Con los resultados a la vista se comprende el entusiasmo previo de Campodónico ante la segunda presentación del Bajofondo Tango Club en la Zitarrosa.
En aquella oportunidad, el colectivo artístico comandado por Gustavo Santalolalla y Campodónico había ofrecido un espectáculo que no logró integrar del todo los instrumentos tocados en vivo con aquellos "disparados" desde las computadoras. En esta ocasión, los músicos se involucraron de manera más profunda en el repertorio y la fusión entre el PC y la madera del contrabajo, piano, violín y bandoneón produjo uno de los mejores conciertos de este año en Montevideo.
Lo propuesto desde el escenario por los artistas no fue radicalmente diferente a la primera presentación: adelante los instrumentos acústicos, atrás los chiches tecnológicos (y esta vez el piano de cola de la Zitarrosa) y arriba la pantalla gigante donde se proyectaban las imágenes (manipuladas y dirigidas muy bien por Verónica Loza, esposa de Juan Campodónico e intérprete de la muy personal versión que el Bajofondo hace del clásico Naranjo en flor, de los hermanos Expósito).
El espectáculo en vivo reafirma el concepto de "colectivo artístico" que maneja el Bajofondo Tango Club, que poco tiene que ver con una banda de rock o pop. Aquí no hay estribillos para corear, tampoco hay estridencias distorsionadas para el pogo. Las más de las veces es incluso complicado distinguir qué es lo que está tocando cada uno. Los límites entre lo que se toca en vivo y lo que ya está grabado no son siempre del todo claros y eso contribuye al aire de misterio musical que emana desde el escenario.
variaciones. Ese enigma confundía de vez en cuando a la audiencia que llenó la Sala Zitarrosa, que en alguna oportunidad aplaudió a destiempo. La poca importancia que el Bajofondo le da a las fronteras entre un género y otro hace de la maleabilidad uno de sus rasgos más importantes de la música del colectivo. Por esa razón, un concierto en vivo del Bajofondo puede sostenerse y dar estupendos dividendos artísticos sin la presencia de los mismos músicos que grabaron el álbum recientemente premiado con un Grammy Latino.
El repertorio del álbum sirve como punto de partida. De ahí en adelante, pueden meter mano distintos músicos y el resultado variará según la coyuntura. En la noche del viernes, los instrumentos de madera tuvieron un protagonismo mucho mayor que en el primer concierto el pasado mes de febrero. Entre ellos, las mejores participaciones estuvieron a cargo del violinista Javier Casalla y, sobre todo, el bandoneonista Martín Ferrés, ambos argentinos. Ferrés le puso mucha garra a sus intervenciones y escuchar su fueye fue un verdadero placer, en especial cuando hizo un breve número solista, que arrancó calurosas demostraciones de aprobación por parte del público.
La guitarra eléctrica del impulsor del Bajofondo, Gustavo Santaolalla, se mantuvo en un discreto segundo plano durante casi todo el recital, pero el productor argentino fue protagonista arriba del escenario saltando, bailando y arengando al público. Estaba copado. También fue celebrada la participación del grupo de hip-hop Contra Las Cuerdas. La inyección de rap y "scratches" al híbrido Bajofondo produjo uno de los momentos más intrigantes del concierto. Esa mezcla de estéticas alienta la ilusión de futuras experimentaciones en esa dirección.