Drama psicológico sobre adolescente conflictiva

DVD. Está en los videoclubles "El despertar de un crimen"

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GUILLERMO ZAPIOLA

El título castellano puede confundir a cualquiera. Por ello conviene saber qué es algo llamado "El despertar del crimen", película escrita y dirigida por Hilary Brougher que ha sido editada en DVD.

Hay una muerte, una investigación y algunas escenas de tribunales, pero resulta difícil definir a este pequeño y talentoso film independiente norteamericano como un policial, que es lo que inevitablemente sugiere el dichoso título. Las denominaciones "drama psicológico" y "película de atención social" pueden resultar más adecuadas.

No despierta ningún crimen en el original inglés: el film se llama directamente Stephanie Daley, que es el nombre del personaje protagónico, una joven de dieciséis años (Amber Tamblyn, de la serie de televisión Joan of Arcadia) acusada del asesinato de su bebé recién nacido.

Más que el "¿quién lo hizo?", que se sabe desde el principio, la intriga se apoya en "¿por qué lo hizo?", y averiguarlo es el trabajo de una psicóloga forense (la reina del cine independiente Tilda Swinton) que tiene largos encuentros con la conflictiva adolescente mientras discute consigo misma sus angustias con respecto a su propio embarazo y el dramático desenlace de otro anterior. Una serie de "flashbacks" ilustran la historia previa del personaje de Tamblyn, o al menos su versión de ella.

El libreto, de la propia directora Brougher, exhibe la primera virtud de no simplificar su tema en un esquemático enfrentamiento entre aborto o antiaborto, o más ampliamente entre "pro vida!" y "pro elección". Las reacciones y los sentimientos de los personajes aparecen permanentemente matizados, y aún filtrados por la doble ironía de enfrentar a una mujer mayor que desea desesperadamente un hijo y corre el riesgo de perderlo, y una chica que tuvo la oportunidad de tener uno y no la aprovechó (o más directamente actuó en contra). La real sustancia del asunto es, en definitiva, una reflexión acerca de la responsabilidad, el compromiso y las dudas generadas por el hecho de traer un hijo al mundo. Algún otro tema relacionado con el central (una discusión sobre la fe religiosa, y la obsesión de la joven acerca de que su embarazo pudo ser una suerte de castigo de Dios) es tratado, en cambio, de modo más superficial y secundario.

Otro de los firmes apoyos del asunto radica en sus intérpretes. Tilda Swinton está, como casi siempre, excelente (alguien que estuvo bien incluso en El curioso caso de Benjamin Button puede estar bien en cualquier cosa), pero la que resulta una revelación es la joven Tamblyn, quien juega con fuerza y convicción en esa difícil frontera entre la inocencia infantil y los sobresaltos de la necesidad de madurar.

Habría que averiguar algo más acerca de la directora y libretista Brougher, aquí a la altura de su segundo largo, y que ha recibido elogios por el anterior, un asunto de ciencia ficción de bajo presupuesto titulado The sticky fingers of tima (1997). Esta nueva película suya muestra a alguien muy seguro de sus medios, con una sensibilidad para la descripción de conductas y ambientes (la secundaria y el medio familiar del personaje más joven, donde se gestan algunos de sus problemas) y hasta una dureza que ha hecho pensar a algún observador en el cine del austríaco Michael Haneke.

No es casualidad que uno de los varios premios obtenidos por el film haya sido el Haskell Wexler a su fotógrafo David Morrison, quien es también actor en el film. En su cuenta hay que cargar el inteligente contraste entre los grises y marrones del relato en tiempo presente, y los colores más cálidos de los "flashbacks".

El resultado es talentoso y perturbador. Y es posible que su último acierto sea la sensación de inquietud que deja en su espectador, la idea de que hay más preguntas que respuestas, que no todo es blanco y negro, que las fronteras se difuminan. Obliga a pensar, qué fastidio.

Inevitablemente, es una de esas películas a las que les va mal en sala y hay que salir a perseguir en DVD o en cable. Datos a retener: premios a mejor actriz (Tamblyn) en Locarno, mejor dirección en Milán, mejor libreto en el Sundance, y el ya mencionado Haskell Wexler a su fotógrafo. Un drama potente a descubrir en el video club, a pesar del empeño de los tituladores castellanos en que se lo ignore por completo.

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