluso fue un fenómeno de popularidad, que llegó incluso más allá de la pantalla. Por ejemplo, en el Luna Park enfrentó al luchador trucho Martín Karadagián, de Titanes en el Ring, y convocó a treinta mil espectadores.
En 1964 comenzó su relación con los hermanos Gerardo y Hugo Sofovich, quienes lo convocaron a su programa de Canal 11 Operación Ja Ja, donde nacieron algunos de sus primeros personajes memorables (el mago Rucucu, el "Yéneral Gonzales"). Siguieron otras incursiones televisivas (El botón en 1969, El chupete y Fresco y Batata, este último con Jorge Porcel, en 1972, ambos en Canal 13), al tiempo que desarrollaba una actividad paralela en el teatro de revistas.
En 1973 llevó al cine con Los caballeros de la cama redonda, con Jorge Porcel, a la que siguieron varias otras comedias picarescas. Sin embargo, Olmedo debió intuir que su verdadero medio era la televisión, donde podía improvisar con una libertad que la producción cinematográfica le impedía. "Volvé al broli" (por "volvé al libreto"), era la súplica semanal de su colega Javier Portales, que él ignoraba sistemáticamente.
A su manera fue un transgresor. En 1976 enojó a los militares en el poder con una broma que lo daba por muerto o desaparecido (luego entraba y decía "¿uno no puede llegar tarde?") que le costó dos años de suspensión. En 1982, tras la invasión de Malvinas, él y Moria Casán se despacharon muy burlonamente en No toca botón, con despliegue de banderas, contra la aventura militar. Recibieron solamente un tirón de orejas, aunque se los obligó a ponerse patrióticos en el programa siguiente. Antes le habían prohibido usar el rango de capitán a su Piluso (lo reemplazó por "Pilusoman", que combatiría llamativamente a "los tres facinerosos").
Para entonces seguía haciendo revista, televisión y cine, se había desembarazado de algún personaje (el mago Rucucu murió cuando Olmedo quemó sus ropas ante cámaras en 1985) y creado otros, desde el infeliz Rogelio Roldán hasta el inescrupuloso Manosanta, desde el delirante Borges (eligió el nombre en homenaje a don Jorge Luis) hasta el provocativo Dictador de Costa Pobre. La muerte se llevó, hacen veinte años, a un talento que aún parece irremplazable.
Cuando dos son más que uno
Animal televisivo por antonomasia, lo mejor de Olmedo surgía en la pantalla chica, donde se permitía bromear sobre la "ilusión de realidad" tirando abajo decorados de cartón e invitando a los camarógrafos a mostrar la "cocina" de la producción.
Su humor se desplegaba con particular comodidad cuando enfrentaba a una figura de cierto peso, lo cual no es una broma cuando uno se refiere a Jorge Porcel o Javier Portales. Si Porcel tenía sus recursos propios y podía funcionar solo (aunque juntos eran mejores), Portales fue, sobre todo, un excelente "patiño", el "apoyo serio" del humor de Olmedo, lo que Dean Martin era para Jerry Lewis, o Bud Abbott para Lou Costello.
Esto último se advierte particularmente en un "sketch" como el de "Álvarez y Borges" de No toca botón. Ambos compartían un sillón en una sala de espera, Portales se iba horrorizando progresivamente de los disparates que le oía decir, y el efecto humorístico aparecía reforzado por la presencia de otros dos personajes sentados en otro sillón, que permanecían silenciosos y debían fingir que no estaban tentados aunque se veía que lo estaban.
Acaso ello explique por qué Olmedo no se animó a otras cosa. Le ofrecieron actuar en la sátira Plata dulce de Fernando Ayala, en el papel de la contrafigura de Federico Luppi que al final hizo Julio De Grazia pero no aceptó. Acaso sintió que el rigor de seguir un libreto y los toques de drama no eran para él.
Algunos de los peculiares personajes que lo llevaron a la fama
El capitán Piluso
La melodía de presentación se refería a él como un personaje de coraje sin igual que luchaba contra el Mal. La realidad solía ser menos heroica. Catapultó a Olmedo ante grandes y chicos, tal vez porque su humor jugaba a un doble nivel.
El mago Rucucu
El nombre remedaba el sonido emitido por un hijo de Olmedo, muy chico cuando su padre creó a este individuo con aspecto de personaje del cine mudo que en Uruguay, durante la campaña electoral del `71, recordó a muchos el aspecto del general Seregni.
Rogelio Roldán
El infeliz por antonomasia, enviado sistemáticamente por su tiránico jefe a realizar algún trámite en casa de la bella Susana Romero, que se dedicaba a acosarlo. Que alguien como ella pensara siquiera en algo así formaba parte de la broma.
El Manosanta
Tal vez el personaje más recordado de Olmedo, aquí convertido en un inecrupuloso traficante de presuntos poderes místicos, dispuesto a abalanzarse sobre las clientas que se pusieran a tiro. Llegó al cine en una película, El Manosanta está cargado.
Borges
La mitad de "Álvarez y Borges", dueto integrado también por Javier Portales. La gama de recursos que Olmedo desplegaba en aquella sala de espera alimentó un material que puede figurar en una selecta antología de su repertorio.
Un especial de televisión de dos horas sobre el gran cómico
Mañana a las 22, el canal para abonados History Channel repite el especial sobre Alberto Olmedo que estrenara el pasado lunes. Se trata de un programa de dos horas, armado en base a testimonios en tiempo presente a cargo de diversas personas que conocieron al fallecido músico, entrelazados con imágenes de archivo de los programas de televisión y películas en que interviniera.
El programa incluye declaraciones de la primera esposa de Olmedo, sus hijos, el "Facha" Martel, Ricardo Darín (quien narra el impacto "físico" que le produjo la muerte del Negro), las vedettes Moria Casán, Silvia Pérez y Beatriz Salomón, y hasta la barra de amigos de la infancia de la ciudad de Rosario, muchos de cuyos nombres (desde Rogelio Roldán hasta Chiquito Reyes), corresponden a los de los personajes que Olmedo creó para la televisión. Era su manera, dice uno de ellos, de sacarlos del anonimato y darles un minuto de fama.